Muerte entre los maizales de El Salobral
La obsesi¨®n de un mec¨¢nico por una ni?a de 13 a?os sembr¨® de muerte el pueblo albacete?o de El Salobral
¡ªQu¨¦ pasa?
¡ªYa te enterar¨¢s.
Rifle en mano, Juan Carlos Alfaro se encontr¨® por las calles de El Salobral al menos con dos vecinos a los que salud¨®. Uno iba a pie y otro volv¨ªa en bicicleta desde la huerta. Ten¨ªa 39 a?os y acababa de asesinar a una ni?a de 13 a la que dec¨ªa amar. En su huida, no dispar¨® a todo al que hall¨® en su camino. Solo a dos personas m¨¢s: el marido de la abuela de la ni?a, que result¨® herido, y a otro vecino del pueblo, que falleci¨® en el acto. Las razones para este ¨²ltimo crimen se las llev¨® a la tumba, pero su obsesi¨®n enfermiza por la chiquilla ven¨ªa de lejos. Fue, seg¨²n parece, una masacre planeada. Quer¨ªa acabar con todos los que se opon¨ªan a lo que ¨¦l consideraba amor. Era el principio del fin de una historia que comenz¨® hace a?os, en unas casas de campo situadas enfrente del pueblo, camino a los cerros cercanos a El Salobral.
C¨¢ndida Aparicio y Antonio Alfaro tienen all¨ª unas casetas. A su hijo Juan Carlos le gustaba pasar largas temporadas en su terreno. Se sent¨ªa bien al aire libre. Paseaba, sal¨ªa con los perros, hac¨ªa ejercicio¡ En una de las casas mont¨® un gimnasio con bicis, sacos de boxeo, pesas, tabla de artes marciales y todo tipo de aparatos. Pero, sobre todo, hac¨ªa pr¨¢cticas de tiro casi a diario. Ten¨ªa muchas dianas, armas, y una gran punter¨ªa. Tambi¨¦n le gustaba la caza. Dicen en el pueblo que si ve¨ªa una perdiz, no importa cual fuera la distancia, la abat¨ªa seguro.
Era amigo de Agust¨ªn Delicado, otro vecino de El Salobral. Eran m¨¢s o menos de la misma edad. Juan Carlos, el Fraguel, ten¨ªa 39 a?os; Agust¨ªn, el Pepsicolo, 40. Uno era mec¨¢nico; el otro, camionero. Los dos estaban en paro. Juan Carlos iba cada tarde a las tres y media, despu¨¦s de comer, a tomar caf¨¦ al Port Dry, el bar de uno de los hermanos de Agust¨ªn. En el cerro, era vecino de otro de ellos, al que saludaba cada ma?ana mientras hac¨ªa sus pr¨¢cticas de tiro. Las dos familias se conoc¨ªan de toda la vida y ellos parec¨ªan llevarse bien.
Sea como sea, tenemos que pasar p¨¢gina. Para la familia de la ni?a ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil, dice un hermano de Agust¨ªn
Agust¨ªn fue la segunda v¨ªctima mortal de Juan Carlos el s¨¢bado 20 de octubre. Falleci¨® abatido a tiros en la puerta de su casa. Juan Carlos hab¨ªa lanzado una r¨¢faga de al menos 15 disparos en direcci¨®n a su portal en el momento en el que Agust¨ªn sal¨ªa a fumarse un cigarro. Antes, hab¨ªa disparado con una pistola a Almudena, la ni?a de 13 a?os con la que estaba obsesionado. Las dos v¨ªctimas murieron en el acto. Despu¨¦s de matar a la chiquilla, llam¨® a Emergencias y confes¨® el crimen. En su huida hacia los maizales, se encontr¨® tambi¨¦n con el abuelastro de Almudena, que iba en coche, muy nervioso porque ya hab¨ªa visto el cuerpo sin vida de su nieta. Le dispar¨® e hiri¨® en el hombro. Despu¨¦s, y tras llamar a un par de personas ¡ªuno de ellos pas¨® directamente el tel¨¦fono a los agentes de la Guardia Civil¡ª, se escondi¨® en el campo durante un d¨ªa y medio.
