La guerra de los Rose entre jueces
Un magistrado denuncia que su pareja, que tambi¨¦n es juez, adjudica quiebras al abogado con el que mantiene una relaci¨®n; y ella le atribuye a ¨¦l maltrato
El surrealismo se apoder¨® entre los d¨ªas 24 y 27 de septiembre de las sedes judiciales de Puertollano y Badajoz a cuenta de la disputa conyugal de una pareja de jueces de dichas demarcaciones. La pareja batalla con ah¨ªnco por la custodia de sus hijos, de 4 y 6 a?os. Y los dos han puesto en marcha la maquinaria judicial sacando supuestos trapos sucios del otro. Y se disparan con metralla pesada. Cientos de mensajes, de whatsApp, detectives... Hasta al mism¨ªsimo Danny DeVito de La guerra de los Rose le resultar¨ªa complicado explicar (de forma as¨¦ptica) la tensi¨®n vivida entre Luis Jos¨¦ S. T., juez de instrucci¨®n de Puertollano, y Esther S. V., juez ¨²nica mercantil de Badajoz. Ambos tienen poco m¨¢s de 40 a?os.
El l¨ªo empez¨® el 24 de septiembre, cuando arrib¨® a Puertollano un auto procedente del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Badajoz. Esther hab¨ªa puesto una denuncia a Luis Jos¨¦ el 2 de septiembre pidiendo que le alejaran de ella y reclamando la custodia de los ni?os. Una colega suya de Badajoz estim¨® su denuncia por maltrato y orden¨® la entrega de los menores a la madre, entre otras duras medidas. Y dio orden a la polic¨ªa para que se cumpliese su decisi¨®n. Aunque, al ser partidos judiciales distintos, si hay pegas la ejecuci¨®n corresponde a los juzgados de la zona donde hay que cumplimentar el auto. La llegada del auto a Puertollano desat¨® el esperpento.
"Infracciones legales"
La magistrada de lo mercantil Esther S. V. dice estar tranquila ante las revelaciones en sede policial y judicial de su expareja, el tambi¨¦n juez Luis Jos¨¦ S. T., de que ella ha podido cometer ¡°infracciones legales¡± al conceder a su nueva ¡°pareja afectiva¡± la gesti¨®n de concursos de acreedores con importantes minutas. En un informe al Tribunal Superior de Extremadura, Luis Jos¨¦ explica que ha destapado lo de las quiebras porque, ¡°en c¨ªrculos judiciales¡±, ¨¦l y Esther segu¨ªan considerados pareja y ella se negaba a revelar que ya ten¨ªa otra. ¡°Y no quiero verme involucrado en lo que pudieran ser infracciones legales¡±, se?ala. Entre las adjudicaciones se halla el concurso de la Cl¨ªnica Extreme?a de Salud, y otras del Club de F¨²tbol Badajoz.
Esther se?ala que tales adjudicaciones son anteriores a que formalizase su nueva relaci¨®n. Y afirma que su actual pareja ha renunciado a todas ellas y a las minutas correspondientes (en torno a 80.000 euros en el caso de la cl¨ªnica). Luis Jos¨¦ sostiene que ¨¦l y Esther rompieron la relaci¨®n en enero y que hay adjudicaciones de cuando ambos ya estaban juntos. Y dejan entrever que algunos concursos han sido adjudicados a personas del entorno jur¨ªdico de la actual pareja de Esther.
