Crisis de representaci¨®n
Cada vez es mayor el ruido de las redes sociales y menor la capacidad del sistema pol¨ªtico para digerirlo
A veces la vida pol¨ªtica nos ofrece estas cosas: im¨¢genes, voces, escenarios, que en un solo d¨ªa sirven para plasmar con nitidez las contradicciones que nos asolan. En poco espacio de tiempo pudimos ver tres acontecimientos que muestran por d¨®nde se mueve en estos momentos la pol¨ªtica democr¨¢tica. El primero, quiz¨¢ el m¨¢s importante, fue la presentaci¨®n de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) contra los desahucios, apoyada fuera y dentro del Congreso por quienes vienen reclam¨¢ndola, y avalada por m¨¢s de un mill¨®n de firmas. El segundo fue la comparecencia a puerta cerrada de Draghi, el Gran Tecn¨®crata, en una sala de audiencias de la C¨¢mara baja. Y, por fin, el zapatazo de Beatriz Taleg¨®n ante los l¨ªderes socialistas mundiales.
Con pocas horas de diferencia pudimos asistir al enfrentamiento, ciertamente expresivo, de dos l¨®gicas distintas de entender, vivir y actuar en democracia. Una, el caso de Draghi, es casi anecd¨®tica, aunque ah¨ª lo que llama la atenci¨®n es la ausencia de publicidad de sus palabras. Como se vio, con poco ¨¦xito. Pero define bien aquello que simboliza. No tiene sentido debatir sobre ¡°lo que hay que hacer en todo caso¡±. Toda su sutileza y elegancia no pod¨ªa ocultar que vino para lo que vino, evaluar hasta qu¨¦ punto cumpl¨ªamos con los deberes que nos hab¨ªan impuesto. Y no deja de ser ir¨®nico que lo hiciera all¨ª donde se supone que somos soberanos para dotarnos de las pol¨ªticas que nos vengan en gana. El mensaje oculto fue m¨¢s que meridiano: ¡°Se?ores, esta C¨¢mara deber¨¢ decidir sobre aquello que nosotros digamos. Si no, at¨¦nganse a las consecuencias¡±.
El caso del debate sobre la ILP parece simbolizar el polo opuesto. El pueblo a las puertas del Parlamento que conmina a sus representantes a actuar en la l¨ªnea de la ¨¦tica de la convicci¨®n, a abandonar una legislaci¨®n sobre desahucios claramente injusta. Que despu¨¦s el sistema se tome su venganza en forma de restricci¨®n en el acceso a los cr¨¦ditos hipotecarios o dificulte el alquiler a los m¨¢s menesterosos ya es otro problema. Lo significativo aqu¨ª es resaltar el aislamiento creciente de la clase pol¨ªtica, perdida en su incapacidad para satisfacer a la vez los deseos de la gente y los imperativos sist¨¦micos. La cuesti¨®n que importa es que ya no sabe bien a qui¨¦n representa, si a Draghi, Merkel y los Mercados o al pueblo llano. Y cuando este llama a sus puertas tan cargado de razones, toda su seguridad anterior se desmorona. El perd¨®n solicitado por el grupo socialista por no haber emprendido antes la reforma que ahora apoya con vehemencia es un buen ejemplo de ello. La izquierda sist¨¦mica trata de liberarse de sus ¡°culpas¡± y acercarse a esta nueva revuelta liderada por nuevos movimientos sociales que desaf¨ªan su capacidad para encauzar el descontento.
Y esto nos lleva al tercer supuesto del otro d¨ªa, la impresionante reprimenda que una joven socialista, Beatriz Taleg¨®n, les endos¨® a sus colegas mayores. M¨¢s que el contenido de su discurso, que tambi¨¦n, lo que llam¨® la atenci¨®n fue la frescura y espontaneidad con la que lo fue hilvanando. Pero qued¨¦monos con lo que aqu¨ª importa, la escenificaci¨®n de un grito contra la autocomplacencia de los partidos, su vida al margen de los problemas de la gente, su creciente clausura olig¨¢rquica.
Nuestros tres ejemplos son una evidencia m¨¢s de que nos encontramos ante una importante crisis de representaci¨®n. Hace tiempo ya que los partidos han dejado de ser esos instrumentos que mediaban entre ciudadan¨ªa y sistema pol¨ªtico. Y el Parlamento se nos antoja hoy pl¨²mbeo y distante. Igual que, a decir de W. Benjamin, las obras de arte perdieron su aura en la ¨¦poca de su reproducci¨®n t¨¦cnica, las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n est¨¢n haciendo lo propio con los titulares de la vida pol¨ªtica. Sus consecuencias son todav¨ªa imprevisibles. El caso es que cada vez es mayor el ruido que emiten las redes sociales y menor la capacidad que tiene el sistema pol¨ªtico para digerirlo.
La pol¨ªtica de hoy oscila entre el fr¨ªo c¨¢lculo tecnocr¨¢tico y las pasiones a flor de piel en la calle y el ciberespacio. Raz¨®n t¨¦cnica versus emocionalidad. En medio vegeta una clase pol¨ªtica que se siente sola y desconcertada, ansiosa de ser querida pero atrapada por un pasado que necesita hacerse perdonar. Muchos estamos deseosos de que pueda llegar a recuperar la confianza perdida, que se sepa reinventar en este nuevo mundo. Est¨¢ por ver si podr¨¢n hacerlo pol¨ªticos socializados con claves e inercias de otra ¨¦poca. Hoy m¨¢s que nunca, renovarse o morir.
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