El Estado nuevo
El que fuera secretario general del PCE de 1960 a 1982 justifica en este cap¨ªtulo de sus memorias los ¡°cambios de posici¨®n en la vida¡± que le permitieron ¡°seguir siendo el mismo¡±
Yo he nacido en las filas del Partido Socialista; mi padre era socialista, mi madre tambi¨¦n, eran militantes en Asturias; despu¨¦s mi padre fue uno de los dirigentes del partido y por consiguiente, ya desde mi nacimiento, pr¨¢cticamente puede decirse que estaba encaminado, o a renegarde los m¨ªos, o a defender la causa de los trabajadores y la idea del socialismo. En el periodo de mi juventud, en un momento dado, yo llegu¨¦ a convencerme de que era m¨¢s eficaz en la lucha por el socialismo, el Partido Comunista, y en la guerra, en el curso de la guerra, ingres¨¦ en el Partido Comunista y quiero decir que a estas alturas yo no he cambiado de parecer, no he vuelto al redil y no soy miembro del Partido Socialista, no quiero que nadie se enga?e. Tampoco soy miembro del Partido Comunista porque en un momento dado yo no estuve de acuerdo con la orientaci¨®n sectaria del Partido Comunista; yo defend¨ª lo que se conoci¨® como la l¨ªnea eurocomunista, y hubo una decisi¨®n muy extra?a en una reuni¨®n del Comit¨¦ Central del Partido Comunista en la que se nos excluy¨® a m¨ª, a una parte muy importante de los miembros dirigentes del partido, del Comit¨¦ Central y a m¨¢s de tres o cuatro mil cuadros comunistas de diferentes lugares del pa¨ªs. Yo qued¨¦ fuera del Partido Comunista y hoy estoy fuera del Partido Comunista.
Por otra parte creo sinceramente que el Partido Comunista ha dejado de actuar y de existir en Espa?a, por lo menos el Partido Comunista que yo conoc¨ª, que yo dirig¨ª tambi¨¦n con Jos¨¦ D¨ªaz y con Dolores Ib¨¢rruri;¨¦ste ya no existe. Pero, repito, yo no he vuelto al redil, sigo sinti¨¦ndome comunista y claro, un comunista que lo sea de verdad y un socialista que lo sea de verdad no pueden ser enemigos podr¨¢n diferir en alg¨²n punto de vista pero si son una u otra cosa sinceramente, tienen que ser amigos y comprender que el explotador, el enemigo fundamental, la derecha reaccionaria, es el obst¨¢culo que nos impide a los dos llegar a transformar el pa¨ªs y el mundo y que nos obliga a actuar unidos, a entendernos y a apoyarnos mutuamente.
Esta declaraci¨®n de principios la hago porque para m¨ª es una cuesti¨®n muy importante ser coherente y a veces explico que yo he cambiado de posici¨®n algunas veces en la vida, para poder seguir siendo el mismo, porque es que el mundo cambia y como el mundo cambie y t¨² est¨¦s sin cambiar, como una estatua de sal, en la pr¨¢ctica no s¨®lo dejas de ser el mismo, te convierte en eso, en un trozo met¨¢lico o algo que no tiene contacto ni influencia sobre la realidad.
Yo creo que uno de los problemas que hay en la izquierda es que estamos metidos en una tarea ¨Chablo de la izquierda en general¨C y sin embargo no nos preocupamos de tener idea de conjunto, una comprensi¨®n general del contenido, del car¨¢cter, de la amplitud de esa tarea y muchas veces nos perdemos en detalles y hasta nos angustiamos innecesariamente, precisamente porque carecemos de una visi¨®n general de lo que estamos nosotros mismos haciendo. A veces, pasa tambi¨¦n que los hombres, las mujeres, se lanzan a una tarea sin tener muy claro qu¨¦ es lo que quieren obtener y yo creo que eso nos pasaba un poco en el momento de la Transici¨®n, cuando estamos desmontando el r¨¦gimen anterior, comenzando a desmontarle y construimos el nuevo o por lo menos empezamos a construirle, elaborando la constituci¨®n, sentando las bases en que se va a apoyar el desarrollo pol¨ªtico siguiente.
