Casi todos los muertos viajaban en ¡®La Cochinita¡¯
El 21 de julio de 1972 perecieron 86 personas en un choque frontal en El Cuervo (Sevilla)
En algunas poblaciones de C¨¢diz todav¨ªa se recuerda el accidente 41 a?os despu¨¦s. Sobre todo en San Fernando, donde los infantes de marina del cuartel San Carlos utilizaban La Cochinita durante sus permisos de fin de semana. La Cochinita era el ferrob¨²s, tambi¨¦n denominado ¨®mnibus, una suerte de endeble cercan¨ªas que hac¨ªa el servicio entre C¨¢diz y Sevilla: cerca de 40 infantes fallecieron aquel viernes 21 de julio de 1972. Pero hubo m¨¢s muertos, hasta un total de 86. Y 112 heridos. Todos ellos menos uno viajaban en La Cochinita.
El ferrob¨²s choc¨® frontalmente con el expreso Madrid-C¨¢diz conducido por una potente m¨¢quina di¨¦sel. Del lado m¨¢s d¨¦bil viajaban 200 pasajeros a 80 kil¨®metros por hora; del otro, 500 personas a 90 por hora. El accidente se produjo a las 7.30 de la ma?ana de aquel viernes, entre las estaciones de El Cuervo y Lebrija, exactamente a 3,1 kil¨®metros de la estaci¨®n de El Cuervo, en un lugar conocido como paso de la Mohina, a caballo entre las fincas de La Quincena y La Junquera. As¨ª reza en el informe t¨¦cnico elaborado a los dos d¨ªas del accidente por las autoridades, todo un ejemplo de eficacia puesta al servicio de la propaganda.
Agricultores que recog¨ªan remolacha en la finca de La Junquera, a 500 metros del suceso, escucharon un estr¨¦pito, cuentan las cr¨®nicas. Se subieron a una protuberancia del terreno y, desde ah¨ª, ¡°divisaron el dantesco espect¨¢culo¡±.
Un infante de Marina se libr¨® del accidente por rezar el rosario
No hubo culpables en primera instancia, como si el accidente fuera producto de un hecho inexplicable. No hubo fallo t¨¦cnico, ni error humano. ¡°Ambos trenes hicieron uso de sus frenos¡±, recalc¨® el informe t¨¦cnico, ¡°por lo que pudieron aminorar su velocidad aunque no evitar la colisi¨®n". Los tres primeros vagones del ferrob¨²s quedaron empotrados no contra la m¨¢quina del expreso, que descarril¨® y termin¨® subi¨¦ndose encima de los vagones del ¨®mnibus, sino contra el vag¨®n de correos. La conclusi¨®n es que el ferrob¨²s no debi¨® arrancar de la estaci¨®n de El Cuervo hasta que no pasara el expreso. Para ello hab¨ªa una se?al. Pero sali¨®. No hay explicaci¨®n oficial. Los conductores hab¨ªan pasado el reconocimiento m¨¦dico pertinente y estaban aptos para el servicio.
Dentro del expreso Madrid-C¨¢diz solamente se registr¨® un muerto. Era un funcionario de Correos, pero durante dos d¨ªas, en el caos de la tragedia, hubo dos. El segundo era un funcionario ambulante de correos por nombre Fernando Espinosa Serrano, al que se le dio por muerto. Apareci¨® en un hospital horas despu¨¦s, aunque en delicado estado de salud.
¡°Ambos trenes hicieron uso de sus frenos¡±, recalc¨® el informe t¨¦cnico
Los recuerdos de aquel accidente siguen vivos. Por ejemplo, el de aquel marinero que se qued¨® a rezar el rosario al retablo de la Virgen de Lourdes y, por no dejarlo incompleto, perdi¨® el tren. O la historia, qui¨¦n sabe si leyenda, de un capit¨¢n que supo por una enfermera que hab¨ªa un infante todav¨ªa en el hospital muchos meses despu¨¦s que apenas contaba con medios econ¨®micos y moviliz¨® cielo y tierra para que la Armada se ocupara de sus gastos. Recuerdos de quien, siendo ni?o, viajaba en el expreso: las mujeres y los ni?os fueron evacuados por el lado contrario para que no pudieran ver las v¨ªctimas.
¡°Como era verano, muchos infantes vest¨ªan la guerrera blanca: el contraste del blanco con el rojo de la sangre era dantesco, los cuerpos colgaban de las ventanas atrapados en los hierros¡±. As¨ª lo cuenta un testigo que cumpl¨ªa el servicio militar en la Academia de San Fernando y que fue enviado a recoger los cad¨¢veres de sus compa?eros de filas. Algunas de las maniobras no eran muy sofisticadas: una gr¨²a levantaba uno de los vagones de La Cochinita y dejaba caer a los muertos al suelo.
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