Subsaharianos denuncian maltrato de Marruecos en la frontera de Argelia
En Oujda, cerca de la frontera con Argelia, se agolpan decenas de lesionados M¨¦dicos Sin Fronteras atendi¨® en julio a 156 ¡°heridos por agresiones violentas¡±
Musa Ali tiene 20 a?os, un brazo roto y varios golpes en la cabeza. Patrick, de 32, camina con muletas y lleva vendas en las piernas y en los brazos. Un joven camerun¨¦s a su lado tiene la frente vendada, un ojo ensangrentado y varios cortes junto a la ceja. Junto a ellos caminan otros subsaharianos lisiados: hombres con muletas, vendas, cortes, heridas de todo tipo... Parte de la Universidad de Oujda, al este de Marruecos, junto a la frontera con Argelia, ofrece un panorama desolador. Centenares de inmigrantes subsaharianos sin papeles viven y duermen all¨ª, a la intemperie, en los patios, un espacio en el que la polic¨ªa no puede entrar y en el que la universidad les deja estar desde hace a?os por razones humanitarias.
El n¨²mero de heridos llama la atenci¨®n. Cada poco aparece alguien lesionado. Su versi¨®n, en la mayor¨ªa de los casos, es que son golpes de la polic¨ªa marroqu¨ª. ¡°Me patearon y pegaron con un palo de madera muy grande cerca de la frontera con Melilla antes de deportarme a Argelia¡±, dice nervioso Musa Ali. ¡°Ellos pegan y pegan y pegan. Y nosotros no podemos denunciar ni hacer nada. ?Qu¨¦ se creen que somos? ?Animales?¡±.
Hay un hecho incontestable: hay multitud de heridos en Oujda. Si las lesiones proceden de malos tratos o se han producido por otros motivos es algo que podr¨ªan dilucidar los tribunales. Pero esa es precisamente otra de sus quejas. Aseguran que no pueden denunciar y que ni siquiera tienen derecho a un abogado en el proceso de expulsi¨®n. ¡°En los hospitales rechazan darles certificados m¨¦dicos y sus quejas no se registran¡±, asegura Hicham Rachidi, presidente del Grupo Antirracista de Acompa?amiento y Defensa de los Extranjeros y Migrantes (Gadem). ¡°El hecho de que sean conducidos a Argelia desde Marruecos inmediatamente despu¨¦s de su arresto les impide hacer valer el derecho a recurrir que les otorga la ley de extranjer¨ªa marroqu¨ª. Se les impide el derecho de defensa. Todo es un procedimiento ilegal¡±.
"Me patearon, me pegaron con un palo junto a Melilla", dice Musa
La Universidad de Oujda ¡ªo La Fac, como ellos llaman a este gueto¡ª es un lugar de paso en el viaje de los subsaharianos que emigran de sus pa¨ªses de origen hacia Europa. Algunos acaban de llegar a Marruecos. Pero otros muchos han sido deportados desde la frontera con Melilla despu¨¦s de intentar cruzar la valla o mientras aguardaban en los montes de los alrededores de Nador para poder hacerlo. La mayor¨ªa ha entrado y salido de Oujda varias veces, en una especie de bucle infinito.
Cuando los subsaharianos llegan a Marruecos a trav¨¦s de Argelia, los montes de la ciudad o La Fac se convierten en su primer asentamiento en el reino alau¨ª; en el lugar en el que viven hasta que consiguen algo de dinero ¡ªfundamentalmente pidiendo limosna¡ª para acercarse a la frontera con Espa?a. Cuando han reunido lo suficiente, recorren los 150 kil¨®metros que les separan de Nador, junto a la frontera de Melilla. Una vez all¨ª, si no consiguen llegar a Espa?a a trav¨¦s de la valla o por mar, y son arrestados, Marruecos los lleva de vuelta a la frontera con Argelia. Este paso fronterizo est¨¢ cerrado, pero los agentes marroqu¨ªes los bajan de los grandes autocares en los que los transportan (¨²ltimamente llenos hasta los topes), y les dicen que caminen hacia delante, hasta llegar a Argelia.
¡°Allez, allez [Venga , venga]¡±, nos gritan, explica un senegal¨¦s de La Fac. ¡°A veces, a golpes. En cuanto se marchan, nos damos la vuelta y emprendemos el camino a Oujda a pie. Tardamos varias horas y hay que esconderse permanentemente de la polic¨ªa, pero si nos dejan en la frontera por la noche, al amanecer ya estamos de nuevo en Oujda¡±. Es el procedimiento de expulsi¨®n que la asociaci¨®n Gadem califica de ilegal.
