Teor¨ªa de la reactividad
Todo lo que ha hecho Rajoy no solo no estaba en su programa, sino que era lo que este negaba
Despu¨¦s de los incumplimientos, la consolidaci¨®n de la deriva autoritaria. Mariano Rajoy cumple dos a?os al frente del Gobierno y el principal m¨¦rito que se le atribuye es haber resistido. Resistir en este caso es seguir en el puesto, aunque sea con una p¨¦rdida de m¨¢s de un tercio de los apoyos electorales. Varias veces se le dio por desahuciado, especialmente cuando Espa?a estuvo al borde del rescate formal completo ¡ªde hecho, estamos en rescate real desde casi toda la legislatura¡ª y cuando estall¨® el caso B¨¢rcenas.Ha incumplido todas y cada una de sus promesas: ¡°Yo no soy como usted, se?or Rubalcaba, lo que no llevo en mi programa no lo har¨¦¡±. Todo lo que ha hecho no solo no estaba en su programa, sino que era lo que su programa negaba: ha dado dinero p¨²blico a los bancos, ha reducido el desempleo y las pensiones, ha recortado en sanidad y educaci¨®n, ha subido impuestos y as¨ª sucesivamente. Y, sin embargo, resiste. Salvo que la oposici¨®n salga r¨¢pidamente de su letargo, el PP est¨¢ lejos de estar desahuciado para el final de legislatura.
?Por qu¨¦? Por el miedo de la ciudadan¨ªa ante la incertidumbre; por la incomparecencia de la oposici¨®n, con un PSOE que hasta ahora apenas ha dado se?ales de haber completado la elaboraci¨®n del luto por la debacle de 2011; por la comodidad de disponer de una amplia mayor¨ªa absoluta parlamentaria; por la asunci¨®n, por parte de la ciudadan¨ªa, de la impotencia de la pol¨ªtica frente al dinero y frente a Europa; por la resignaci¨®n de una sociedad formada desde hace a?os en la indiferencia pol¨ªtica; por el uso descarado de los instrumentos del Estado en beneficio propio (caso B¨¢rcenas: ¡°Hay cosas que no se pueden probar¡±); por la habilidad en desplazar siempre las responsabilidades hacia otros: no hay alternativa, la culpa es de la herencia socialista, manda Europa; y porque la pol¨ªtica est¨¢ perdiendo sustancia de una manera alarmante.
Completado el ciclo de los incumplimientos, que pone de manifiesto el escaso valor del compromiso p¨²blico en pol¨ªtica, viene ahora la segunda parte de la legislatura: la consolidaci¨®n del autoritarismo posdemocr¨¢tico. No es casualidad que uno de los pr¨®ximos proyectos de ley en llegar al Consejo de Ministros sea de seguridad ciudadana, cuyo borrador es una rid¨ªcula impugnaci¨®n de los derechos de manifestaci¨®n y de expresi¨®n. En realidad, el Gobierno est¨¢ cumpliendo a rajatabla el viejo programa anunciado por Reagan a principios de los ochenta: la funci¨®n del Estado es garantizar la seguridad, el cumplimiento de la ley y la sumisi¨®n de la ciudadan¨ªa a las exigencias del poder econ¨®mico. Rajoy es un presidente propio de un tiempo en que parece como si a la pol¨ªtica se le hubiese aspirado la sustancia. El resultado es la minimizaci¨®n de los proyectos pol¨ªticos. Se puede llegar con un programa, incumplirlo del todo y que no pase nada. ?Pero es impune esta manera de hacer? Desdibuja el papel de la pol¨ªtica, porque erosiona su autoridad simb¨®lica. Y tiene consecuencias graves para la sociedad, porque deja a la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos sin la pol¨ªtica como instrumento para defender sus intereses y limitar los abusos de poder. Resultado de ello, la sociedad se tensa y, poco a poco, se va imponiendo una cierta cultura de la reactividad.
Lo he visto estos d¨ªas en una Francia cargada de tensi¨®n, despu¨¦s de dos mandatos de promesas incumplidas, primero por un Sarkozy que anunciaba cada d¨ªa una nueva revoluci¨®n sin haber empezado ninguna, despu¨¦s por un Hollande completamente sobrepasado por el cargo que ocupa. El malestar se dispara y se manifiesta en forma de irritaci¨®n, que estalla en cualquier momento y lugar y que puede tomar las formas m¨¢s diversas. Diecisiete mil gitanos se han convertido en el chivo expiatorio, el enemigo que une a casi todos los franceses. Hay un impulso reactivo a flor de piel, a punto de estallar en cada momento. En parte, esta irritaci¨®n ha permitido a la extrema derecha hacerse con el control de la agenda pol¨ªtica. Pero solo en parte, porque la expresi¨®n de esta reactividad tiene direcciones muy diversas, con un denominador com¨²n: el desconcierto de las clases medias y populares, a las que en tiempo de cambios acelerados nadie ofrece pautas ni referencias. La sociedad reactiva ¡ªmalhumorada y tensa¡ª no es solo un efecto de la crisis, es el efecto de una pol¨ªtica que se vac¨ªa de sustancia, del ritual de las promesas se las lleva el viento, de la consiguiente crisis de representaci¨®n (¡°no nos representan¡±) y de la deriva de unos Gobiernos que optan por el autoritarismo para disimular su impotencia. Ah¨ª nos lleva Rajoy, si nadie reacciona.
La sociedad se tensa y, poco a poco, se va imponiendo una cierta cultura de la reactividad
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