De Francisco para abajo
¡°Ante un Papa alem¨¢n todo eran ventajas para Rouco Varela. Ahora han cambiado las tornas¡±
En la era de las nuevas tecnolog¨ªas, la fumata blanca era la se?al de humo de la elecci¨®n del sucesor de Benedicto XVI en el c¨®nclave de los cardenales reunidos en la capilla Sixtina. Canales de televisi¨®n y emisoras de radio aguardaban en conexi¨®n para dar el nombre que ser¨ªa anunciado por el cardenal protodi¨¢cono y consum¨ªan la espera con rellenos a base de frases vac¨ªas y de entrevistas con vaticanistas improvisados carentes del menor inter¨¦s que volv¨ªan una y otra vez sobre el vuelo y la inspiraci¨®n del Esp¨ªritu Santo y recursos dial¨¦cticos propios de una curia en horas bajas. Al fin apareci¨® el cardenal Bergoglio con el nombre de Francisco.
Sus primeras palabras como obispo de Roma venido del fin del mundo devolv¨ªan la centralidad a la ciudad santa. A partir de ese momento se llenaban de significado los detalles m¨¢s peque?os, la cruz pectoral, los zapatos, la costumbre de hacerse la comida o de viajar en metro. La vida cotidiana del que pasaba a ser el Papa se iluminaba y se convert¨ªa de manera retrospectiva en camino de santidad. Los fieles pensaban que bajo ese nuevo enfoque sus vidas pasaban tambi¨¦n a merecer la predestinaci¨®n. Lo dijo David Trueba en la presentaci¨®n de su libro en La buena vida al descubrirnos c¨®mo sin saberlo todo ese ingente n¨²mero de cristianos que cocinan para proveer a su alimentaci¨®n y suben al metro para acudir a sus lugares de trabajo caminaban por la senda de la santidad de la vida ordinaria.
Primeras visitas a Santa Mar¨ªa la Mayor, a la bas¨ªlica de San Juan de Letr¨¢n, misa de entronizaci¨®n, primeras audiencias, encuentro con el Papa em¨¦rito Benedicto XVI en Castel Gandolfo, renuncias al papam¨®vil como a?os atr¨¢s a la silla gestatoria, opci¨®n por atuendos y ornamentos donde predomina la sencillez, todo se interpreta por los exegetas de guardia para ir configurando una nueva imagen del papado de Francisco. Se recupera a San Francisco de As¨ªs y se canta a la Compa?¨ªa de Jes¨²s. Pero tambi¨¦n se espesan algunas incertidumbres en la curia pendiente de confirmaciones y renovaciones al frente de la Secretar¨ªa de Estado y de los Dicasterios. Y desde Roma, en c¨ªrculos conc¨¦ntricos, el haz de ondas electromagn¨¦ticas har¨¢ llegar hasta los lugares m¨¢s rec¨®nditos los nuevos modos y ¨¦nfasis del Vaticano.
Que la lengua materna del papa Francisco sea el espa?ol cumple una antigua aspiraci¨®n de Luis Mar¨ªa Anson, quien pretend¨ªa que las conmemoraciones del V Centenario del Descubrimiento en 1992 se celebraran con un Papa hispanohablante en Roma porque entend¨ªa que as¨ª nuestra lengua recibir¨ªa un impulso definitivo. La operaci¨®n para lograr que se sentara en la silla de Pedro un espa?ol hubiera requerido pensar a lo grande y ponerle dedicaci¨®n, pero como tantas veces nos falt¨® ambici¨®n y constancia. A¨²n se recuerdan las conversaciones con Julio Cer¨®n en su castillo de P¨¦rigueux en 1980 al poco de ser repuesto en el escalaf¨®n de la carrera diplom¨¢tica por el ministro de Exteriores Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca. Hab¨ªa rechazado el nombramiento para abrir la legaci¨®n diplom¨¢tica en Tirana y quer¨ªan convencerle de que aceptara el puesto de embajador ante la Santa Sede. Pregunt¨® cu¨¢l ser¨ªa su misi¨®n y le confiaron que trabajar al colegio cardenalicio para cumplir el designio de Anson. Casi se ofende porque hab¨ªa pensado que iban a proponerle de candidato al solio pontificio.
Ante un Papa alem¨¢n todo eran ventajas para la mayor¨ªa de la actual Conferencia Episcopal espa?ola y en particular para su presidente, el cardenal arzobispo de Madrid Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, que habla un alem¨¢n de aeropuerto y puede dar en Roma una versi¨®n precocinada sin temor a que su interlocutor tenga acceso a fuentes informativas en castellano. Ahora, con el Papa Francisco, han cambiado las tornas porque tiene informaci¨®n directa de primera mano y conoce a los obispos integrantes de la Conferencia a los que dio unos ejercicios espirituales hace unos cinco a?os, seg¨²n la costumbre establecida de confi¨¢rselos a un jesuita. Enseguida veremos si la renuncia de Rouco, que cumpli¨® la edad de retiro de 75 a?os, cobra efecto, y tambi¨¦n hacia donde se orientan las preferencias de Su Santidad en el momento fijado en 2014 de la renovaci¨®n de la c¨²pula de la Conferencia.
Mientras tanto se impone la lectura del libro del profesor ?ngel Lu¨ªs L¨®pez Villaverde El poder de la Iglesia en la Espa?a contempor¨¢nea para entender c¨®mo ha tenido la llave de las almas y de las aulas y comprobar que la sombra del palio es alargada con penetraci¨®n directa en la financiaci¨®n y en la esfera p¨²blica. Porque ninguna urgencia hay de cambiar la Ley de Libertad Religiosa a la que siempre se refer¨ªa para amagar el presidente Zapatero, pero los acuerdos con el Vaticano tienen pasada la fecha de caducidad en la sociedad de nuestros d¨ªas.
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