Sin rastro de sus hijos en Lugo
Una juez de Lugo investiga una presunta trama de adopciones ilegales Los ni?os eran arrebatados a sus madres desamparadas Ha habido registros en el Gobierno gallego y en una residencia de monjas
El d¨ªa en que le llevaron los papeles para dar a su hijo en adopci¨®n, Paula (nombre ficticio, como buena parte de los de los padres que aparecer¨¢n en este reportaje), que convalec¨ªa de una ces¨¢rea en la planta de maternidad del hospital p¨²blico Xeral Calde de Lugo, ¡°estaba drogada, parec¨ªa un zombi¡±. Le administraron tres Valium 10. Uno a las nueve de la ma?ana, otro a las once y el tercero poco antes de la hora de comer. ¡°No sab¨ªa¡± lo que hac¨ªa, ¡°habr¨ªa firmado la muerte de Carrero Blanco¡±, relata un celador del centro, que ha declarado como testigo en la investigaci¨®n judicial que comenz¨®, justo un a?o despu¨¦s de nacer el peque?o Juan, en el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 3 de Lugo, y que ya alcanza m¨¢s de una docena de adopciones supuestamente irregulares.
El celador del hospital relata que qued¨® impresionado por la cantidad de tranquilizante que se le hab¨ªa suministrado a la madre. Recuerda que hab¨ªa orden de mantener la puerta siempre cerrada y no perder de vista a la parturienta bajo ning¨²n concepto. A ¨¦l y a los otros dos compa?eros que se turnaban las 24 horas les explicaron que aquella paciente era una esquizofr¨¦nica ¡°peligrosa¡±, pero ¨¦l asegura que no era cierto. ¡°M¨¢s bien al rev¨¦s. Parec¨ªa un secuestro¡±, relat¨®. ¡°Hab¨ªa un mutismo general¡±, justific¨® a la juez. Si alguien hablaba, ¡°enseguida se acababa el contrato¡±.
Despu¨¦s de que a Paula se le administrara la tercera pastilla del ansiol¨ªtico hipn¨®tico, llegaron cuatro mujeres. Dos que no llevaban bata blanca entraron en el cuarto y mandaron marchar a todo el mundo, describe el celador. Cuando salieron de nuevo, una llevaba en la mano los papeles y la otra, la ropita del beb¨¦. Los Valium hicieron dormir a Paula el resto de la jornada. En las jornadas sucesivas, narra el celador, cada vez que gritaba pidiendo a su beb¨¦, volv¨ªan a darle otra pastilla.
Hasta que la madre firm¨® el consentimiento de entrega, el cr¨ªo, que naci¨® completamente sano, permaneci¨® recluido en una ¡°incubadora de aislamiento¡±, separado de todos los dem¨¢s. Entonces, seg¨²n varios testimonios recogidos por el juzgado, se lo llevaron las monjas del Hogar Madre Encarnaci¨®n. Ni a la madre ni al padre se lo dejaron ver. Seg¨²n el celador, que declar¨® que en el hospital se hab¨ªan dado otros casos semejantes, las enfermeras comentaban que era ¡°una pena¡± lo que estaba pasando, conmovidas porque aquel reci¨¦n nacido era ¡°muy guapo¡±.
Entre las madres denunciantes hay v¨ªctimas de malos tratos, mujeres sin recursos o inmigrantes
Se conoce como Operaci¨®n Beb¨¦ aunque hay quien la llama tambi¨¦n caso Chupete u Operaci¨®n Cuna. Quiz¨¢s la variedad de nombres que se oyen en las calles de Lugo se deba a la falta de repercusi¨®n p¨²blica (y a la escasa informaci¨®n que ha salido a la luz hasta el momento) de tan delicadas indagaciones llevadas a cabo por la juez Estela San Jos¨¦ en los mismos meses en que instru¨ªa el sumario del caso Campe¨®n, que implica a numerosos empresarios y pol¨ªticos, y que en una de sus derivadas amenaza al exministro Jos¨¦ Blanco.
