Zapatero en su purgatorio
El expresidente justifica y admite errores en la gesti¨®n de la crisis al presentar su libro ¡®El dilema¡¯
¡°Como presidente vuestro que he sido, os debo una explicaci¨®n. Y esa explicaci¨®n que os debo, os la voy a pagar¡±. El eco de las palabras de Pepe Isbert, el alcalde de Villar del R¨ªo, y su c¨¦lebre parlamento ante sus vecinos en la inmortal pel¨ªcula Bienvenido Mr. Marshall, facturada por Berlanga en 1953, parec¨ªa resonar esta ma?ana, 60 a?os despu¨¦s, en el muy moderno, muy medido y muy minimalista acto de presentaci¨®n de El dilema (Planeta), el libro donde el expresidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero explica, justifica y relata su vivencia y su gesti¨®n de la debacle econ¨®mica que se llev¨® por delante a su Gobierno e inaugur¨® la era de recortes que ha dejado el Estado del Bienestar en su actual y desarbolada tesitura.
El relato arranca el 12 de mayo de 2010, cuando ¡°en dos minutos y medio y con 270 palabras¡±, el expresidente claudic¨®, l¨ªvido, desde la tribuna del Congreso de los Diputados, ante quienes le ped¨ªan desde Europa el sacrificio de su pol¨ªtica social para evitar el rescate de la econom¨ªa espa?ola. Y acaba con el deseo de ¡°pronta recuperaci¨®n¡± de aquellos derechos que ¨¦l empez¨® a podar y que hoy yacen arrancados de cuajo en la memoria hist¨®rica de seg¨²n qu¨¦ departamentos ministeriales. ¡°600 d¨ªas de v¨¦rtigo¡±, reza el subt¨ªtulo de El dilema. La parsimonia con que los ha recreado este martes Zapatero no ha logrado, sin embargo, dar idea precisa de aquella agon¨ªa.
Era la primera vez que el expresidente comparec¨ªa ante la prensa, dos a?os despu¨¦s de pagar caras aquellas decisiones con su expulsi¨®n fulminante del para¨ªso del poder, aunque fuera mediante candidato interpuesto en la persona de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, en una de las mayores derrotas electorales que se recuerdan desde la restauraci¨®n de la democracia en Espa?a. Ven¨ªa p¨¢lido, entre animoso y contrito, como quien tiene ansia y a la vez reparo en presentarse ante el pr¨®jimo a pecho descubierto a admitir los errores cometidos.
Armado con esa media sonrisa que parece llevar tatuada en el rostro a¨²n en los peores momentos, Zapatero ha recordado las tres ocasiones en que dijo ¡°no¡± a la invitaci¨®n de rescate que le hicieron en aquellos d¨ªas los l¨ªderes m¨¢s poderosos del planeta, con Angela Merkel a la cabeza: ¡°As¨ª, salir de la crisis nos va a costar a?os. Con el rescate, nos hubiera llevado lustros¡±, ha dicho. Ha evocado, con actitud zen, la descomunal presi¨®n que tuvo que soportar antes de adoptar ciertas resoluciones: ¡°Las decisiones m¨¢s trascendentales las tuve que tomar en horas, siendo consciente de que eran dif¨ªciles y dolorosas para todos, para mi partido el primero¡±. Y ha asumido, absolutamente en solitario, toda la responsabilidad de una gesti¨®n -¡°la idea de reformar la Constituci¨®n para blindar la estabilidad de gasto fue una idea absolutamente aut¨®noma y personal m¨ªa¡±- de cuyo coste electoral fue consciente en todo momento.
¡°Me cueste lo que me cueste¡±, le ha faltado decir ante los medios, como ya dijo en su d¨ªa ante los diputados en sede parlamentaria. A su lado, Carles Rev¨¦s, director editorial de Planeta, pasaba del gesto grave de circunstancias con los recuerdos m¨¢s aciagos, a la sonrisa disimulada por lo bajo cuando los periodistas met¨ªan el dedo en ciertas llagas. ¡°Disc¨²lpenme, pero he venido a hablar de mi libro, no del de Pedro Solbes¡±, ha sido el ¨²nico arranque de humor que se ha permitido el expresidente cuando alguien le ha preguntado por las no tan veladas cr¨ªticas que el exministro de Econom¨ªa le dedica en sus reci¨¦n publicadas memorias. ¡°Jam¨¢s he eludido mi responsabilidad, ni se me ocurrir¨ªa endosar mi responsabilidad a otros, esa es mi idea del sentido de la lealtad que exige el ejercicio de la responsabilidad de Gobierno¡±, ha rematado Zapatero al aludido, por si a alguien le quedaban dudas.
Por lo dem¨¢s, no ha esquivado ninguna pregunta. Simplemente, no ha respondido al enunciado estricto de las mismas. No ha criticado las decisiones posteriores del Gobierno del PP, -¡°el presidente del Gobierno es mi presidente, y el Gobierno es mi Gobierno¡±-, m¨¢s all¨¢ de reivindicar que el traspaso de poderes fue ¡°mod¨¦lico¡±. No ha puesto un pero a la evoluci¨®n del liderazgo en su partido desde la debacle electoral de 2011: ¡°Rubalcaba es mi secretario general, no le voy a dar consejos que no necesita, solo le dar¨¦ apoyo¡±. Se ha permitido, eso s¨ª, sacar pecho, ante la pregunta puesta en bandeja de una periodista italiana, de no haber tocado ¡°la educaci¨®n, ni la sanidad, ni los derechos civiles¡±. Y, a fin de cuentas, y pese a la ¡°autocr¨ªtica¡± de la que ha presumido durante todo el acto, el ¨²nico error que ha reconocido ha sido ¡°el retraso de admitir y usar la palabra crisis para referirse a la situaci¨®n econ¨®mica, cuando ya exist¨ªa esa percepci¨®n en la calle, aunque a¨²n se estaba creciendo, y todas las previsiones eran que se iba a seguir creciendo¡±. O sea, s¨ª, se equivoc¨®, pero no tanto.
El expresidente se ha esforzado, como el alcalde Isbert, en pagar, aunque fuera con dos a?os de retraso y sin intereses, la explicaci¨®n que siente que debe a su pueblo. Cuatrocientas p¨¢ginas, ocupa la perorata, las mismas con que cuenta el libro.Un volumen que ha escrito, ha dicho, por sentido del deber, de la responsabilidad y, tambi¨¦n, por necesidad personal. Necesidad de explicarse ante el mundo. De liberarse de su carga interna. De exorcizar, quiz¨¢, los propios fantasmas que, desde aquella noche del 12 de mayo de 2010, no le han dejado ya m¨¢s dormir a pierna suelta. No le gusta figurar, dice, y parece cierto. Lejos de su ¨¢nimo dar lecciones a nadie, como otros expresidentes, a los que no ha nombrado, pero cuya sombra planeaba por el auditorio. ¡°Es muy dif¨ªcil ganarse el respeto de los ciudadanos, si primero no empezamos por respetarnos a nosotros mismos y entre nosotros¡±, ha dicho. Y se ha explayado: ¡°En mis compa?eros de partido, solo veo las virtudes. Y con mis adversarios, antepongo el respeto a la discrepancia. Tienen millones de votantes detr¨¢s. Es muy fuerte impresi¨®n de estar al mando de Espa?a. Mucho. Conozco esa sensaci¨®n, y no se olvida. Nunca¡±.
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