El debate pendiente

En la Conferencia de Presidentes de enero de 2007, el entonces jefe del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, pidi¨® a los convocados su opini¨®n sobre el Estado de las autonom¨ªas. La respuesta fue un¨¢nime: era un ¨¦xito; el desarrollo econ¨®mico y social de Espa?a no se explicaba sin ¨¦l. No hace falta decir que las cosas han cambiado radicalmente. A los cinco a?os, en la Conferencia de Presidentes de ayer, Rajoy evit¨® esa encuesta porque sab¨ªa que si la abr¨ªa se dirig¨ªa a un choque de trenes.

Rajoy logr¨® ayer un ¨¦xito: una foto de unidad con las autonom¨ªas ante Europa con el compromiso del cumplimiento de d¨¦ficit frente a la crisis. Contaba con la complicidad socialista, nada interesada en debatir sobre el riesgo de secesi¨®n, y centrada en propagar su alternativa de crecimiento, freno a los recortes y reparto del d¨¦ficit.

Pero Rajoy sabe que lo de ayer es una tregua. Desde que estall¨® la crisis, los sectores m¨¢s duros de la derecha ¡ªcomo la expresidenta madrile?a Esperanza Aguirre y el expresidente Aznar¡ª buscaron su responsabilidad, m¨¢s all¨¢ de la ¡°herencia recibida¡±, en la ¡°insostenibilidad¡± del Estado auton¨®mico, lema muy extendido en la derecha espa?ola y sus medios de comunicaci¨®n. Su soluci¨®n ser¨ªa devolver la sanidad, la educaci¨®n y la justicia a la Administraci¨®n central. Regresar al centralismo. Ninguna panacea. El coste econ¨®mico ser¨ªa el mismo.

En el descr¨¦dito del Estado de las autonom¨ªas est¨¢bamos cuando Mas se subi¨® a la ola de desafecci¨®n catalana hacia el Estado, acumulada desde la tramitaci¨®n del Estatut y que la recesi¨®n convirti¨® en tsunami. Mas, que ha tratado de blindar su responsabilidad en los recortes con el anuncio de una consulta sobre la autodeterminaci¨®n, ha terminado de confirmar que el Estado de las autonom¨ªas est¨¢ hoy m¨¢s cuestionado que nunca. Su cuestionamiento planteaba la necesidad de su revisi¨®n (evitar duplicidades, etc.) por la crisis. Pero cuando CiU pone las cartas boca arriba con la autodeterminaci¨®n obliga a otros a definir su modelo, ganar la batalla de la opini¨®n y negociar desde esa posici¨®n. Se ha superado la etapa de contentar a los nacionalismos. El PSOE lo llama federalismo. El PP no lo ha definido.

Ayer no tocaba este debate. Pero est¨¢ ah¨ª y su escenario debe ser un Senado, reconvertido en una C¨¢mara territorial que atempere las tensiones territoriales, un empe?o pendiente tras a?os de intentos. Siempre ha topado con la forma de elecci¨®n de los senadores. O sea, ha chocado con los aparatos de los partidos que no han querido reducir esca?os que ocupan muchos cargos internos y es una forma de financiar el partido.