¡°O¨ªmos como una traca muy fuerte¡±, recuerda Pilar de la tr¨¢gica tarde. ¡°Pens¨¦ que eran petardos. Mi marido sali¨® a mirar. ¡®?Que han matado a la Almudena!¡¯, ¡®?Pilar, que han matado a la Almudena!¡¯, me dijo al volver. Para nosotros era como una nieta. Esa misma ma?ana hab¨ªa venido a saludarme y a darme un beso. Era muy cari?osa¡±.
A pocos metros de all¨ª, en el Port Dry, Pepe, el hermano de Agust¨ªn, celebraba el cumplea?os de uno de sus hijos en el bar. Hab¨ªa siete u ocho chavales; entre ellos, la hija de Agust¨ªn, de 11 a?os, y alguna amiga de Almudena. Oyeron tambi¨¦n la descarga. ¡°Cuando sal¨ª, vi fuego al fondo de la calle¡±, relata Pepe. ¡°Me pareci¨® que era en el portal de mis padres. Sal¨ª corriendo y me encontr¨¦ con mi hermano en el suelo. Muerto. ?l viv¨ªa all¨ª con mis padres y mi hermana. A su hija, que entre semana est¨¢ con su madre en Albacete, no se lo dijimos hasta el d¨ªa siguiente¡±. ¡°Yo me qued¨¦ en el bar con los cr¨ªos¡±, dice su mujer. ¡°La Guardia Civil entr¨® y dijo que se cerrara todo. Apagamos las luces y nos escondimos¡±.
El miedo y el desconcierto se apoderaron durante horas de El Salobral. La historia de Juan Carlos y Almudena empez¨® a correr como la p¨®lvora. Todos pensaban que los siguientes podr¨ªan ser la madre y la abuela de la ni?a. Otro chico, Mariano, a quien Juan Carlos hab¨ªa preguntado esos d¨ªas en tono amenazante que por qu¨¦ Almudena se hab¨ªa subido a su coche, se escondi¨® aterrorizado en la panader¨ªa. No sali¨® hasta dos d¨ªas despu¨¦s. Pensaba que pod¨ªa ser el pr¨®ximo en la venganza asesina de Juan Carlos.
Agust¨ªn Delicado, una de las v¨ªctimas, hab¨ªa recriminado a Juan Carlos su obsesi¨®n con la ni?a tambi¨¦n asesinada
El lunes, seis horas despu¨¦s de que la Guardia Civil lo encontrara en la caseta de campo de sus padres, esa que tanto le gustaba, Juan Carlos se peg¨® un tiro. Sali¨® de la casa, camin¨® en l¨ªnea recta con una pistola en la sien, y dispar¨®. Eran poco m¨¢s de las tres de la tarde. A la misma hora en la que el sacerdote Pascual Guerrero estaba oficiando un funeral de cuerpo presente para despedir a Almudena, Juan Carlos se suicidaba en el lugar en el que hab¨ªa empezado su obsesiva y extra?a relaci¨®n con una ni?a 26 a?os menor que ¨¦l.
Almudena ten¨ªa un padre biol¨®gico que nunca se hizo cargo de ella. Su madre, Adela, mantuvo durante casi ocho a?os una relaci¨®n con otro chico del pueblo, Jos¨¦ Andr¨¦s, que acogi¨® y quiso a la peque?a como si fuera su hija. La familia de Jos¨¦ Andr¨¦s ten¨ªa una casa en el cerro, al lado de los terrenos de los Alfaro, e iban all¨ª muy a menudo. A Almudena le encantaban los perros y la naturaleza. Pasear. All¨ª estaba tranquila. Y all¨ª empez¨® a tratar a su vecino Juan Carlos.
