La ¡®recesi¨®n democr¨¢tica¡¯
Quiz¨¢ la recesi¨®n econ¨®mica haya acabado en t¨¦rminos t¨¦cnicos, pero la recesi¨®n democr¨¢tica avanza con mucho nervio en casi todas las partes del mundo, desde luego en Europa y con enorme pujanza en nuestro pa¨ªs (el concepto de recesi¨®n democr¨¢tica pertenece al profesor de Stanford Larry Diamons). Hasta tal punto que, de seguir el deterioro, las democracias corren el riesgo de devenir en reg¨ªmenes disfuncionales, empantanados e incapaces de reaccionar ante los retos y las demandas ciudadanas en el siglo XXI.
La tercera idea fuerza de Ganarse el futuro, la ponencia de la Conferencia Pol¨ªtica del PSOE, es sobre la calidad de la democracia: cambios profundos a trav¨¦s de reformas realistas que no signifiquen marchas atr¨¢s; centrar su acci¨®n pol¨ªtica en el combate sobre la desigualdad en todas sus manifestaciones; y transformaciones org¨¢nicas, en el sistema institucional y en el modelo productivo, como m¨¦todo de evitar la desafecci¨®n ciudadana, su cansancio y hartazgo. Como en los casos anteriores, el principal problema es la credibilidad de sus propuestas: ?C¨®mo aceptar que esta vez s¨ª hay voluntad pol¨ªtica cuando ayer se lider¨® el cambio de la Constituci¨®n con nocturnidad para poner que en caso de escasez lo prioritario es el pago de las deudas con el exterior, y no las prestaciones del Estado del bienestar?
La insatisfacci¨®n con la democracia est¨¢ 17 puntos por encima de Europa
El propio concepto de democracia est¨¢ degradado y diluido. Dice el ensayista italiano Paolo Flores D¡¯Arcais (Democracia. Galaxia Gutenberg) que la palabra democracia tiene tanta precisi¨®n hoy como la niebla o el humo: ¡°Si pueden enarbolarla los j¨®venes de la plaza Tahir y los militares que los asesinan o las barbas y hopalandas isl¨¢micas que salieron vencedoras de las urnas y que se hab¨ªan quedado agazapadas en las mezquitas sin arriesgar nada, si pueden proclamarla tanto los manifestantes de Zuccotti Park [en Nueva York, Occupy Wall Street] como los de Le Pen, padre e hija, es que a estas alturas solo es un manido flatus vocis¡±. Del texto del PSOE, ya veremos si de su pr¨¢ctica, se puede intuir un concepto de la democracia semejante al del Albert Camus ya centenario: un estado de la sociedad en el que cada individuo tenga en el punto de partida todas las oportunidades, y en el que una minor¨ªa de privilegiados no mantenga a la mayor parte del pa¨ªs en una condici¨®n indigna.
El contexto en el que hay que desarrollar este concepto de democracia es el europeo. Ahora no es el mejor. Cuando Europa no avanza, retrocede. El candidato socialista a las elecciones europeas y a la presidencia de la Comisi¨®n Europea, el alem¨¢n Martin Schulz, se preocupa con el estado de la UE: ¡°La crisis nos hace estar disconformes con nuestro federalismo, con nuestro sistema econ¨®mico y hasta con nuestra democracia (¡). Si la UE fuera un Estado, fracasar¨ªa en el tr¨¢mite de su propia solicitud de admisi¨®n, porque muchos de sus ¨¢mbitos carecen de estructuras lo suficientemente democr¨¢ticas¡± (Europa, la ¨²ltima oportunidad. RBA editores). Por cierto que en los pasillos de la Conferencia Pol¨ªtica del PSOE se manifestaba el s¨¢bado una cierta preocupaci¨®n por la autonom¨ªa de Martin Schulz, si al final se produc¨ªa una entente de gobierno entre los socialdem¨®cratas y la se?ora Merkel.
Si la UE fuese un Estado, no estar¨ªa en Europa por falta de democracia
Aunque el entorno europeo no es el mejor, la calidad de la democracia en Espa?a es a¨²n m¨¢s preocupante. Seg¨²n el Informe sobre la Democracia en Espa?a 2013, de la Fundaci¨®n Alternativas, el porcentaje de insatisfacci¨®n con el funcionamiento de la democracia se sit¨²a en nuestro pa¨ªs 17 puntos porcentuales por encima de la media europea; si nos comparamos con otros continentes en una muestra de 21 pa¨ªses, Espa?a es el que tiene un porcentaje menor de ciudadanos satisfechos con el rumbo emprendido por su pa¨ªs, ¨²nicamente superado por Grecia. La desconfianza en el Gobierno y en el Parlamento nacionales son la segunda y tercera m¨¢s altas de la UE. Igualmente, la desconfianza en la Uni¨®n se sit¨²a en la segunda posici¨®n. La base de apoyo a nuestros sistemas pol¨ªtico y econ¨®mico se ha roto; la consideraci¨®n de la democracia como mejor forma de gobierno ya no es un¨¢nime; el respaldo a la econom¨ªa de mercado ha dejado de ser mayoritario; la cr¨ªtica a los partidos pol¨ªticos se ha agudizado tanto como para que la mayor¨ªa cuestione ahora su necesidad; el europe¨ªsmo ha descendido; el cuestionamiento del bipartidismo imperfecto, que ha caracterizado al sistema de partidos, se ha extendido enormemente entre la poblaci¨®n; el apoyo a la Monarqu¨ªa est¨¢ quebr¨¢ndose; y la opini¨®n p¨²blica se polariza entre los que prefieren un Estado centralizado y los que defienden posiciones independentistas. Todo esto es lo que avala, entre los socialistas, la necesidad de una reforma constitucional.
Si hubiera que resumir esa tendencia creciente al cuestionamiento de la democracia en el mundo, a la distancia entre las expectativas y las acciones de los Gobiernos, podr¨ªamos reflejarlo en tres puntos: uno, los mercados no funcionan (y el ejemplo m¨¢s notable de ello en Espa?a es el mercado de trabajo); dos, el sistema pol¨ªtico (la democracia) no es capaz de corregir los fallos de los mercados; tercero, y como consecuencia de lo anterior, aumenta el desapego ciudadano respecto a la econom¨ªa de mercado y respecto a la democracia, que se deslegitiman con rapidez, lo que recuerda a otros momentos tr¨¢gicos de la historia reciente del mundo.
Este es el problema principal.
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