Paro, pobreza y desalojos
El 83% de los espa?oles percibe que la sociedad espa?ola se est¨¢ empobreciendo
Pr¨®ximo ya a terminar el quinto a?o de crisis, el estado de ¨¢nimo de los espa?oles sigue estancado en un hondo desaliento, con tendencia a empeorar. De forma pr¨¢cticamente un¨¢nime (97%) definen como mala la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola y un 64% dice sentir no ya preocupaci¨®n, sino angustia al respecto. Por otro lado, son ya tantos los que definen como buena su situaci¨®n econ¨®mica familiar como los que la consideran mala (38% en ambos casos). Y, sobre todo, un 86% piensa que el paro, que es el problema que m¨¢s preocupa, va a seguir igual que ahora, o incluso en niveles m¨¢s altos, durante bastante tiempo todav¨ªa. La creciente extensi¨®n del desempleo lo ha convertido en una vivencia personal pr¨¢cticamente universal: el 86% tiene en su familia o en su c¨ªrculo de amigos m¨¢s cercano a alguien sin trabajo.
En estas condiciones, no puede extra?ar que de forma masiva (83%) los espa?oles perciban que nuestra sociedad se est¨¢ empobreciendo y que este empobrecimiento no ser¨¢ pasajero y f¨¢cilmente recuperable, sino que supondr¨¢ un derrumbamiento de las condiciones generales de vida, que perdurar¨¢ largo tiempo y que alcanzar¨¢ a m¨¢s personas de las ya afectadas. El pron¨®stico ciudadano es tan profundamente pesimista que el 96 % (es decir, pr¨¢cticamente todo el mundo) cree que si no se toman medidas urgentes y eficaces, nuestro pa¨ªs corre el riesgo de acabar dividi¨¦ndose cada vez m¨¢s en ricos y pobres, sin t¨¦rminos medios. De hecho, un 83% cree que de no ser por la actuaci¨®n de entidades como C¨¢ritas o Cruz Roja la crisis social se habr¨ªa hecho ya insostenible en nuestro pa¨ªs.
Este proceso de ca¨ªda libre que la ciudadan¨ªa tiene la sensaci¨®n de estar viviendo presenta dos efectos colaterales cuyas posibles implicaciones no cabe infravalorar. Por un lado, ha contribuido a que la gente se haya hecho m¨¢s solidaria con quienes lo est¨¢n pasando mal: lo percibe as¨ª un masivo 74%. Lo cual, sin duda, resulta positivo, pues indica que, en plena crisis, los valores c¨ªvicos m¨¢s b¨¢sicos y profundos parecen estarse reforzando y consolidando en vez de desgastarse -al menos por ahora-. Pero, al mismo tiempo, este repliegue sobre la mutua y rec¨ªproca ayuda ciudadana puede conllevar un inquietante debilitamiento de la confianza en las instituciones p¨²blicas: un 63 % indica, en efecto, que la crisis est¨¢ incrementando el desentendimiento ciudadano respecto de los asuntos colectivos y de las cuestiones de inter¨¦s general. En otras palabras: la sociedad civil podr¨ªa estar buscando remedio y consuelo en y por s¨ª misma a su creciente sensaci¨®n de desvalimiento, a la vez que percibe al ¨¢mbito de la gesti¨®n colectiva, es decir, de la pol¨ªtica, como algo cada vez m¨¢s ajeno, distante...e inoperante.
El reci¨¦n alcanzado principio de acuerdo entre el Gobierno y el principal partido de la oposici¨®n para buscar remedio a la alarmante ola de desahucios no puede ser m¨¢s oportuno ni m¨¢s acorde con el sentir popular: el 95% de la ciudadan¨ªa reclama un cambio urgente de la legislaci¨®n que regula las hipotecas. Un abrumador 96 % recrimina adem¨¢s al Banco de Espa?a no haber vigilado m¨¢s de cerca, en su momento, la forma en que fueron concedidas hipotecas que conllevaban un riesgo excesivo. Nueve de cada diez espa?oles creen que con mucha frecuencia las entidades financieras han abusado de la buena fe y escasa formaci¨®n jur¨ªdica de quienes firmaban hipotecas con cl¨¢usulas abusivas y, sin duda por ello mismo, nueve de cada diez creen tambi¨¦n que ahora los tribunales no deben limitarse a aplicar, sin m¨¢s, la legislaci¨®n hipotecaria, sino que el amparo judicial ha de consistir en buscar soluciones equitativas y razonables para la parte m¨¢s d¨¦bil. En todo caso, este generalizado y profundo recelo y desafecto respecto de las instituciones financieras que, sondeo tras sondeo, manifiestan los espa?oles, no impide que, al mismo tiempo, un sustancial 31% reconozca que no todas son iguales ni proceden del mismo modo. O lo que es igual, que en las actuales circunstancias -y en lo que a imagen p¨²blica se refiere- no debe fustigarse por igual a justos y pecadores ni meter en el mismo saco de oprobio y reprobaci¨®n a todos los bancos y Cajas. Y esta importante matizaci¨®n concuerda con el hecho de que en las distintas oleadas de evaluaci¨®n ciudadana de las empresas de nuestro pa¨ªs que peri¨®dicamente lleva a cabo Metroscopia aparezcan regularmente entre las diez primeras, y en lugares de cabeza, precisamente tres entidades de cr¨¦dito.
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