I?aki, cuesta abajo
En el a?o transcurrido desde la primera declaraci¨®n, todo lo que pod¨ªa ir mal ha ido a peor
Qu¨¦ cuesta arriba se puede hacer una cuesta abajo. Eso deb¨ªa pensar ayer I?aki Urdangarin cuando descend¨ªa, seguido un paso por detr¨¢s por su abogado, Mario Pascual Vives, los 40 metros de rampa que separan la calle de Perellades de la entrada de los juzgados de Palma para declarar como imputado ante el juez Castro. En el a?o transcurrido entre el 25 de febrero de 2012, d¨ªa de su primera citaci¨®n, y este 23 de febrero de 2013, todo lo que pod¨ªa ir mal ha ido a peor. Entonces, el gallardo duque de Palma, yerno preferido del Rey desde su boda con la infanta Cristina, enfrentaba su visita al juzgado con el aire contrito de un ni?o bueno pillado en falta. Hoy ha ganado 10 a?os, ha perdido 10 kilos y ha mutado en una especie de espectro tan enjuto, atormentado y solo como el caballero de la triste figura. Eso mismo parec¨ªan Urdangarin y Vives bajando la Cuesta del Imputado palmesana: Don Quijote y Sancho en lucha contra los molinos.
¡°Buenos d¨ªas¡±, fue lo ¨²nico que sali¨® de la boca de I?aki ¡ªvestido con vaqueros, abrigo y una bufanda tan apretada que casi parec¨ªa una soga al cuello¡ª, al pasar delante del centenar de periodistas que le esperaban con la acreditaci¨®n pr¨¢cticamente en la boca, estabulados en un corralito y f¨¦rreamente escoltados por otros tantos celosos polic¨ªas. Se o¨ªa, en sordina, el estr¨¦pito de las bocinas de otro centenar de manifestantes que, confinados tambi¨¦n a la fuerza a m¨¢s de 300 metros del juzgado, exhib¨ªan pancartas con su lista de deseos: ¡°N¨®os gustar¨ªa ver a la Infanta¡±, ¡°Basta de chorizos y de se?oritos¡±, y ¡°Espa?a, ma?ana, ser¨¢ republicana¡±. De nada de eso se enter¨® Urdangarin, que sal¨ªa cinco horas despu¨¦s del palacio de Justicia igual de impert¨¦rrito, rodeado de ocho motoristas y un coche con cuatro escoltas, sin que trascendiera m¨¢s novedad de su declaraci¨®n que su deseo de desvincular a la Casa del Rey de sus actividades en el instituto N¨®os.
Un intento que se antoja teledirigido y tard¨ªo despu¨¦s de que el viernes el exbalonmanista ol¨ªmpico, el exglamuroso miembro de la realeza que acompa?aba a su esposa a las m¨¢s solemnes recepciones del Estado, el duque al que adulaban nobles, plebeyos y pol¨ªticos, saliera en portada de The New York Times. El diario estadounidense lo retrataba no como gran mecenas, prohombre de negocios ni presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, como quiz¨¢ lleg¨® a so?ar en sus quimeras, sino como responsable de ¡°acorralar¡± el futuro de la Monarqu¨ªa espa?ola. Sea cual sea el resultado de su comparecencia ante el juez Castro, lo que parece claro es que la cuesta abajo de Urdangarin, que lleg¨® ayer a Palma solo, sin su esposa, y directamente desde Madrid para no poner a nadie en el compromiso de ofrecer alojamiento a un apestado social, contin¨²a imparable.
Debe de ser muy dif¨ªcil renunciar a las mieles del ¨¦xito y del dinero f¨¢cil una vez que se han probado, porque I?aki desoy¨® todas las se?ales para reportarse y volver al buen camino. Se resisti¨® a dejar N¨®os, seg¨²n su socio Diego Torres. Se resisti¨® a permanecer en su exilio dorado de Washington, recomendado por La Zarzuela para huir de los focos. Se resisti¨® a no ser parte de la familia real y fue a ver a su suegro al hospital en plena tormenta. Se resisti¨® a pagar la fianza de ocho millones impuesta por Castro alegando un ¡°empobrecimiento injusto¡±, cuando se supone que se ha apropiado presuntamente de seis millones de euros de dinero p¨²blico a trav¨¦s de una fundaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro. Se resisti¨® a todo y a todos. La mantiene y no la enmienda.
El I?aki obcecado que declar¨® en el juzgado horas antes de que tambi¨¦n lo hiciera por primera vez como imputado en la misma causa Carlos Garc¨ªa Revenga, secretario oficial de su esposa la Infanta, parece vivir en una realidad paralela y no aceptar que su ?nsula Barataria era un espejismo ilegal, inmoral e ignominioso. Nada que ver con el machote que, seg¨²n los correos que intercambiaba con Revenga, presum¨ªa de atender ¨¦l solo a un equipo de ciclistas macizas. Hoy es su sombra. Enjuto, atormentado, solo. Expulsado de la web de La Zarzuela. Sin su calle en el centro de Palma. Repudiado por los ciudadanos y las autoridades de los que tanto obtuvo. Con el ¨²nico apoyo de su esposa, el duque que se dec¨ªa empalmado va de capa ca¨ªda. Cuesta abajo y sin frenos. El 23 de febrero de 1981, el Rey hizo frente a la afrenta de los golpistas y se gan¨® la Corona. El 23 de febrero de 2013, el marido de su hija le ha puesto en el brete m¨¢s dif¨ªcil de su reinado. A veces, el enemigo est¨¢ en casa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.