El caso de los beb¨¦s robados incluye m¨¢s de una docena de historias de la ¨²ltima d¨¦cada. Algunas tan dram¨¢ticas como la de una mujer que en 2006, 30 d¨ªas despu¨¦s de entregar a su criatura, se arroj¨® desesperada desde un octavo piso y qued¨® tetrapl¨¦jica, con invalidez en el 99% de su cuerpo. Tambi¨¦n el de una chica que en 2003 firm¨® el consentimiento de adopci¨®n de un reci¨¦n nacido amenazada por un mafioso de nacionalidad rusa. El hombre le hab¨ªa asegurado que, si desobedec¨ªa, matar¨ªa a su otra hija, seg¨²n su denuncia. El extenso expediente de Elena es el de una madre que habla de la desaparici¨®n de dos beb¨¦s. Asegura que la Administraci¨®n le arrebat¨® el primero, que volvi¨® a quedarse embarazada para mitigar la p¨¦rdida y que le quitaron al segundo, que solo vio en el parto. Cuenta Elena que le dijeron que el escollo m¨¢s grande para criarlos era la casa en la que viv¨ªa. Peque?a, pobre, con cocina de le?a. Hizo el esfuerzo, con su marido, de mudarse a un piso grande, ¡°con calefacci¨®n y cocina moderna¡±, y ha pagado las mejoras limpiando casas ajenas. Hoy sus ni?os tienen seis y siete a?os y no sabe d¨®nde viven.
¡°Cuando vemos en la prensa que se llenan p¨¢ginas y p¨¢ginas con sor Mar¨ªa y los beb¨¦s robados de hace d¨¦cadas, nosotros decimos: ?Pero si algo parecido est¨¢ pasando aqu¨ª y ahora!¡±, comenta el abogado de Nabila, argelina, madre soltera que dio a luz en febrero de 2011 en el Hospital de Burela (al norte de la provincia de Lugo) y que ahora intenta recuperar a su hija ¡°arrebatada¡±, mientras otro juzgado de Pontevedra avanza paralelamente en el proceso de adopci¨®n.
Nabila, que pr¨¢cticamente acababa de llegar a Espa?a para trabajar como empleada de hogar cuando qued¨® embarazada, asegura que cuando pari¨® no conoc¨ªa el idioma y que en el hospital firm¨® los papeles que autorizaban el acogimiento preadoptivo porque cre¨ªa que era su alta hospitalaria.
La Operaci¨®n Beb¨¦ se puso en marcha a ra¨ªz de la denuncia que presentaron cuatro abogadas por supuestas irregularidades detectadas en la tramitaci¨®n por parte del Gobierno gallego de expedientes de desamparo de peque?os y, sobre todo, reci¨¦n nacidos. Ahora, seg¨²n explica El¨ªas Fern¨¢ndez Jorge, uno de los padres que lucha por recuperar a su ni?o ¡°secuestrado por la Xunta¡± ¡ªal que vio por ¨²ltima vez a trav¨¦s de una ventana hace m¨¢s de tres a?os¡ª, en el juzgado se acumulan historias de ¡°casi 20 familias¡±. Otras fuentes hablan de algo m¨¢s de una docena. El ¨²ltimo caso, por la documentaci¨®n a la que ha tenido acceso este peri¨®dico, es de mayo de 2011.
El n¨²mero de abogados denunciantes, la mayor¨ªa de oficio, ha ido aumentando desde las cuatro iniciales. Todos ellos coinciden en que, en pleno siglo XXI, personal del Servicio de Menores de la Xunta de Galicia en Lugo ha estado retirando ni?os ¡°con vistas a la adopci¨®n¡± mediante actuaciones ¡°arbitrarias¡± basadas en informes subjetivos ¡°que ellos mismos elaboran¡± o que encargan, por ejemplo, a una orden de monjas, las Hermanas Terciarias Franciscanas del Reba?o de Mar¨ªa, que regenta en la ciudad el Hogar Madre Encarnaci¨®n. La Congregaci¨®n de las Causas de los Santos tramita actualmente en el Vaticano la beatificaci¨®n de la religiosa que da nombre a esta residencia lucense para madres y ni?os desamparados, fundadora de la orden de monjas, con casa matriz en C¨¢diz.
