?Hacia un autonomismo asim¨¦trico?
La mayor¨ªa de los espa?oles (53%) cree que la Constituci¨®n necesita ya reformas profundas Es la primera vez que la ciudadan¨ªa expresa un diagn¨®stico tan rotundo
La mayor¨ªa absoluta de los espa?oles (53%) cree que la Constituci¨®n necesita ya reformas profundas. Este porcentaje llega al 75% en Catalu?a. Es la primera vez que la ciudadan¨ªa expresa un diagn¨®stico tan rotundo: hasta ahora hab¨ªa predominado siempre, de forma clara, la idea de que solo eran precisos retoques parciales; hace cinco a?os, por ejemplo, quienes cre¨ªan necesaria una reforma a fondo eran la mitad que ahora: el 29%.
Esta negativa evaluaci¨®n ciudadana del grado de lozan¨ªa de nuestro sistema constitucional es especialmente intensa respecto de la organizaci¨®n territorial del Estado: para un 82%, debe ser reformada con urgencia. En esto coinciden j¨®venes y mayores, votantes de PP, PSOE, IU o UPyD, catalanes, vascos y el resto de espa?oles. Pero solo en esto, pues al mismo tiempo existe en nuestra sociedad una profunda divergencia en cuanto al sentido de esta masivamente requerida reforma. Lo que el 45% espera es freno y marcha atr¨¢s: es decir, recuperaci¨®n por el Estado de muchas de las competencias transferidas o, incluso, la vuelta a un estado centralista, sin autonom¨ªas. En el polo opuesto, un porcentaje algo menor pero sustancial (35%) considera que la reforma debe consistir en pisar el acelerador autonomista, ampliando las transferencias al m¨¢ximo posible. Tan solo el 13% de los espa?oles cree que el Estado de las autonom¨ªas deba permanecer tal y como ahora est¨¢ estructurado.
Un 82% de la ciudadan¨ªa cree que la organizaci¨®n territorial debe ser reformada con urgencia
Durante casi 30 a?os la historia del sistema auton¨®mico espa?ol ha sido, desde la ¨®ptica ciudadana, la historia de un claro ¨¦xito. En gran medida su consolidaci¨®n se ha asociado con el generalizado avance socioecon¨®mico del pa¨ªs. La prescripci¨®n orteguiana para desperezar y dinamizar Espa?a (¡°imponer la autonom¨ªa comarcana o regional¡±) parec¨ªa haber quedado inequ¨ªvocamente avalada por los resultados conseguidos. Hasta que, con la crisis, ha ido quedando al descubierto gradualmente la otra cara, hasta entonces oculta (o ignorada), del modelo: endeudamiento tan profundo como innecesario, incompetencia, ineficiencia, clientelismo, corrupci¨®n... Y de ah¨ª el pujante cuestionamiento en gran parte de Espa?a, en el momento presente, del camino autonomista recorrido. En comunidades como Madrid, Castilla y Le¨®n, Arag¨®n o Asturias, y seg¨²n datos del CIS, han pasado a constituir mayor¨ªa relativa (43%) los ciudadanos que anhelan ¡ªpara sus regiones¡ª menos autonom¨ªa, sin descartar el retorno a un Estado centralizado. En otras 11 Comunidades (entre ellas dos ¡°hist¨®ricas¡±: Andaluc¨ªa y Galicia) predomina, en cambio, de forma clara, el deseo de que se mantenga el modelo auton¨®mico tal y como ahora funciona. Finalmente, en el Pa¨ªs Vasco y sobre todo en Catalu?a, una amplia mayor¨ªa absoluta ciudadana apuesta por la potenciaci¨®n, al m¨¢ximo posible, del autonomismo.
De alg¨²n modo, tras estos datos cabe vislumbrar la emergencia ¡ªincipiente pero ya apreciable¡ª entre la ciudadan¨ªa de un nuevo enfoque de la cuesti¨®n, que vendr¨ªa a superar tanto aquel inicial ¡°caf¨¦ para todos¡± como el acomplejado e infantilmente envidioso planteamiento de ¡°lo que consiga Catalu?a lo tendr¨¢ inmediatamente tambi¨¦n mi regi¨®n¡± (conocido tambi¨¦n en algunos c¨ªrculos como ¡°doctrina Camps¡±). En efecto, cuatro de cada diez espa?oles ¡ªy sin que nadie, hasta ahora, haya hecho la menor pedagog¨ªa pol¨ªtica en esta direcci¨®n, fuera de Catalu?a o del Pa¨ªs Vasco¡ª piensan que cada comunidad debe poder tener las competencias que desee o que se vea en condiciones de asumir, independientemente de lo que hagan las dem¨¢s. Nuestra sociedad parece as¨ª estar, gradual y espont¨¢neamente, visualizando la posibilidad de un autonomismo ¡°a la carta¡±, o lo que es igual, de un autonomismo asim¨¦trico. Que, a la postre, resulte factible y, sobre todo, asumible sin generar sentimientos de agravio comparativo m¨¢s o menos sinceros o fundados, depender¨¢ ciertamente de c¨®mo sepan, en adelante, gestionar esta incipiente situaci¨®n los actores pol¨ªticos. Es decir, depender¨¢ de la calidad (tan puesta en entredicho) del liderazgo pol¨ªtico en este tiempo inmediato. Porque, en definitiva, si una parte de Espa?a quiere para s¨ª m¨¢s autonom¨ªa y otra quiere menos, ?por qu¨¦ ha de ser absolutamente imposible complacer a ambas?
Jos¨¦ Juan Toharia es presidente de Metroscopia.
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