Luis Jos¨¦ y Esther, con alguna reconciliaci¨®n frustrada, llevaban separados de hecho (es en lo ¨²nico que ambos coinciden) desde enero. Desde entonces se repart¨ªan el cuidado de los ni?os, que ten¨ªan el domicilio y el colegio en Puertollano. El 30 de agosto ella se los llev¨® a ¨¦l Puertollano merced a un pacto. Ese d¨ªa las cosas se les fueron de las manos. Y hubo un agrio di¨¢logo. Luis Jos¨¦ acababa de recibir un informe que hab¨ªa encargado a un detective (le cost¨® 15.000 euros) porque, de cara al c¨ªrculo de amistades de ambos, segu¨ªan como pareja. Y ¨¦l, confiesa, quer¨ªa saber qu¨¦ suced¨ªa con sus hijos cuando estaban fuera. Los detectives confirmaron sus sospechas: que Esther ten¨ªa ¡°una nueva pareja afectiva¡±. ?l tambi¨¦n ten¨ªa otra, una funcionaria del juzgado. Pero el informe desvelaba m¨¢s cosas: que Esther, como juez mercantil de Badajoz, hab¨ªa designado como gestor en quiebras de empresas a su nueva pareja, un abogado de Badajoz de la familia de los D¨ªaz Ambrona. Lo que, seg¨²n Luis Jos¨¦, puede constituir ¡°una infracci¨®n legal¡±. Y ¨¦l no quer¨ªa verse salpicado. Tras la agria discusi¨®n, Luis Jos¨¦ denunci¨® en la polic¨ªa el asunto de las quiebras (est¨¢ en manos del Juzgado de Instrucci¨®n 4 de Badajoz). Ella le dijo que no le preocupaba ese asunto porque no hab¨ªa cometido ninguna irregularidad. A¨²n as¨ª, tres d¨ªas despu¨¦s, le denunci¨® por maltrato familiar. Asegura que lo hizo porque sinti¨® miedo. ¡°Ese d¨ªa me habl¨® de que hab¨ªa una mafia que me segu¨ªa, y que ¨¦l podr¨ªa quit¨¢rmela de encima si volv¨ªa con ¨¦l: luego supe que eran detectives que me segu¨ªan¡±, cuenta Esther a EL PA?S. Su denuncia fue desestimada por la juez sustituta de violencia de g¨¦nero de Badajoz, Susana Amador. Esther recurri¨® en reforma y la juez titular, Samantha Reynolds, al reincorporarse de sus vacaciones, le dio la raz¨®n. Y envi¨® el auto a Puertollano ordenando la entrega de los ni?os.
Luis Jos¨¦ era el juez de guardia de Puertollano. Le tocaba toda la semana. Y, por tanto, quien deb¨ªa ejecutar esa decisi¨®n. Y lo ve¨ªa muy injusto. Porque la juez Reynolds revocaba el dictado por la juez Amador solo 17 d¨ªas antes. Y porque Reynolds es esposa del juez decano de Badajoz quien, a su vez, es primo segundo de la nueva pareja afectiva de Esther. Al llegar el auto, Luis Jos¨¦ se agarr¨® a que, para ejecutarlo, faltaba el preceptivo requerimiento. Es decir, d¨®nde y c¨®mo deb¨ªa producirse la entrega de los ni?os. Fueron horas de alta tensi¨®n, y con profusi¨®n de faxes entre ambas sedes judiciales. ¡°Faxes que eran muy analizados en el destino y que pasaban horas antes de ser contestados¡±, seg¨²n cuenta un magistrado de Badajoz.
Luis Jos¨¦ asegura que la denuncia de su expareja es por venganza
Luis Jos¨¦ deleg¨® la guardia en un compa?ero y se march¨® de Puertollano con los ni?os. Supo que su expareja, y la madre de esta, se hab¨ªan desplazado a la ciudad y exig¨ªan la entrega de los ni?os. Los agentes policiales de Puertollano no sab¨ªan de qu¨¦ perfil ponerse. Ni a qui¨¦n obedecer, como ha descrito el comisario en un informe a sus superiores. Y el embrollo engord¨®. No saber d¨®nde estaban sus hijos desesper¨® a la madre. ¡°Eran las cuatro de la madrugada y me sent¨ªa angustiada, pensando si les hab¨ªa ocurrido algo¡±, explica Esther. Ni la polic¨ªa ni nadie sab¨ªa nada, y si lo sab¨ªan no lo dec¨ªan. ¡°Hay que cumplir el auto¡±, sosten¨ªa por fax e incluso por tel¨¦fono la juez de Badajoz. ¡°Falta el requerimiento¡±, respond¨ªan desde Puertollano. La madre present¨® sobre la marcha otra denuncia por sustracci¨®n de menores, y exigi¨® al juez sustituto que dictase la b¨²squeda y localizaci¨®n de su expareja. Disuadido telef¨®nicamente por uno de sus colegas (justo tras llegar el requerimiento), Luis Jos¨¦ se disciplin¨®, seg¨²n conocedores de las conversaciones. Y la denuncia por la sustracci¨®n se archiv¨®. Lleg¨® el fiscal al juzgado y se pact¨® la entrega de los ni?os. El propio juez sustituto y la secretaria judicial entregaron personalmente los ni?os a la madre. ¡°La polic¨ªa me coment¨® que deb¨ªa salir de all¨ª cuanto antes porque mi expareja pod¨ªa retomar la guardia, y si les ordenaba detenerme no tendr¨ªan m¨¢s remedio que hacerlo¡±, comenta Esther.