Kristina fue amenazada por la mafia: si no entregaba a su beb¨¦ unos hombres matar¨ªan a su ni?a mayor
En el caso de Paula, tampoco se tuvo en cuenta la figura paterna. Seg¨²n consta en la denuncia que present¨® m¨¢s tarde su marido, Braulio, la declaraci¨®n de desamparo del ni?o se tramit¨® en la Xunta haciendo constar que el lactante era de ¡°padre desconocido¡±. Pero Braulio luchaba en la puerta del hospital por entrar a conocer a su v¨¢stago. Cumpl¨ªa por entonces una orden de alejamiento de su esposa. No obstante, su consentimiento era igualmente imprescindible para tramitar la acogida del menor. Y ¨¦l no lo daba ¡°bajo ning¨²n concepto¡±, como hizo constar ya en un primer escrito a la direcci¨®n del hospital. Inmediatamente, el Servicio de Menores de la delegaci¨®n de la Xunta en Lugo acord¨® prohibir la relaci¨®n del menor con toda su familia.
A Paula y a Braulio, fontanero de profesi¨®n, aquel embarazo les hab¨ªa dado mucha alegr¨ªa. Ella ya hab¨ªa comprado la cuna. Hab¨ªa hecho acopio de patucos, de jubones, de pijamas diminutos. No quer¨ªa por nada del mundo desprenderse de ese cr¨ªo. Despu¨¦s entr¨® en barrena. Iba casi a diario a hacerse pruebas de embarazo, pero ya no pudo tener m¨¢s beb¨¦s. Su historia fue la primera que lleg¨® a manos de una abogada lucense y tambi¨¦n la primera que ha conocido la ciudad gracias a un reportaje que public¨® La Voz de Galicia en su edici¨®n local. Braulio rompi¨® el hielo que paralizaba a tantas familias al presentar su denuncia. Pero a¨²n hoy no puede ver a su ni?o.
Los letrados de Lugo que se han aliado en defensa de estos progenitores desamparados aseguran que se dan una y otra vez ¡°misteriosas desapariciones¡± de documentaci¨®n y alegaciones aportadas por las familias biol¨®gicas, y que se decreta ¡°apresuradamente¡± en todos los casos cuestionados la suspensi¨®n cautelar del derecho de los ni?os a relacionarse con sus padres, hermanos, abuelos y dem¨¢s parientes ¡°a espaldas de la ley¡±, obviando la preceptiva ratificaci¨®n de un juez. Seg¨²n el C¨®digo Civil, aunque un padre pierda la patria potestad, los encuentros con miembros de la familia extensa solo pueden cortarse por v¨ªa judicial. As¨ª lo reconoce un portavoz de la Xunta, consultado por este motivo: ¡°Si efectivamente se hizo as¨ª, es ilegal¡±. Si alg¨²n d¨ªa llegase a resolverse a favor de los progenitores esta investigaci¨®n, ¡°los da?os van a ser irreparables¡±, argumentan los abogados. Los ni?os ser¨¢n ya mayores. A esas alturas no conocer¨¢n otra vida y otro hogar que el adoptivo.
Marta cuenta que fue ingresada por el Ayuntamiento de Lugo en la residencia de las monjas del Reba?o de Mar¨ªa cuando se qued¨® embarazada. Hab¨ªa perdido ya a sus dos ni?os mayores por informes de la Xunta que alud¨ªan como justificaci¨®n a certificados m¨¦dicos y escolares cuyo contenido era diametralmente opuesto al real. Las religiosas, dice, no le dejaron comprar el cochecito. Al poco tiempo de parir, presionada para que entregase el beb¨¦, se puso ¡°un ch¨¢ndal sobre otro¡± y acudi¨® al pediatra, que le extendi¨® un certificado que daba fe de que aquella cr¨ªa estaba ¡°perfectamente cuidada¡±. Con ¨¦l en la maleta y la ni?a en brazos huy¨® a Portugal, y desde all¨ª, con el padre de sus hijos, lucha por recuperar a los mayores.