"Tras detenerlos, los conducen a Argelia ilegalmente", denuncia una ONG
Este peri¨®dico ha tratado, sin ¨¦xito, de recabar la versi¨®n del Ministerio del Interior marroqu¨ª. El viernes se puso en contacto telef¨®nico con un portavoz y posteriormente se le envi¨® por correo electr¨®nico un cuestionario con preguntas sobre el origen de las heridas, la asistencia sanitaria que reciben los inmigrantes y si tienen derecho a alg¨²n tipo de apoyo jur¨ªdico. El diario no obtuvo respuesta ni pudo, a pesar de m¨²ltiples intentos, volver a hablar por tel¨¦fono con el portavoz.
La versi¨®n de los inmigrantes es que les pegan porque quieren llegar a Espa?a; para tratar de impedir que vuelvan a saltar la valla de Melilla y para poner fin a un viaje cuyo destino final no es Marruecos. Dicen que reciben un trato que en Espa?a no se dar¨ªa jam¨¢s a un inmigrante irregular.
Aseguran, adem¨¢s, que hace un a?o la situaci¨®n no era la misma, y que las fuerzas de seguridad marroqu¨ªes no actuaban con tanta violencia. Dicen que les quitan sus pertenencias y los documentos durante los arrestos y que nunca los recuperan. Insisten en que no se les reconocen derechos b¨¢sicos.
M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF), la ¨²nica organizaci¨®n humanitaria que presta asistencia sanitaria a los inmigrantes de Oujda, asegura en un comunicado que entre el 25 de junio y el 16 de julio su personal en la zona atendi¨® a 165 ¡°heridos por agresiones violentas¡±. ¡°Entre ellos se encontraban 81 personas trasladadas a la fuerza a esta ciudad fronteriza con Argelia tras los arrestos masivos realizados por la polic¨ªa marroqu¨ª en Nador el 11 de julio¡±, informa MSF.
Los inmigrantes se cuidan entre ellos en la Universidad de Oujda
¡°?Son periodistas?¡±, pregunta Ibrahim, un gambiano ingeniero mec¨¢nico con un discurso muy elaborado, en perfecto ingl¨¦s, y visiblemente enfadado. ¡°Vean con sus propios ojos lo que hay aqu¨ª. Nosotros solo buscamos una vida mejor, como cualquier persona. ?De verdad les parece tan raro que salgamos de pa¨ªses en los que no hay nada? Por eso queremos ir a Espa?a, a Europa. Aqu¨ª hay profesionales, como yo. Gente con cosas que aportar. Y aqu¨ª nos tratan como ganado. Si nos quieren devolver a nuestros pa¨ªses, que lo hagan, pero conforme a la ley. Aqu¨ª el derecho no existe. Se han suspendido los derechos humanos. Cuando Espa?a nos entrega a Marruecos, que sepa que esto es lo que hacen con nosotros¡±.
No todos est¨¢n tan satisfechos con la presencia de los periodistas. En La Fac hay tambi¨¦n mafias que campan a sus anchas, dedicadas al tr¨¢fico de seres humanos o a la explotaci¨®n sexual de mujeres ¡ªo a ambas cosas¡ª. Un grupo de cinco se encara con los dos j¨®venes que acompa?an a los periodistas y les dice, en tono extremadamente amenazante, que se lleven de inmediato a los europeos.
Las organizaciones humanitarias marroqu¨ªes que trabajan en la zona dicen que no ve¨ªan un n¨²mero de heridos tan grande desde 2005, cuando miles de africanos se abalanzaron sobre las vallas de Ceuta y Melilla. Algunos de los que lo intentaron entonces, murieron a balazos. Los que no lograron pasar fueron conducidos en autobuses y camiones a zonas des¨¦rticas fronterizas con Argelia sin agua ni comida. Algunos, incluso, fueron trasladados al S¨¢hara y conducidos hasta el territorio controlado por el Frente Polisario. Decenas de subsaharianos establecidos en grandes ciudades como Casablanca o Rabat sufrieron la misma suerte.
Nueve subsaharianos han sido ingresados por traumatismos y fracturas
A partir de ese momento, la situaci¨®n se calm¨®. Espa?a elev¨® la valla de Melilla de tres a seis metros, Marruecos increment¨® los controles en las cercan¨ªas y la presi¨®n migratoria disminuy¨®. Pas¨® de una avalancha a un goteo. Pero, el a?o pasado, el n¨²mero de inmigrantes en torno a Ceuta y Melilla volvi¨® a incrementarse hasta llegar a los picos de 1.000 personas que, seg¨²n la Guardia Civil, han llegado este verano a los montes que rodean Melilla. Las organizaciones humanitarias marroqu¨ªes que trabajan con los inmigrantes consideran que la violencia se ha incrementado tras la muerte de un militar marroqu¨ª por el golpe de una piedra presuntamente lanzada por un subsahariano que quer¨ªa cruzar la valla.
