El amo de la frontera de Melilla
Rabat procesa al activista marroqu¨ª que desde hace a?os provoca a la polic¨ªa espa?ola y que la semana pasada envi¨® a sus secuaces a amputar la estatua del conquistador de la ciudad
Los polic¨ªas espa?oles destinados en la frontera de Melilla respiran aliviados. Ya no ver¨¢n, al menos durante un tiempo, a El Gigante burlarse de ellos desde la llamada tierra de nadie, ese espacio que separa los puestos de control espa?ol y marroqu¨ª. El Grandull¨®n ya no incitar¨¢ a los j¨®venes que por all¨ª deambulan a lanzar piedras sobre los agentes espa?oles oblig¨¢ndoles, a veces, a cerrar la frontera internacional de Beni Enzar durante unos minutos o unas horas.
Said Chramti, marroqu¨ª de 36 a?os, apodado El Gigante o El Grandull¨®n porque mide cerca de dos metros, fue detenido el pasado lunes por la Polic¨ªa Judicial por orden de la Fiscal¨ªa de Nador, la ciudad vecina de Melilla. Tras pasar 24 horas en los calabozos de la comisar¨ªa fue puesto en libertad, pero imputado por manifestaci¨®n no autorizada, desobediencia a la autoridad e injurias a funcionario en el ejercicio de sus funciones, seg¨²n su abogado Abdelmoneim Fettahi. Curiosamente, la prensa oficial marroqu¨ª ha ignorado su detenci¨®n.
Su ¨²ltima empresa antes de ser detenido consisti¨® en asestar, por primera vez, un golpe dentro de Melilla. Envi¨® a sus adictos al casco antiguo, en la madrugada del viernes 16 de noviembre, a amputar con una segueta el brazo derecho, la mano y la espada de la estatua de Pedro de Estopi?¨¢n, el conquistador de la ciudad en 1497. A continuaci¨®n, reivindic¨® el acto vand¨¢lico enviando fotos del brazo a la prensa, pero despu¨¦s se desdijo.
Chramti, que tantas veces ha llamado y escrito a la prensa espa?ola para anunciarle sus haza?as contra el ¡°colonialismo espa?ol¡±, guarda silencio desde su imputaci¨®n. Su m¨®vil est¨¢ apagado. En la ciudad aut¨®noma espa?ola, en cambio, todos aplauden p¨²blicamente, empezando por el presidente Juan Jos¨¦ Imbroda, la imputaci¨®n del que es tambi¨¦n vicepresidente del Comit¨¦ para la Liberaci¨®n de Ceuta y Melilla. Los abogados del Ayuntamiento melillense preparan incluso una denuncia contra algunos de los secuaces del activista.
A todos esos melillenses les gustar¨ªa que Chramti pasase una temporada detr¨¢s de los barrotes. Ya tiene experiencia carcelaria. Acumula tres condenas en Marruecos, con un total de 37 meses, por fomentar la emigraci¨®n clandestina, carecer de DNI, ocultar objetos robados etc¨¦tera.
Chramti organiz¨® en verano las incursiones de nacionalistas marroqu¨ªes en las islas y pe?ones espa?oles
El Gigante lleva a?os incordiando y, a veces, dando sustos a las autoridades espa?olas. Cuando no organiza la lapidaci¨®n de la polic¨ªa espa?ola ¡ªla ¨²ltima vez el 14 de noviembre¡ª impide el paso de camiones a Melilla, como sucedi¨® en el verano de 2010, con frutas, hortalizas y pescado. La ciudad qued¨® entonces desabastecida.
Su mayor gesta la perpetr¨® el 18 de septiembre de 2008. Ese d¨ªa el teniente coronel de la Guardia Civil de Melilla, el jefe superior de Polic¨ªa, el delegado de Hacienda y tres colaboradores suyos regresaban a pie a Melilla, vestidos de paisano, tras mantener una reuni¨®n de trabajo con sus hom¨®logos marroqu¨ªes en el edificio de la Aduana, a menos de 300 metros de la frontera.
Chramti, que como de costumbre merodeaba por all¨ª, les reconoci¨®, empez¨® a increparles hasta que m¨¢s de un centenar de personas se unieron a ¨¦l y acorralaron a la delegaci¨®n espa?ola, que corri¨® a refugiarse en una peluquer¨ªa, cuyo due?o cerr¨® la puerta. En la huida el inspector jefe de la frontera, Vicente Goya, fue golpeado y permaneci¨® varios meses de baja. La polic¨ªa marroqu¨ª acudi¨® despu¨¦s a rescatarles en el establecimiento en el que se hab¨ªan refugiado.