La madre de Almudena, Adela, se separ¨® de Jos¨¦ Andr¨¦s. Pero la ni?a sigui¨® viendo a quien ya consideraba su padre, y a sus abuelos, Pilar y Andr¨¦s. Continu¨® yendo al cerro y viendo a Juan Carlos. Al principio empezaron a compartir aficiones. A escuchar m¨²sica, rock y heavy metal, a hablar, a dar paseos. Almudena, una ni?a cari?osa pero solitaria, ten¨ªa 11 a?os cuando empez¨® a pasar m¨¢s tiempo con ¨¦l. Fraguel, 37. Quienes los trataban dicen que en ese momento no hab¨ªa relaci¨®n amorosa entre ellos; que esta comenz¨® muy poco a poco y que empezaron su especie de ¡°noviazgo¡± hace poco menos de un a?o. Nadie tiene muy claro hasta d¨®nde lleg¨®, f¨ªsica y sexualmente, ese v¨ªnculo.
La relaci¨®n entre ambos se fue estrechando hasta convertirse en algo que nadie entend¨ªa. Ya no se ve¨ªan solo en el cerro, sino tambi¨¦n en el pueblo. Ella iba a su casa a escuchar m¨²sica y paseaba a veces con ¨¦l por El Salobral, aunque nunca cogidos de la mano ni agarrados, seg¨²n coinciden varios vecinos. De hecho, muchos en el pueblo desconoc¨ªan que hubiera nada entre el Fraguel y la ni?a y no se enteraron hasta la noche del doble crimen.
¡°?C¨®mo pod¨ªa pretender tener una novia de 13 a?os?¡±, se preguntan ahora en El Salobral. ?l se enfrent¨® a quienes, como Agust¨ªn Delicado el verano pasado y otros conocidos, le recriminaron alguna vez lo que ellos entend¨ªan como una obsesi¨®n inaceptable. Agust¨ªn le dijo que fueran juntos a conocer a mujeres hechas y derechas. Juan Carlos en enfad¨®. Dec¨ªa que esperar¨ªa a que Almudena fuera mayor; que la amaba. Algunos atribuyen el crimen de Agust¨ªn a estas cr¨ªticas. Otros, a que Juan Carlos pensaba que un sobrino de ¨¦l, Jos¨¦, estaba tonteando con la ni?a. Hay distintas teor¨ªas, pero todos reconocen que son conjeturas. El m¨®vil de este asesinato es a¨²n muy confuso.
La familia de Almudena crey¨® desde el principio que su relaci¨®n con Juan Carlos era patol¨®gica, enferma, desigual. Una historia que no deb¨ªa ser. Una aberraci¨®n. La abuela de la ni?a, Francisca, hab¨ªa tenido, adem¨¢s, una mala experiencia con su primer marido y padre de sus hijos, al que conoci¨® tambi¨¦n siendo adolescente. La ni?a viv¨ªa ahora con ella y con su marido. La madre, Adela, resid¨ªa en El Pasico, una aldea m¨ªnima entre El Salobral y Aguas Nuevas, junto a su nueva pareja. Ni la madre ni la abuela pensaban permitir, de ninguna manera, que la relaci¨®n continuara. La familia de Juan Carlos pensaba tambi¨¦n que no era lo mejor para su hijo, pero no se opusieron con la misma intensidad. Lo consideraban inevitable. Dec¨ªan que los dos ¡°quer¨ªan estar juntos¡± y que ¨¦l estaba ¡°loco por ella¡±.
