El liderazgo de Mas
La patronal catalana Foment del Treball aprob¨® la semana pasada adherirse al documento a favor del derecho a decidir elaborado por el expresidente del Parlament Joan Rigol, y no hacerlo al Pacte Nacional pel dret a decidir por considerar que es una plataforma de acci¨®n pol¨ªtica que se aleja de las funciones de su organizaci¨®n. La explicaci¨®n es equ¨ªvoca porque tambi¨¦n la iniciativa de Rigol es una plataforma pol¨ªtica; pero resulta significativo de la situaci¨®n actual de esa comunidad que los empresarios catalanes se atrevan a distanciarse de otras cosas pero no de ese principio presentado como un derecho incuestionable.
Mas no es el inventor de la argucia de traducir el principio de autodeterminaci¨®n (de aplicaci¨®n restringida a determinadas situaciones) como derecho a decidir. Lo populariz¨® en la pasada d¨¦cada el lehendakari Ibarretxe para restar dramatismo al plan rupturista que planteaba. La pregunta de su famosa consulta (que no lleg¨® a convocarse) ped¨ªa asentimiento a una negociaci¨®n para alcanzar un acuerdo sobre ¡°el ejercicio del derecho a decidir¡±.
Artur Mas lleva un tiempo emplazando a Rajoy a decir si el Estado espa?ol aceptar¨ªa una consulta para ¡°conocer la voluntad del pueblo de Catalu?a sobre el futuro pol¨ªtico del pa¨ªs¡±, y tambi¨¦n (en su carta al presidente) a ¡°dar una respuesta pol¨ªtica a la demanda de democracia del pueblo de Catalu?a¡±. Se trata de la formulaci¨®n m¨¢s candorosa de la autodeterminaci¨®n, identificada adem¨¢s como sin¨®nimo de democracia. En caso de respuesta afirmativa le insta a negociar el marco legal para la consulta; si es negativa no habr¨¢ nada que negociar. Por tanto, la consulta no es cuestionable; solo lo es la f¨®rmula para legalizarla.
El eje del debate pasa de la independencia al apoyo a la consulta como frontera amigos/enemigos
En el debate de pol¨ªtica general de la semana pasada Mas y su partido votaron una resoluci¨®n sobre el derecho a decidir seg¨²n la formulaci¨®n de Rigol a fin de constituir en torno a ella una ampl¨ªsima mayor¨ªa que incluyera al PSC; pero tambi¨¦n plantearon (y aprobaron junto a ERC, ICV y la CUP) otra resoluci¨®n por la que se insta formalmente al Congreso a autorizar la consulta soberanista antes de fin de a?o. Esa formulaci¨®n produjo sorpresa y desconcierto, pero seguramente ten¨ªa que ver con la sugerencia planteada en su momento por el expresidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, seg¨²n la cual el Parlamento catal¨¢n podr¨ªa solicitar al Congreso autorizaci¨®n para convocar un refer¨¦ndum consultivo en esa comunidad destinado a conocer, antes de plantear cualquier otra iniciativa, la voluntad de los catalanes respecto a la independencia.
Es un planteamiento discutible, pero los asesores de Mas lo cogieron al vuelo para su lista de posibles f¨®rmulas de legalizaci¨®n. Entre otras cosas, porque, por su condici¨®n de refer¨¦ndum no vinculante, ofrece la oportunidad de sumar al soberanismo a personas que no se consideran independentistas pero deseosas de no quedarse al margen de lo que se presenta como evidencia social: el derecho de los catalanes a decidir sobre su futuro.
Esto explica el deslizamiento que se est¨¢ produciendo desde el refer¨¦ndum vinculante de autodeterminaci¨®n sobre la independencia, que sigue reclamando ERC, hasta el consenso forjado en torno a una consulta no vinculante cuya naturaleza no se especifica pero que se considera expresi¨®n del derecho a decidir; la consecuencia es que el eje del debate se traslada desde el contenido de esa consulta (razones a favor y en contra de la independencia) al apoyo a la consulta misma, constituida en principal demarcaci¨®n entre amigos y enemigos.
Es un planteamiento interesado. Por una parte, ese repliegue trata de evitar que afloren las divisiones existentes en los partidos y coaliciones en torno al objetivo independentista; por otra, y puesto que es probable que no haya consulta y s¨ª elecciones anticipadas, Mas trata de impedir que la disputa por la hegemon¨ªa en el campo soberanista se decante electoralmente del lado de Esquerra, lo que ya se ha visto que ocurre si el debate se plantea sobre la independencia; mientras que si se plantea alrededor del derecho a decidir, Mas podr¨ªa aspirar a ser el l¨ªder de una mayor¨ªa forjada en torno a ese principio.
De ah¨ª la insistencia de Junqueras en que Mas fije fecha y pregunta. Para volver a situar el debate en su terreno antes de que se pase la oportunidad derivada de la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica. Pues, frente a quienes sostienen que el independentismo seguir¨¢ en ascenso, comienzan a aparecer s¨ªntomas de lo contrario. El primero, el discreto distanciamiento de intelectuales y periodistas, pero tambi¨¦n universitarios y ex altos cargos de la Generalitat, de la unanimidad soberanista. Unos y otros han chocado con los aspectos m¨¢s siniestros que se ocultaba tras el ilusionante proyecto, como la pretensi¨®n de crear un fichero de adhesiones a las iniciativas impulsadas por el Govern (para pasar lista de discrepantes) o el trato dispensado a disidentes reales o potenciales, como Duran Lleida.
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