En unas diligencias previas de mayo de 2010, la juez se refer¨ªa a ¡°graves irregularidades¡± que ¡°podr¨ªan llegar a ser consideradas como presuntos delitos de falsedad documental, desobediencia grave a la autoridad e incluso prevaricaci¨®n, por parte de funcionarios p¨²blicos¡±. M¨¢s adelante explicaba que ¡°en la tramitaci¨®n referente a procedimientos de acogida, preadopci¨®n y adopci¨®n¡± aparecen expedientes de la Xunta que citan otros documentos ¡°cuyo contenido no es el que aluden¡±. ¡°Hablan de informes m¨¦dicos negativos que, en realidad, tienen un car¨¢cter positivo¡± y ¡°se toman decisiones¡± bas¨¢ndose en ¡°otros informes m¨¦dicos que no existen¡±.
Con la investigaci¨®n judicial en marcha, se han producido registros en la delegaci¨®n de Familia y Menores en Lugo y en la residencia de las religiosas. Aunque de momento no hay imputados, y la investigaci¨®n, seg¨²n los abogados denunciantes, se ha estancado despu¨¦s de que cambi¨® de juzgado por decisi¨®n de la instructora. Con la investigaci¨®n del caso Campe¨®n pr¨¢cticamente concluido, pendiente solo del ¨²ltimo papeleo, Estela San Jos¨¦ eligi¨® el d¨ªa de los Santos Inocentes de 2012 para reactivar los interrogatorios relacionados con la retirada administrativa de lactantes. La magistrada continu¨® las diligencias hasta bien entrado este a?o, pero finalmente decidi¨® inhibirse porque en los a?os transcurridos entabl¨® amistad, por cuestiones ajenas al caso, con una de las letradas denunciantes. La investigaci¨®n judicial est¨¢ ahora en manos de Sandra Pi?eiro, titular del juzgado 2.
La primera juez del caso asegura que algunas adopciones se basaron en informes m¨¦dicos ¡°que no existen¡±
La Xunta intent¨® personarse en un momento de la investigaci¨®n como ¡°perjudicada¡±, pero el juzgado desestim¨® la petici¨®n. Seg¨²n una portavoz oficial de la Consejer¨ªa de Bienestar, el departamento responsable de las adopciones, el Gobierno gallego est¨¢ ¡°deseando¡± que avancen las diligencias y se empiecen a despejar culpabilidades. ¡°Estamos en ascuas. Al no poder personarnos no tenemos informaci¨®n y no podemos tan siquiera abrir una investigaci¨®n interna¡±, explica la misma persona. ¡°No sabemos nada de nada, solo que la juez estuvo en la delegaci¨®n y se llev¨® papeles. La sensaci¨®n es de impotencia, porque no se sabe a qui¨¦n se investiga. Los trabajadores del departamento de Menores de Lugo se sienten se?alados, est¨¢n personalmente mal¡±, y adem¨¢s, ¡°reciben un aluvi¨®n de llamadas telef¨®nicas de familias que tambi¨¦n est¨¢n preocupadas¡±. Los nombres de dos responsables del departamento aparecen citados por un fiscal como personas que deben ser llamadas a declarar en calidad de testigos, en relaci¨®n con el caso de la ni?a que naci¨® en Burela. La Xunta asegura, sin embargo, que todav¨ªa no han recibido notificaci¨®n.
Una de las ¨²ltimas actuaciones que hizo la juez San Jos¨¦ antes de dejar el caso fue tomar declaraci¨®n como testigo, el pasado 21 de enero, a sor Bel¨¦n, la directora del Hogar Madre Encarnaci¨®n. La instituci¨®n lleva a cabo un programa social, S¨ª a la vida, de acogida de gestantes sin recursos en los ¨²ltimos meses de embarazo. La orden se desvincula de las decisiones que toma la Administraci¨®n auton¨®mica. Seg¨²n sor Bel¨¦n, cuyo nombre civil es Alicia Berna, ellas se limitan a formar a las mujeres internadas, les ¡°ense?an a limpiar¡±. Luego, cuando nace el ni?o, redactan informes ¡°a requerimiento de Menores¡±.
