El desprestigio viene de arriba
Existe una masiva sensaci¨®n de que en Espa?a la Justicia funciona mal
El mal principal que aqueja a la Administraci¨®n de Justicia es el amplio descr¨¦dito social que algunas malandanzas recientes de sus m¨¢s altas instancias parecen haberle granjeado. Cuando una instituci¨®n carece (o da la impresi¨®n de carecer) de un liderazgo confiable, ejemplificador y eficiente, su imagen p¨²blica se desploma, con independencia de cual sea la forma en que, en conjunto, est¨¦ desempe?ando realmente sus funciones. Y eso es lo que a lo largo del curso reci¨¦n concluido ha ocurrido con nuestra Justicia. O, en todo caso, as¨ª es como lo percibe la ciudadan¨ªa y por ello, al hacer balance de situaci¨®n, una mayor¨ªa absoluta (69%) dictamina que la Justicia en nuestro pa¨ªs funciona mal. Este porcentaje resulta ser, con diferencia, el m¨¢s elevado de los ¨²ltimos 25 a?os: en 1987 daba esta misma respuesta un 28%; en 1992, un 38%; en 2000, un 46% y en 2005, un 44%. Sencillamente, para el ciudadano medio nuestro sistema judicial no solo no habr¨ªa ido mejorando, sino que estar¨ªa yendo progresiva y aceleradamente a peor.
No puede realmente decirse que estemos asistiendo a un colapso sin precedentes de nuestro sistema judicial, ya que no parece que la causa de esta actual masiva sensaci¨®n de que "la Justicia funciona mal" deba buscarse en el quehacer cotidiano de nuestros casi 5.000 jueces. Con esta afirmaci¨®n la ciudadan¨ªa estar¨ªa en realidad tratando de expresar (incurriendo en la sin¨¦cdoque -tan habitual cuando de la Justicia se trata- de confundir la parte con el todo) un intenso desagrado por comportamientos achacables en exclusiva a las m¨¢ximas instancias judiciales, pero que desti?en sobre el entramado judicial todo. Los datos de opini¨®n disponibles apuntan con claridad en este sentido. Entre el total de 35 instituciones y grupos sociales sometidos a evaluaci¨®n ciudadana en el ¨²ltimo Bar¨®metro de Confianza Institucional de Metroscopia, los jueces obtienen un saldo evaluativo levemente negativo (es decir, quienes desaprueban el modo en que desempe?an sus funciones superan en 6 puntos a quienes lo aprueban), y quedan situados en la zona media de la tabla: un lugar si se quiere mediocre, pero no catastr¨®fico. En cambio, la evaluaci¨®n ciudadana del entramado jurisdiccional en su conjunto arroja ya un importante saldo cr¨ªtico (24 puntos negativos), que se ampl¨ªa en el caso del Tribunal Constitucional (que presenta un saldo de menos 37 puntos) y, sobre todo, en el del Tribunal Supremo (que registra un saldo negativo de menos 47 puntos y queda situado al final ya de la tabla, muy por debajo de los jueces). Adem¨¢s, en un sondeo tambi¨¦n muy reciente de Metroscopia, el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) son se?alados con id¨¦ntica intensidad y por la misma amplia proporci¨®n de espa?oles (tres de cada cuatro) como los directos culpables de lo que se considera un funcionamiento inadecuado de la Justicia.
De estas dos instituciones que son las que en definitiva encarnan y simbolizan en el imaginario colectivo a la Justicia, la de mayor solera, el Tribunal Supremo, tiene ahora una imagen p¨²blica particularmente da?ada. De entrada esto puede sorprender dado que precisamente en estos ¨²ltimos tiempos ha logrado ir quebrando su t¨®pica fama de lentitud y parsimonia tras aumentar de forma significativa su eficacia resolutoria. Pero es que la m¨¢s que probable causa de su descr¨¦dito se encuentra en otro lado, en algo a¨²n no del todo olvidado: el caso Garz¨®n. Porque -recu¨¦rdese-un 61% de los espa?oles concluy¨® que la condena a 11 a?os de inhabilitaci¨®n fue por de una persecuci¨®n personal. Eso dio lugar a que un 62% dijera que, tras este asunto, su opini¨®n sobre el m¨¢s alto tribunal hab¨ªa empeorado (solo mejor¨® para un 13%). Conviene advertir que la evaluaci¨®n p¨²blica de la trayectoria del juez Garz¨®n era y es claramente controvertida: son tantos los espa?oles que dicen haber estado, en general, de acuerdo, con sus actuaciones como los que dicen haber estado usualmente en desacuerdo con ellas (en torno al 40% en ambos casos). La negativa evaluaci¨®n ciudadana de dicha sentencia condenatoria no puede as¨ª ser atribuida sin m¨¢s a un impulso de generalizada simpat¨ªa popular hacia el condenado; m¨¢s bien parece reflejar algo muy preocupante: la mayoritaria sensaci¨®n ciudadana de haber asistido m¨¢s a un ajuste personal de cuentas (perpetrado adem¨¢s por nuestra m¨¢s alta instancia judicial) que a un acto de justicia desapasionado y objetivo.
En cuanto al Consejo General del Poder Judicial, lleva meses varado en un profundo descr¨¦dito social. El el 73% de los espa?oles cree que este ¨®rgano, constitucionalmente encargado de gestionar de forma independiente y objetiva la carrera profesional de los jueces, ha decidido en la pr¨¢ctica los nombramientos de cargos judiciales por criterios ideol¨®gicos o por puro amiguismo. Cuesta imaginar una descalificaci¨®n de un ¨®rgano estatal m¨¢s delet¨¦rea. Se entiende as¨ª que una similar mayor¨ªa absoluta ciudadana (el 72%) concluya que la forma en que est¨¢ organizada la gesti¨®n de nuestra Justicia necesita una reforma urgente y profunda. Por a?adidura, el triste estrambote que a la actual etapa del CGPJ ha supuesto el caso D¨ªvar no ha contribuido precisamente a desembarrancar su p¨¦sima imagen p¨²blica.
En espera del urgente remedio para la carencia de cr¨¦dito social de los dos pilares institucionales de la Justicia (su ¨®rgano de gobierno y su m¨¢ximo tribunal), resulta llamativo constatar que los espa?oles sigan percibiendo luz al final del t¨²nel. Ocurre algo admirable: ahora, y al igual que en los ¨²ltimos veinte a?os, dos de cada tres espa?oles siguen pensando que con todos sus defectos, insuficiencias e imperfecciones la Justicia representa la instancia ¨²ltima que garantiza los derechos y libertades de los ciudadanos. Sin duda, un claro reconocimiento a la labor cotidiana, con sus altibajos, de los cinco millares de jueces que son los que, aunque in extremis, salvan la cara a la Justicia. ?Qu¨¦ no pensar¨ªa de esta la ciudadan¨ªa si percibiera que quienes la simbolizan, representan y gestionan lo hacen con celo desinteresado, con independencia y con altura de miras!
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