La gota final
El corresponsal de este peri¨®dico en Bruselas, Claudi P¨¦rez, daba cuenta en su cr¨®nica del pasado viernes de la perplejidad ¡ªprudente y expresada off the record, por supuesto¡ª de nuestros socios europeos ante la reacci¨®n del Gobierno espa?ol y del PP en el caso B¨¢rcenas y ante la ausencia de dimisiones en relaci¨®n con el mismo. ¡°En cualquier pa¨ªs del Norte la situaci¨®n ser¨ªa diferente¡±, conclu¨ªa la an¨®nima fuente. Esa misma perplejidad es lo que expresan de forma clara las respuestas obtenidas en el sondeo de Metroscopia realizado ahora, apenas una semana despu¨¦s de que este asunto estallara.
Probablemente el caso B¨¢rcenas no es necesariamente el m¨¢s grave del largo rosario de esc¨¢ndalos que han sacudido nuestra vida p¨²blica en estos a?os ¨²ltimos: la estafa del Palau, el ERE andaluz, el caso G¨¹rtel o el caso Urdangarin, por citar solo unos ejemplos, podr¨ªan competir con iguales o mayores m¨¦ritos por el triste Oscar de la Verg¨¹enza Nacional, si tal galard¨®n existiese. Pero ocurre que el asunto de la presunta contabilidad B ha sido el ¨²ltimo en aparecer en escena y ha supuesto la gota final que ha desbordado el ya colmado vaso de la paciencia ciudadana. As¨ª, la reacci¨®n de la poblaci¨®n ha pasado a ser de c¨®lera y no solo ¡ªcomo hasta hace poco¡ª de decepci¨®n, desapego o enfado con el Gobierno y con el PP, pero tambi¨¦n, a su trav¨¦s, con toda nuestra clase pol¨ªtica. La cosa ha empezado a ponerse alarmantemente seria.
Para empezar, el 96% de los espa?oles (es decir, la pr¨¢ctica totalidad) no comparte en absoluto la idea de que los papeles B¨¢rcenas sean un documento ignorable y de dudoso inter¨¦s: por el contrario, piensan que la informaci¨®n que esos apuntes contables contienen es algo que merece ser considerado y estudiado en serio. Como, por cierto, est¨¢n haciendo jueces y fiscales. En segundo lugar, sigue siendo clamoroso el fracaso de los dirigentes populares en su intento de dar una explicaci¨®n cre¨ªble y convincente sobre el asunto: ahora, como hace una semana, ocho de cada 10 espa?oles creen que no lo est¨¢n consiguiendo. Y lo piensan as¨ª incluso dos de cada tres votantes del PP (67%). De hecho, la actuaci¨®n en este tema de nuestros dirigentes pol¨ªticos m¨¢s significados es, en conjunto, definida por los espa?oles como desacertada, lo que proporciona una indicaci¨®n m¨¢s de la actual falta global de sinton¨ªa y empat¨ªa entre representantes y representados. Pero en esto hay matices diferenciales importantes que no conviene ignorar. Cospedal y Rajoy son los l¨ªderes cuya actuaci¨®n y declaraciones en el caso B¨¢rcenas son consideradas desacertadas por un mayor porcentaje de espa?oles: ni siquiera consiguen el apoyo de sus propios votantes, cuyas opiniones se dividen por mitades. No les va muy a la zaga el principal l¨ªder opositor, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, de quien un 58% piensa que ha estado hasta ahora desacertado en este tema (si bien al menos entre sus votantes son algunos m¨¢s ¡ª44% frente a 38%¡ª quienes dicen que ha estado acertado). Rosa D¨ªez y Cayo Lara resultan ser los menos severamente juzgados, pero son tambi¨¦n, con diferencia, los que menos espa?oles entran a evaluar.
Y queda Esperanza Aguirre. Entre el conjunto de la ciudadan¨ªa su actuaci¨®n en este caso es considerada desacertada, pero entre los votantes populares es 18 puntos m¨¢s alto el porcentaje que considera que ha estado acertada (44%) que el que cree que ha estado desacertada (26%). En otras palabras, lo que estos datos indican es que ¡ªpol¨¦micas partidistas internas aparte sobre posibles deslealtades u oportunismos¡ª Aguirre ha sabido conectar claramente mejor que los dem¨¢s l¨ªderes de su partido con lo que ahora sienten y piensan quienes son votantes del mismo.
Y como colof¨®n, el que va camino de acabar convirti¨¦ndose en el caso Ana Mato. No parece que la ciudadan¨ªa cuestione ni la honorabilidad personal de la actual ministra de Sanidad, ni que desee su persecuci¨®n penal por hechos, que de haber sido constitutivos de delito, habr¨ªan prescrito desde hace ya cinco a?os. Pero un masivo 83% (incluso un 70% entre los propios votantes del PP) considera que debe dimitir por lo que cabe definir como una cuesti¨®n de est¨¦tica c¨ªvica (que no es sino uno de los nombres que cabe dar a esa responsabilidad pol¨ªtica de la que tanto se habla y tan poco se practica). Una de las obligaciones de todo cargo p¨²blico es, sin duda, no poner en situaci¨®n desairada o bochornosa (aunque sea involuntariamente) ni a quien le ha designado, ni al partido al que pertenece, ni a los electores que le dieron su voto. Y eso es lo que parecen pensar los espa?oles y por eso piden esa dimisi¨®n. Y quiz¨¢ tambi¨¦n para as¨ª no tener que seguir ¡ªapesadumbradamente¡ª pensando que ¡°en cualquier pa¨ªs del Norte la situaci¨®n ser¨ªa diferente¡±.
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