Viator pacifica a la Legi¨®n
Los vecinos del pueblo almeriense conviven desde hace veinte a?os con la mayor base de legionarios de Espa?a, donde esta semana fallecieron por una explosi¨®n tres zapadores
A diez metros de la entrada de la base ?lvarez de Sotomayor de Viator (Almer¨ªa) un legionario se mantiene de pie, apuntando al suelo y barriendo con una mirada despectiva la explanada frente a ¨¦l. Cuando los extra?os se acercan, les indica con un golpe de barbilla que se alejen. No se admiten curiosos: esta semana tres hombres han muerto en el campamento que aloja la mayor brigada de legionarios de Espa?a.
Porque, en contra de lo que pudiera pensarse, es a los pies del desierto de Almer¨ªa, y no en Ceuta o Melilla, donde se concentra el destacamento de la legi¨®n m¨¢s importante. A seis kil¨®metros de la capital de la provincia, la base de Viator acoge a 2.600 miembros de la unidad m¨¢s popular del Ej¨¦rcito de Tierra, un cuerpo que, por ser de ¨¦lite, requiere de entrenamientos peligrosos que a veces terminan en accidentes como el que el lunes se llev¨® la vida de Antonio Navarro, Manuel Velasco y Jos¨¦ Francisco Prieto, dos brigadas y un sargento de zapadores. Un d¨ªa despu¨¦s de que estallasen los explosivos que manipulaban, camisa arremangada, cara tiznada de un gris met¨¢lico por la barba, el legionario a la puerta de la base defiende la imagen que se pod¨ªa esperar de un cuerpo en el que cada vez menos cosas son como sol¨ªan.
Joaqu¨ªn ?lvarez y Crist¨®bal Urrutia a¨²n recuerdan el viaje que hicieron a Ronda en los noventa, antes de que la legi¨®n se instalase en Viator, para comprobar c¨®mo se comportaban los militares en la que era su plaza fuerte en la pen¨ªnsula antes de trasladarse a Almer¨ªa. Por entonces ?lvarez era el alcalde de la localidad; Urrutia le relev¨® en el cargo. Ambos estaban preocupados por la fama de pendencieros del cuerpo. ¡°Antes de aceptar que se trasladasen a nuestro pueblo, quer¨ªamos ver si en M¨¢laga eran formales¡±, recuerda Urrutia. Viator estaba acostumbrado a los militares desde que en 1924 se inaugur¨® a las puertas de la poblaci¨®n un polvoriento campamento para las unidades que iban y volv¨ªan de ?frica tras los sangrientos descalabros en la guerra del Rif. La base fue transform¨¢ndose en un centro para el servicio militar obligatorio y para las maniobras que el Ej¨¦rcito de Tierra desplegaba en sus desolados paisajes lunares. Las mujeres sub¨ªan a lavar la ropa de los reclutas, y muchas se casaron con ellos. A principios de los noventa, el pueblo, entonces con 2.000 habitantes y hoy con 5.000, presum¨ªa de 38 bares, un cine y discoteca.
Precisamente por eso, porque ya conoc¨ªan a los legionarios de sus ocasionales visitas de maniobras, en Viator los tem¨ªan. ¡°Mam¨¢, recoge las gallinas, que vienen los legionarios¡±, revive los gritos que daba esos d¨ªas Nati Catillo, casada con un militar. ¡°Eran t¨ªos con barbas por el pecho, lo m¨¢s bruto de cada casa: robaban coches, se emborrachaban¡¡±, cuenta Juan Rueda, due?o del bar Yuma.
El desembarco de la Legi¨®n no solo preocupaba a los vecinos. El 1 de junio de 1996, d¨ªa en que se establecieron all¨ª como Brigada Alfonso XIII, el rey Juan Carlos dirigi¨® un discurso a los soldados pidiendo compostura: ¡°A los que form¨¢is hoy aqu¨ª, quiero mencionaros la deuda de gratitud que ten¨¦is con el pueblo almeriense, que con tanto cari?o os ha recibido. Que la m¨¢s hermosa interpretaci¨®n del esp¨ªritu de compa?erismo, la cooperaci¨®n y la ayuda mutua en todas las circunstancias, os lleve a mantener inmaculado el nombre de la Brigada¡±.
Qui¨¦n iba a imaginar que, 20 a?os despu¨¦s, esos tipos duros ir¨ªan cada ma?ana a la base en bicicleta. La mala fama de unos hombres que celebran las privaciones, la muerte y el sufrimiento atemorizaba, pero la profesionalizaci¨®n ha domado ese car¨¢cter salvaje. Sigue trat¨¢ndose de un cuerpo ligado a cierta imaginer¨ªa barroca y al despilfarro de testosterona, pero el Ej¨¦rcito se ha esforzado por reconducir ese esp¨ªritu a un terreno m¨¢s acorde con los tiempos. El programa deportivo de los legionarios es c¨¦lebre por su exigencia y la mitad de las cofrad¨ªas de Almer¨ªa se pelean por tenerlos en sus desfiles de Semana Santa.