Los seis funcionarios espa?oles pusieron una denuncia contra Chramti, sobre el que ya pende una condena a 18 meses en Melilla, en un juzgado de instrucci¨®n de Madrid. Marruecos no extradita a sus ciudadanos, pero s¨ª accedi¨® a juzgarle en Nador, en febrero, en virtud del convenio bilateral de asistencia judicial penal. Curiosamente, los integrantes de la delegaci¨®n se retractaron a principios de este a?o. Chramti no ser¨¢ ya juzgado por aquella agresi¨®n que ¨¦l describe ante la prensa como una mera ¡°correcci¨®n¡±.
Desde las elecciones municipales marroqu¨ªes de 2009, Chramti se ha colocado bajo la tutela pol¨ªtica de Yahya Yahya, el nuevo alcalde de Beni Enzar, la localidad fronteriza de Melilla, que tambi¨¦n preside el Comit¨¦ para la Liberaci¨®n de Ceuta y Melilla. Yahya, de 45 a?os, fue condenado a 15 meses en Melilla, en julio de 2008, por resistencia a la autoridad cuando la polic¨ªa acudi¨® a su casa respondiendo a una llamada de los vecinos que o¨ªan gritos de su mujer, que acab¨® lesionada. Fue absuelto, en cambio, del delito de violencia machista.
Yahya se traslad¨® entonces a vivir del otro lado de la frontera, pero no cambi¨® su forma de actuar. De vacaciones en Roma mantuvo, el 4 de agosto de 2008, una violenta discusi¨®n con su esposa en un restaurante y, al salir a la calle, ¡°agredi¨® sexualmente¡± a una turista, seg¨²n la agencia de prensa italiana ANSA. Cuando los carabineros se presentaron en su hotel para detenerle, se enfrent¨® con ellos a pu?etazos. Fue condenado a 30 meses de c¨¢rcel por ¡°rebeld¨ªa y lesiones¡± a funcionario y por violencia de g¨¦nero. Marruecos retir¨® a su embajador de Roma para protestar porque Yahya es senador. Es incluso el copresidente del grupo parlamentario de amistad hispano-marroqu¨ª.
Asociado ahora con Yahya, Chramti ha ampliado su radio de acci¨®n. En agosto reivindic¨® la incursi¨®n de media docena de activistas en el pe?¨®n espa?ol de V¨¦lez de la Gomera y el 3 de octubre, coincidiendo con la cumbre hispano-marroqu¨ª de Rabat, intent¨® hacer otro tanto en el pe?¨®n de Alhucemas. La gendarmer¨ªa se lo impidi¨®. S¨ª logr¨®, en cambio, ese d¨ªa que dos de sus secuaces alcanzasen en una lancha las islas Chafarinas, donde plantaron brevemente una bandera marroqu¨ª.
Aunque les pese a los espa?oles, Chramti goza de cierto apoyo popular. Prueba de ello son las decenas de seguidores que le abrazaban el martes a la salida de la comisar¨ªa. Entre ellos estaba Yahya, que para protestar lleg¨® a cerrar su Ayuntamiento. Las denuncias de El Gigante sobre la ¡°arbitrariedad¡± de la polic¨ªa espa?ola que impide, algunas tardes, la entrada de los j¨®venes de Nador en Melilla o estampa un sello de ¡°anulado¡± en pasaportes marroqu¨ªes, etc¨¦tera, no caen en saco roto.
Pero esa simpat¨ªa popular no explica el origen de sus fondos para comprar cientos de banderas marroqu¨ªes, que distribuye a los que se concentran en la frontera y la bloquean, o para trasladar a gentes humildes en taxis y autobuses hasta Alhucemas, a 90 kil¨®metros de Nador, donde deb¨ªan manifestarse el 3 de octubre. No hubo manifestaci¨®n y, aparentemente, Chramti no pag¨®, sus diez o doce euros la jornada, a los que transport¨® hasta all¨ª. Una mujer quincuagenaria se queja amargamente de ello en un v¨ªdeo grabado ante la playa de Alhucemas.
Hasta ahora, Chramti no ha tenido que rendir cuentas por los altercados que provoc¨® en la frontera durante a?os. Ten¨ªa adem¨¢s una excelente relaci¨®n con las fuerzas de seguridad all¨ª desplegadas. Guiado por ¨¦l, este corresponsal hizo, en 2008, un minucioso recorrido del lado marroqu¨ª de la frontera de Melilla que le hubiese sido imposible efectuar incluso con permisos oficiales. Por aquellas fechas una periodista francesa se salt¨®, por error, un control de carretera de la gendarmer¨ªa y, gracias a la intervenci¨®n de Chramti, no fue sancionada. ?Para qui¨¦n trabajaba entonces El Grandull¨®n?
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