Juan Carlos, un chico muy inteligente, seg¨²n los vecinos, se encerraba en casa algunas temporadas, pero sal¨ªa. Hace un par de a?os se fue a Canad¨¢ para buscar trabajo como mec¨¢nico, aunque acab¨® volviendo. Sus dos hermanos ¡ªsolo su hermana vive fuera de El Salobral, con su pareja¡ª apenas pisan la calle. Al mayor, Antonio, hay quien no lo hab¨ªa visto salir de casa desde hace m¨¢s de 20 de a?os. ¡°Desde que sus compa?eros de quinta se fueron a hacer la mili¡±, dice un vecino. ¡°Juan Carlos ten¨ªa sus cosas, era un chico muy nervioso, pero estaba m¨¢s integrado en el pueblo, aunque iba con una pandilla bastante conflictiva¡±.
Estaba totalmente volcado en el tiro y la caza. Ten¨ªa tres licencias de armas: la E para armas de tiro deportivo y escopetas de caza; la D para armas largas de caza mayor; y la F, para armas cortas y largas con uso deportivo. Esta ¨²ltima le permit¨ªa tener una pistola como la que compr¨® en una armer¨ªa de Albacete el jueves anterior a cometer los asesinatos. Todo era legal. En total, seg¨²n la Guardia Civil, ten¨ªa tres o cuatro armas. Los vecinos aseguran que adem¨¢s compraba en subastas otras antiguas e inutilizadas, de coleccionista, y que algunas lograba arreglarlas.
El conflicto entre Juan Carlos y la familia de Almudena comenz¨® a crecer durante los ¨²ltimos nueve meses hasta desembocar en amenazas y denuncias mutuas. El entorno de Juan Carlos consideraba que se estaban pasando y que no ten¨ªan derecho a presionarlo tanto si la relaci¨®n era ¡°consentida¡±. El de la madre y la abuela no entend¨ªa que no se dieran cuenta de la gravedad de la situaci¨®n, y de que estaban ante un abuso de un adulto de casi 40 a?os sobre una ni?a de 13.
La ni?a dec¨ªa que tambi¨¦n lo quer¨ªa. Su madre y su abuela pensaban que le hab¨ªa sorbido el seso. Le quitaron el m¨®vil, casi no la dejaban salir de casa ni usar Internet. Ella escrib¨ªa sobre su amor en su muro de Facebook y le mandaba cartas a trav¨¦s de sus amigas. ?l la iba a buscar al instituto. Se la llevaba en moto al campo, al cerro¡
La madre asegura que lo denunci¨® muchas veces. El capit¨¢n de la Guardia Civil Juan Manuel Burgos dice que solo les consta una, de la que dieron cuenta al juzgado y a la Fiscal¨ªa de Menores ¡ªnunca se adopt¨® medida alguna¡ª, y que en otra ocasi¨®n intervinieron de oficio por una pelea entre Juan Carlos y la familia de Almudena. Hab¨ªa otra denuncia ante la Polic¨ªa Nacional.
Almudena hab¨ªa terminado recientemente la relaci¨®n, seg¨²n algunas de sus compa?eras de instituto, que presenciaron insultos y amenazas por parte de ¨¦l. Los padres de Juan Carlos aseguran que fue ¨¦l quien cort¨® la historia, pero a la vez admiten que no pod¨ªa soportar siquiera que otro hombre la llevara en coche a alg¨²n sitio. Adela, Jos¨¦ Andr¨¦s, Francisca, su marido¡ todos los parientes de la ni?a hab¨ªan dicho a Juan Carlos, por las buenas y por las malas, que se alejara de la chiquilla, y ¨¦l pensaba que era culpa de ellos que ya no pudieran verse. Tem¨ªa, adem¨¢s, ser denunciado por abusos sexuales o violaci¨®n por ella o por su familia.Una amiga de la madre de Almudena dice que ¨²ltimamente ten¨ªan mucho miedo por lo que estaba pasando: pensaban que pod¨ªa matarlos a ellos o a la ni?a.