A veces, explican varios abogados del grupo denunciante, no llega a haber contacto entre la familia biol¨®gica y los cr¨ªos, pero en otras ocasiones les son retirados a las madres cuando ya han empezado a darles de mamar. Al menos dos de las mujeres que revelaron haber sido despojadas de sus beb¨¦s, y que declararon ya en los juzgados de Lugo, relatan que las monjas, adem¨¢s de obligarlas a trabajar barriendo y fregando la residencia, un edificio de cuatro plantas en plena ciudad, pretendieron convencerlas de que entregasen a sus hijos en adopci¨®n. Les hablaban, seg¨²n estos testimonios del sumario, de que hab¨ªa matrimonios ¡°interesados¡± en esos beb¨¦s, hogares capaces de darles mejor vida a las criaturas. As¨ª lo afirma ante la Polic¨ªa Judicial, por ejemplo, Kristina, una testigo protegida que en abril de 2003, sin saber castellano, seg¨²n se recoge en la instrucci¨®n, firm¨® el consentimiento de adopci¨®n (y la obligatoria ratificaci¨®n al mes siguiente) presionada por las amenazas de un ¡°hombre ruso¡± residente en Ribadeo.
Este enigm¨¢tico personaje del que ella, inmigrante de Europa del Este, dice no saber nada, es quien la interna y quien la recoge, una vez alumbrado el ni?o, en el Hogar Madre Encarnaci¨®n, del que no pod¨ªa salir si no era acompa?ada por personal de la casa. Tal y como declara la chica, el hombre le advirti¨® que ¡°matar¨ªan¡± a su hija mayor (que viv¨ªa con los abuelos en su pa¨ªs de origen) si no firmaba los papeles de la Xunta. Presa del p¨¢nico, Kristina consinti¨® separarse para siempre de su reci¨¦n nacido, al que nunca lleg¨® a ver, aunque sabe que era var¨®n y pes¨® en el parto cuatro kilos. Un par de semanas antes del nacimiento, describe en su declaraci¨®n ante la Guardia Civil, ¡°una de las monjas¡± le dijo que ¡°hab¨ªa dos familias interesadas¡± y que una de estas pod¨ªa ¡°pagar m¨¢s que la otra¡±.
Seg¨²n el celador del Xeral Calde que decidi¨® declarar y contar el episodio de los Valium a favor de Paula y de su marido, Braulio, en el hospital oy¨® que ¡°una chica de Gunt¨ªn [municipio del sur de Lugo] que hab¨ªa dado a luz un ni?o, lo vendi¨® voluntariamente y con el dinero compr¨® un tractor¡±.
Cada caso de los que recoge la instrucci¨®n dar¨ªa para una novela. Desde el 20 de octubre ya no pesa el secreto sumarial aunque el juzgado, seg¨²n critican abogados que presentaron las denuncias, solo ha dado acceso a siete tomos, posiblemente ¡°mucho menos de la mitad¡± de los que ya se acumulan. Por sus p¨¢ginas desfilan mujeres v¨ªctimas de malos tratos, enfermas, sin recursos, sin familia, sin apenas estudios, inmigrantes reci¨¦n llegadas y desorientadas, invisibles para la sociedad. Seg¨²n sus letrados, tienen fe en la Administraci¨®n, en los servicios sociales, y no saben, en muchos casos, que tienen derecho a defenderse frente a estos, ni tan siquiera que existe un cuerpo de abogados gratuito.
Algunos de los primeros casos que se fueron sumando a la denuncia inicial son de v¨ªctimas de trata. ¡°Prostituta¡±, ¡°bailarina¡±, son las profesiones que declaran trabajadoras de clubes de alterne de Lugo y A Coru?a que cuentan c¨®mo se vieron despojadas de sus reci¨¦n nacidos, a los que apenas o jam¨¢s llegaron a tener en brazos. Estas historias formaban parte de la instrucci¨®n del truculento caso Carioca, que destap¨® una aut¨¦ntica mafia de proxenetismo que dominaba varios prost¨ªbulos, con base de operaciones en el club Queen¡¯s, y que estaba edificada sobre los recios cimientos de una polic¨ªa corrupta. En la Carioca, cientos de mujeres declararon contra agentes que no solo amparaban los negocios clandestinos, sino que los regentaban.