Pero no solo por eso se les aprecia. Los alrededor de 500 legionarios establecidos en Viator han mantenido altos los precios de la vivienda. Y la bendici¨®n se hace extensiva a pueblos como Pechina y Hu¨¦rcal, en los que los soldados han comprado o alquilado casa seg¨²n est¨¦n de paso o tengan plaza. ¡°El drama de la Legi¨®n estos d¨ªas lo sentimos como propio porque son una parte esencial del pueblo¡±, explica la actual edil, Mar¨ªa del Mar L¨®pez Asensio, del Partido Popular.
Juan Rueda, 42 a?os, rige el que se reclama negocio m¨¢s antiguo del municipio, el bar Yuma. Rueda presenta a los militares, como unos caballeros de aquellos que, si una noche se pasan con el vino y se les olvida pagar, no tardan un segundo en sacar el billete cuando se les recuerda al d¨ªa siguiente. ¡°Los chavales que vienen de maniobras a lo mejor la l¨ªan algo m¨¢s¡±, concede, ¡°pero en unos l¨ªmites razonables¡±. El sargento fallecido frecuentaba su bar. ¡°Muy buena gente, como todos los zapadores, que no s¨¦ por qu¨¦ son especialmente agradables¡±, cuenta.
El Bar Bazul es otro ejemplo de integraci¨®n. Lo rigen dos miembros de la brigada y sus mujeres. Eduvigis Ruz, de 30 a?os es una de las due?as, hermana de un legionario y esposa de otro. Por eso no es raro ver sentados a su terraza a miembros del cuerpo. ¡°Cuando est¨¢n a gusto en un lugar son muy cari?osos¡±, explica. ¡°Si no hubiera militares, esto andar¨ªa muerto¡±, apunta Juan Jos¨¦ Garc¨ªa, camarero y vecino de Viator. A la fama de juerguistas tambi¨¦n le pone matices, pero no la desmiente: ¡°No es que sean borrachos¡±, bromea: ¡°es gente joven, lejos de casa y con mucho tiempo libre¡±, dice. ¡°Y eso es bueno para el negocio¡±.
El accidente ha dejado helados a los vecinos en mitad de un extra?o mayo que ha visto c¨®mo se cubr¨ªa de nieve la sierra de los Filabres. El Ej¨¦rcito impide acceder a la base, 5.700 hect¨¢reas de tierra rojiza y matorrales. Las noticias sobre el origen de la explosi¨®n son escasas. La informaci¨®n filtrada apunta a que el accidente no fue en los campos de maniobras, sino en el coraz¨®n de la base, en una nave en la que los militares descargaban material peligroso tras unas pr¨¢cticas. Los tres fallecidos hab¨ªan participado en misiones en Afganist¨¢n, Albania, Bosnia, Irak, Kosovo, L¨ªbano, Macedonia y el Congo. Sobrevivieron a ataques de metralla y mortero, pero encontraron la muerte en el patio de casa. Algo que sorprende menos al tener en cuenta los riesgos que implican sus entrenamientos. Los zapadores precisan de formaci¨®n continua porque los explosivos avanzan r¨¢pido. Solos en la nave, aislados de sus compa?eros, estaban a punto de terminar la jornada. Pero algo se torci¨®.
La llegada de la unidad asustaba al pueblo por su fama de pendenciera, pero ahora sostiene la econom¨ªa local
Otros dos militares fueron heridos por la explosi¨®n: un sargento, grave con una fractura abierta en la pierna, y la cabo Concepci¨®n Gim¨¦nez, con rasgu?os en la cara. Cuando la militar lleg¨® al hospital, los m¨¦dicos se asustaron al ver que le sal¨ªa sangre de un o¨ªdo, pero tras las pruebas, Gim¨¦nez ¡ªque vive en Viator¡ª regres¨® a la base en uniforme de campa?a y asegur¨® que no tomar¨ªa una baja m¨¦dica. Al d¨ªa siguiente recibi¨® a su pareja, uno de los 30 legionarios destinados a Mali por la UE.
¡°Es un horror, pero ya hemos visto muchos accidentes¡±, cuenta un vecino de Viator. Los m¨¢s viejos recuerdan c¨®mo celebraron cuando la autov¨ªa los separ¨® de la base, porque antes m¨¢s de un descuidado tropez¨® con un mortero cazando o pastoreando. En los tiempos modernos los riesgos han quedado atemperados, pero se enroscan en donde menos se les espera. El a?o pasado un militar muri¨® cuando el viento derrib¨® una tienda de campa?a. En los ochenta, una casa del pueblo explot¨® porque dos soldados manipulaban explosivos sacados de la base. En 1975 seis biso?os reclutas que hac¨ªan el servicio militar murieron por una granada enterrada en el campo de tiro...
La muerte es una vecina ingrata. El Ministerio de Defensa ha concedido a legionarios fallecidos la cruz del m¨¦rito militar con distintivo amarillo, que se otorga por servicios que entra?en grave riesgo, lesiones graves o fallecimiento en acto de servicio. El honor ser¨¢ bienvenido en las terrazas de Viator, habr¨¢ brindis, pero los legionarios nunca olvidan que su cuerpo tiene por orgullo ofrecer dos regalos por igual: la gloria y el olvido.
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