Y cuando en los a?os 1976, 1977, 1978 empezamos a enfrentarnos con esta tarea, sab¨ªamos una cosa clara, eso yo creo que todos lo ten¨ªamos claro: hab¨ªa que terminar con aquella dictadura insoportable que durante cuarenta a?os hab¨ªa destruido generaciones de espa?oles enteras, hab¨ªa rebajado el nivel de cultura y la influencia de nuestro pa¨ªs en el mundo, hab¨ªa cerrado la boca a los espa?oles, hab¨ªa destruido las libertades y destruido en gran parte el pa¨ªs y hab¨ªa que reemplazar eso por un sistema democr¨¢tico, un sistema cuya clave, cuyo motor, fuese el principio de la soberan¨ªa popular, es decir, el principio de que quien tiene derecho a mandar en este pa¨ªs es el pueblo, son los ciudadanos, sois vosotros y no ning¨²n salvador que viene a resolver todos los problemas.
Sab¨ªamos que esa era una verdad fundamental, sobre la que se construye, con dificultades, que no son del momento, la Transici¨®n. Ahora, ?c¨®mo hacer eso?, ?de qu¨¦ manera construir y qu¨¦ construir? Eso tampoco estaba demasiado claro, incluso para aquellos de nosotros que en aquel momento jug¨¢bamos un papel fundamental. Que hac¨ªa falta un nuevo Estado, de sobern¨ªa popular, era lo que sab¨ªamos. Pero lo que no sab¨ªamos es exactamente c¨®mo ¨ªbamos a construirlo y, por ejemplo, yo puedo explicar lo que era mi opini¨®n y la opini¨®n del Partido Comunista y del Partido Socialista en aquel momento, en el tema de las naciones y regionalidades; en ese momento, yo creo que ninguno de los dirigentes de la izquierda ten¨ªamos claro que hubiera que ir m¨¢s all¨¢ de la autonom¨ªa de Euskadi, Catalu?a y Galicia como nacionalidades hist¨®ricas; y surgi¨® la idea de las autonom¨ªas. Y la idea de las autonom¨ªas apareci¨®, pues, en aquel momento,no tanto como una iniciativa de la izquierda como la manera en que los reformistas del franquismo que colaboraban con la izquierda en la Transici¨®n pensaban que pod¨ªa llegarse a conceder a Catalu?a, Euskadi y Galicia un estatuto de autonom¨ªa sin provocar una Guerra Civil, porque cualquier medida especial, particular para estas nacionalidades, la derecha espa?ola, que entonces controlaba el ej¨¦rcitopr¨¢cticamente, iba a tratar de impedir por cualquier modo y por cualquier procedimiento que se diera lo que parec¨ªa entonces un privilegio, la autonom¨ªa a esos tres territorios del Estado espa?ol. Y del campo reformista del franquismo de Su¨¢rez, sali¨® la idea de darle autonom¨ªa a todas las regiones, de crear un sistema auton¨®mico. Creo que, en la mente de los que aportaron esta inicitiva, no estaba tanto el ir a un Estado realmente auton¨®mico, como el sujetar a todas las regiones con una soluci¨®n que entonces se llam¨® caf¨¦ para todos. Vamos a dar caf¨¦ a todos pero el caf¨¦ que les vamos a dar es poco, pocas competencias y vamos a cubrir el expediente.
Sin embargo la vida ha demostrado que la idea de un r¨¦gimen de autonom¨ªas, algo muy parecido a lo que podr¨ªa ser un sistema federal, era una idea tremendamente progresista y productiva, porque enseguida comprobamos, en pocos a?os de funcionamiento de las autonom¨ªas, que el desarrollo considerable que Espa?a ha tenido desde la Transici¨®n, en grand¨ªsima parte, se debe al tipo de Estado de las autonom¨ªas.
Mi testamento pol¨ªtico, de Santiago Carrillo, se publica el 19 de noviembre (Galaxia Gutemberg). 368 p¨¢ginas. 19,50 euros.
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