Los heridos de Oujda van pidiendo analg¨¦sicos. Por la ma?ana, hacen cola para ser atendidos por M¨¦dicos sin Fronteras. Acuden tambi¨¦n a los hospitales y centros de salud de la ciudad. ¡°En La Fac los cuidamos nosotros¡±, dice el gambiano Ibrahim. ¡°Pero alguien tiene que hacer algo por ellos¡±. Su compa?ero Alhaji, senegal¨¦s, ha perdido media pierna. Dice que lo arroll¨® un tren cuando corr¨ªa delante de los agentes. ¡°Fue un accidente. Pero ahora estoy aqu¨ª, sin poder caminar, durmiendo sobre esta cancha de baloncesto. No puedo llegar a Espa?a ni puedo volver a mi pa¨ªs. ?Qu¨¦ hago?¡±. Junto a ¨¦l, sobre una manta, su amigo Lamine tiene abierto un libro de mapas. Est¨¢ mirando Espa?a. Otro joven con el brazo vendado y la mirada perdida cuenta, haciendo gestos con las manos, c¨®mo le dieron patadas hasta dejarlo casi inconsciente. ¡°Llegu¨¦ a Melilla. La Guardia Civil me entreg¨® a Marruecos y me pegaron hasta reventarme¡±, relata en franc¨¦s. ¡°Perdone que no me quede en pie, pero necesito sentarme. ?Tiene alguna medicina?¡±.
Los inmigrantes aseguran que no solo hay heridos en Oujda, sino tambi¨¦n en Nador y en los alrededores de Melilla. La Asociaci¨®n Rif de Derechos del Hombre y la Asociaci¨®n Beni Znassen para la Cultura, el Desarrollo y la Solidaridad, emitieron un comunicado conjunto el pasado 10 de agosto en el que muestran su preocupaci¨®n ¡°por los inmigrantes que viven en la regi¨®n de Nador, acorralados, en condiciones precarias e inaceptables, en la inseguridad y la angustia, desprovistos de cualquier medio de subsistencia¡±.
"?De verdad les parece tan raro que salgamos de pa¨ªses en los que no hay nada?", pregunta Ibrahim, de Gambia
La organizaci¨®n M¨¦dicos sin Fronteras (MSF) asegura estar ¡°muy preocupada¡± por la situaci¨®n en Nador. ¡°El n¨²mero de v¨ªctimas de violencia atendido en nuestras cl¨ªnicas m¨®viles en Nador va en aumento desde finales de mayo¡±, explica el coordinador general de MSF en Marruecos, David Cantero. ¡°En julio, el 34% de nuestras consultas estaban relacionadas con la violencia, cuando en el mes de mayo el porcentaje era del 18%¡±. MSF acompa?¨® en julio a 20 emigrantes al hospital Al Hassani, donde recibieron atenci¨®n por parte del personal de salud marroqu¨ª. Nueve de ellos requirieron hospitalizaci¨®n a causa de traumatismos diversos, entre ellos traumatismos craneales, fracturas de mand¨ªbula y de miembros superiores e inferiores. Tres de ellos tuvieron que ser intervenidos quir¨²rgicamente. Cantero incide en que ¡°la voluntad de la organizaci¨®n es la de mejorar la coordinaci¨®n con los servicios de salud estatales del ¨¢rea para incrementar el n¨²mero de cl¨ªnicas m¨®viles y garantizar el acceso al tratamiento m¨¦dico a los migrantes que as¨ª lo requieran¡±.
Marian, de Chad, de 32 a?os, vive en un bosque cercano a Nador, y tambi¨¦n denuncia malos tratos policiales generalizados. ¡°A mi marido lo han arrestado. No s¨¦ donde est¨¢. Le quitaron el m¨®vil. Supongo que se lo estar¨¢n llevando a Oujda ahora mismo. Nos cazan como animales¡±. En ese momento, mientras Marian habla, aparecen unos 30 agentes de las fuerzas de seguridad marroqu¨ªes. Tratan de quitar la c¨¢mara al fot¨®grafo y lo detienen junto a la periodista ¡ª¡°no es un arresto, pero nos tienen que acompa?ar a la comisar¨ªa, quieran o no¡±, dicen¡ª. Preguntan varias veces si trabajamos para M¨¦dicos Sin Fronteras. La raz¨®n que aduce uno de los polic¨ªas para la detenci¨®n es la siguiente: ¡°Es ilegal hablar con inmigrantes ilegales sin permiso del Estado¡±. Fin de la entrevista. Dos horas despu¨¦s, aseguran que todo ha sido fruto de un malentendido.
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