Una madre declara que, tras ver c¨®mo le arrebataban su hijo, se arroj¨® desde un octavo. Ahora est¨¢ tetrapl¨¦jica
Dulce, otra de las testigos protegidas, esta vez brasile?a, que perdi¨® a su beb¨¦ en el laberinto burocr¨¢tico, relata que fue precisamente un polic¨ªa quien la llev¨® al Hogar Madre Encarnaci¨®n y m¨¢s tarde a un psiqui¨¢trico. La biograf¨ªa gallega de esta madre es aterradora. Decidi¨® emigrar porque qued¨® viuda y necesitaba mantener a los dos hijos que hab¨ªa tenido en Brasil. Lleg¨® a Espa?a en 2002 con una deuda de 3.800 euros que deb¨ªa abonar a tres cl¨¢sicos de los banquillos sobre prostituci¨®n en la comunidad: Manuel Manteiga, alias El Incre¨ªble (liberado por el Supremo de una condena de 34 a?os) y sus socios (en paradero desconocido desde 2004 a ra¨ªz de la misma sentencia) Manuel Ulloa, El Melenas; y Jos¨¦ Rico, El Pelao.
Despu¨¦s, Dulce cambi¨® de club varias veces, qued¨® embarazada de un hombre que (probablemente por miedo) no quiso identificar en sus declaraciones y se neg¨® a abortar, ilusionada con la idea de tener un tercer hijo a este lado del oc¨¦ano. Entonces fue internada en el Hogar Madre Encarnaci¨®n, y dio a luz una ni?a que entreg¨®, supuestamente presionada y confundida por las terribles experiencias vividas. Cay¨® en una fuerte depresi¨®n, pas¨® por varios psiqui¨¢tricos, y en un episodio negro del que no recuerda casi nada, acab¨® tetrapl¨¦jica y perdi¨® un brazo. La versi¨®n oficial cuenta que a los 30 d¨ªas de dar a luz se arroj¨® desde un octavo piso en un hospital de Pontevedra. La hab¨ªa trastornado la idea de recuperar a su beb¨¦. Hoy es una mujer l¨²cida, testigo clave en la lucha contra las mafias del sexo en Galicia. No recuerda qu¨¦ fue lo que le pudo pasar, pero se acuerda cada minuto de su beb¨¦.
Las casualidades de la vida, en una ciudad peque?a como Lugo, se dan con desquiciante frecuencia. Si una operaci¨®n judicial desemboca en otra y todas, en alg¨²n momento, son parientes, resulta que en algunas tarjetas sanitarias que aparecen fotocopiadas dentro de la instrucci¨®n, de mujeres recluidas en la recta final de su embarazo en la residencia de las religiosas, figura como m¨¦dico de cabecera el ya tristemente famoso doctor Carlos Jes¨²s Abu¨ªn, imputado en la Operaci¨®n Carioca. Varias trabajadoras de burdeles de Lugo lo identificaron como autor de abortos ilegales en una s¨®rdida cl¨ªnica en la que presuntamente, a cambio de 500 o 600 euros, el ginec¨®logo extra¨ªa los fetos con ¡°una manguera¡± y sin aplicar anestesia. Una de las gestantes describe en sus declaraciones la escena. Gritaba y gritaba ¡°muerta de dolor¡±, y nada m¨¢s terminar Abu¨ªn le dijo fr¨ªamente: ¡°V¨ªstete r¨¢pido y vete a casa¡±. A los pocos d¨ªas sufri¨® una fuerte hemorragia. Las que, enfrent¨¢ndose a las amenazas de sus chulos, decid¨ªan llevar a t¨¦rmino sus embarazos recluidas en las monjas, se topaban tambi¨¦n con ¨¦l en el Servicio Gallego de Salud, donde ejerc¨ªa como m¨¦dico de familia.
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