Juan Carlos compr¨® el jueves una nueva pistola, y, sobre las siete de la tarde del s¨¢bado, mat¨® A Almudena. Acab¨® con la cort¨ªsima vida de la que dec¨ªa que era el amor de su vida. O estaba con ¨¦l o no estar¨ªa con nadie. Un crimen machista. La v¨ªctima n¨²mero 38 de este a?o seg¨²n el recuento del Gobierno. La m¨¢s joven.
En El Salobral los vecinos recuerdan accidentes, suicidios, ri?as¡, pero ning¨²n trauma tan profundo como el de ese fin de semana. El doble crimen los ha sobrepasado. ¡°A partir de ahora vamos a ser como Puerto Hurraco ?no?¡±, dice un vecino mientras toma una cerveza. ¡°Ya nadie nos va a conocer por las patatas, sino por los asesinatos¡±. Es un pueblo agr¨ªcola dedicado fundamentalmente a la plantaci¨®n de este tub¨¦rculo y de cereal (ma¨ªz, trigo, cebada, alfalfa¡). Un sitio muy peque?o. Tanto, que no es ni pueblo. Es una pedan¨ªa de Albacete con unos 1.400 habitantes. Tiene un colegio, un estanco, una iglesia, tres restaurantes, un hostal, tres supermercados, una gasolinera¡ servicios b¨¢sicos para una poblaci¨®n diminuta. Todos se conocen. Y muchos son familia cercana o lejana.
¡°No hay que remover la mierda¡±, se escucha estos d¨ªas. Los vecinos piden tranquilidad para seguir viviendo. Muchos piensan que el hecho de que el homicida se quitara la vida facilita las cosas. Si Juan Carlos hubiera sido detenido, si hubiera ido a la c¨¢rcel, si los familiares hubieran ido a verle¡ todo habr¨ªa sido m¨¢s complicado dentro del pueblo. Pero, ahora, las tres familias han sufrido una tragedia. Una madre y una abuela han perdido a su ni?a, Almudena; una hija de 11 a?os ha perdido a su padre, Agust¨ªn; y un padre y una madre tendr¨¢n que vivir con la carga de saber que su hijo acab¨® con la vida de dos personas antes de suicidarse. ¡°Para ellos no debe ser f¨¢cil tampoco¡±, dicen Pepe y Desiderio, los dos hermanos de Agust¨ªn.
Un primo de Pepe le ha pedido perd¨®n. Era tambi¨¦n primo de Juan Carlos. ¡°Me dijo que lo sent¨ªa mucho, que no entend¨ªa c¨®mo un primo suyo hab¨ªa cometido un crimen as¨ª¡±, relata Pepe. ¡°Nos dimos un abrazo. Qu¨¦ vamos a hacer. Ma?ana hablar¨¦ con otro de mis primos, que s¨¦ que est¨¢ igual y que ni se atreve a venir. Hay que cerrar estas heridas¡±. La madre de Juan Carlos, C¨¢ndida, es sobrina de un t¨ªo de los Delicado. ¡°Somos familia¡±, dice Pepe. ¡°Confi¨® en que lo superemos, aunque entiendo que para la familia de la ni?a ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil¡±.
La madre de la chiquilla, Adela, estaba el jueves en su casa de El Pasico. Su pareja pide a la periodista, por favor, que se marche. ¡°Est¨¢ muy mal. No est¨¢ en condiciones¡±. Habl¨® el d¨ªa del funeral y ahora trata de encajar lo sucedido. Su exnovio, Jos¨¦ Andr¨¦s, pone cervezas, con la cara desencajada, en el merendero en el que trabaja. ¡°?C¨®mo est¨¢s?¡±, le pregunta el sacerdote. ¡°Peor que mal¡±, responde. En la calle La Luz, donde muri¨® Almudena, los chiquillos dejan flores y velas. Han hecho un altar. ¡°Nunca te olvidaremos¡±, le escriben. Han colocado una foto de Almudena sonriendo sobre un caballo. Dice el alcalde, ?ngel, que estos d¨ªas hay ni?os a¨²n asustados que no pueden dormir solos.
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