Luis Jos¨¦ tiene recurrido el auto de la juez Reynolds, que da la custodia de los menores a Esther y le proh¨ªbe acercarse a ella en un radio de 500 metros. Lo ve injusto porque ¨¦l no ha hecho nada a su expareja, como dictamin¨® la juez Amador, que hizo un llamamiento a ambos para ¡°calmar los ¨¢nimos¡± y para que fueran a un juzgado civil normal (no de violencia de g¨¦nero) a resolver la ruptura. ¡°No est¨¢ claro que haya ocurrido maltrato psicol¨®gico en el modo en que se pretende justificar por la denunciante (...)¡±. Luis Jos¨¦ sostiene que la denuncia de su pareja, 13 a?os viviendo juntos, es ¡°una venganza¡± por haber denunciado ¨¦l, el 30 de agosto, el supuesto favoritismo de ella hacia su pareja afectiva. A Esther, en cambio, tampoco le gust¨® el auto de la juez Amador: ¡°Lo dict¨® sin practicar ninguna prueba y contra el criterio del fiscal¡±. Y sostiene que su expareja y la juez Amador ¡°eran amigos en la escuela judicial¡±. ¡°Eso es mentira¡±, replica Luis Jos¨¦. ¡°Los tres nos conoc¨ªamos en la escuela judicial y yo no tengo ninguna amistad especial con ella. En todo caso, ese ser¨ªa un dato subjetivo¡±, razona.
¡°Me habl¨® de una maf¨ªa que me segu¨ªa, y que ¨¦l podr¨ªa apartarmela¡±
El dato objetivo, dice, es el parentesco de la juez Reynolds con la actual pareja de Esther. La prueba consisti¨® en los testimonios de ¡°un hermano y del m¨¦dico de Esther¡±, refuta Luis Jos¨¦, ¡°mientras que a m¨ª se me denegaron las que ped¨ª: el testimonio de magistrados que nos conocen a ambos y que saben que ella ha tenido problemas¡±. Esther discrepa: ¡°Mi psicoanalista tambi¨¦n le conoce a ¨¦l y declar¨® que tiene un trastorno compulsivo¡±.
Ni Esther ni Luis Jos¨¦ se ponen de acuerdo en qui¨¦n ha sido el primero en querer separarse del otro. Luis Jos¨¦ ha aportado a las diligencias ¡°75 folios llenos de mensajes¡± de Esther. Y ella dice disponer ¡°de cientos de whatsApps¡± de ¨¦l. Tras la tensi¨®n vivida, Luis Jos¨¦ se ha dado de baja. Y prepara su defensa y al menos tres querellas contra jueces de Badajoz. De lo que est¨¢ sucediendo entre ellos ya tienen conocimiento el Consejo del Poder Judicial y el Tribunal Superior de Extremadura. Mientras, en Puertollano y Badajoz rezan para que el vendaval pase pronto. ¡°?Estos van a acabar igual que en La Guerra de los Rose, iguaaaal!¡±, vaticina una alta autoridad judicial extreme?a.
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