¡®Revolta¡¯ Bis
Mas ha logrado relativizar el malestar por los recortes y que prevalezca la epopeya patri¨®tica
Cuando ya parec¨ªa que la actual recesi¨®n espa?ola comenzaba a enderezar su trayectoria, desde que el Banco Central Europeo tom¨® las riendas de la crisis del euro a lo largo del verano, ahora resulta que todo se vuelve a enmara?ar, tras la nueva Revuelta de los catalanes (t¨ªtulo de la obra que har¨ªa c¨¦lebre al hispanista John Elliott) que Artur Mas ha decidido encabezar. ?Es que el Honorable President ha perdido la raz¨®n, cuando est¨¢ dispuesto a desafiar la legalidad vigente renunciando al famoso seny catal¨¢n? Pero sus interlocutores de Madrid no parecen demostrar mucho m¨¢s sentido com¨²n. Pues en vez de relativizar el reto poniendo las cosas en su sitio, tambi¨¦n han optado por sacar las cosas de quicio echando m¨¢s le?a al fuego, al vetar a los catalanes el derecho democr¨¢tico a elegir su propio futuro, lo que equivale a seguir el melodram¨¢tico juego de Mas. Cosa que ni por asomo se le ocurrir¨ªa hacer al premieringl¨¦s con la voluntad secesionista de los escoceses. Hasta la Casa del Rey ha tratado de aprovechar la ocasi¨®n al acusar de quim¨¦rico al desaf¨ªo catalanista, lo que tampoco se le habr¨ªa ocurrido hacer a la Casa Real belga con el independentismo flamenco.
Hasta tal punto llega la sinraz¨®n y la falta de pragmatismo que en el exterior vuelven a hacerse lenguas del aparente resurgir de los viejos demonios familiares del fatalismo ib¨¦rico. Al parecer, aqu¨ª siempre se imponen las peores pasiones pol¨ªticas sobre la racionalidad y el principio de realidad. Es lo que yo llam¨¦ hace alg¨²n tiempo la ideolog¨ªa espa?ola, ese extremado sectarismo que lleva a cargar contra el adversario con total desprecio no solo del inter¨¦s general sino del propio instinto de conservaci¨®n. Pero lo peor es que ahora los catalanes, que parec¨ªan ser los ciudadanos m¨¢s civilizados y europeos de la pen¨ªnsula ib¨¦rica, tambi¨¦n se han dejado contagiar por tan castizo virus, y han acabado por jugar a lo que yo llam¨¦ la lidia de Leviat¨¢n: el acoso y derribo del poder estatal de Madrid, faena taurina que le granjear¨¢ a Mas una gran ovaci¨®n y quiz¨¢s una mayor¨ªa plebiscitaria.
Pero si adoptamos la esc¨¦ptica mirada de Marx, para quien la historia solo se repite como farsa, podremos imaginar que esta Revolta Bis de los catalanes no tendr¨¢ la vis tr¨¢gica de aquella de 1640 sino otra muy diferente, seguramente mucho m¨¢s histri¨®nica que tragic¨®mica. Y esto no lo digo con el ¨¢nimo descalificatorio que suele usarse en Madrid para poner en su lugar a los otrora llamados fenicios o polacos sino para identificar el tipo de framing o foco sem¨¢ntico con que hay que interpretar la puesta en escena protagonizada por Mas. Pues hay que darse cuenta que estamos ante una gran sesi¨®n de teatro pol¨ªtico, perteneciente al mismo g¨¦nero dram¨¢tico que las ocupaciones de las plazas Tahrir durante la primavera ¨¢rabe, cuando los manifestantes coreaban: ¡®El pueblo quiere que el r¨¦gimen caiga¡¯. Es lo que ahora Mas proclama en nombre de los manifestantes de la Diada: ¡®El pueblo catal¨¢n quiere que el r¨¦gimen com¨²n impuesto por Madrid decaiga¡¯.
?Y qu¨¦ g¨¦nero dram¨¢tico es el que hoy se representa en Barcelona? No la tragedia, evidentemente, sino la epopeya: el g¨¦nero ¨¦pico por antonomasia. Sencillamente, con su escenificaci¨®n de la Revolta Bis, Artur Mas ha logrado relativizar el malestar por los recortes y trascender la contabilidad de la deuda para sublimarlos como epopeya palingen¨¦sica de resurgimiento nacional. Pura ¨¦pica de resonancia heroica, que ha logrado seducir con su l¨ªrica neorrom¨¢ntica a todos aquellos actores colectivos con vocaci¨®n insurgente o revolucionaria que perdieron hace tiempo su capacidad de convocatoria. Es lo que les ocurre a los socialistas, los republicanos, los sindicalistas y los dem¨¢s movimientos progresistas que, tras perder la esperanza de liderar con ¨¦xito una movilizaci¨®n popular contra la crisis del capitalismo actual, est¨¢n optando por subirse al carro de la Revolta nacional.
Y esto le viene a Rajoy como anillo al dedo para montar una estrategia de marketing pol¨ªtico sim¨¦tricamente opuesta. La manipulaci¨®n de la agenda p¨²blica siempre intenta relativizar los problemas reales mediante la magnificaci¨®n alarmista de problemas menores o artificiales. Es lo que hace Mas al tapar la deuda catalana con el supuesto expolio fiscal para echarle un pulso a Rajoy amenazando con salirse de Espa?a (como aquel otro pulso t¨¢cito que este le ech¨® a Merkel en junio pasado amenazando con reventar el euro). Y es lo que tambi¨¦n hace ahora Rajoy, al tapar sus propios problemas de deuda con la inesperada ayuda del conflicto creado por la Revolta catalana. As¨ª logra desarmar a la oposici¨®n y distraer a la opini¨®n p¨²blica. Pero en ambos casos la trama es id¨¦ntica, pues gracias a la escalada de la tensi¨®n la prosaica contabilidad cede el paso a la patri¨®tica epopeya.
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