Las tres capas de la corrupci¨®n inmobiliaria
La connivencia entre cargos pol¨ªticos y constructores -o empresas de obras p¨²blicas- se mueve en tres niveles", reconoce un veterano diputado
Un veterano diputado que adem¨¢s conoce bien las comunidades aut¨®nomas y las alcald¨ªas lo explica con franqueza y un punto de fatalismo. "La connivencia entre cargos pol¨ªticos y constructores -o empresas de obras p¨²blicas- se mueve en tres niveles". El primero lo forman las empresas de primera divisi¨®n, l¨¦ase aquellas que cotizan en Bolsa o de similar volumen, que se relacionan directamente con el primer nivel del partido. Ah¨ª estar¨ªa G¨¦nova, sus gerentes y tesoreros. El empleado de confianza -o el empresario en persona- se acerca a aquella sede, previa petici¨®n de hora. Detr¨¢s de la mesa-ventanilla, en la sexta planta, siempre est¨¢ el mismo alto recaudador. Pero la entrega no lleva el nombre escrito de ninguna obra, ni tan siquiera es el pago por alg¨²n favor concreto. No, no. La cosa funciona m¨¢s o menos como un ranking o clasificaci¨®n de donaciones a lo largo del tiempo, con picos desorbitados en ¨¦pocas electorales. En esa lista se van anotando las contribuciones y se hace el p¨®dium de los m¨¢s generosos, que desde hace a?os apenas si var¨ªa. Cuando hay que adjudicar obra grande, se mira la relaci¨®n y se le adjudica al primero de la lista. Otras van para el segundo, y a continuaci¨®n para el tercero, el cuarto, etc¨¦tera. De ese monto, muy probablemente, se hayan nutrido algunas de las cuentas suizas del tesorero hoy en Soto del Real. La cosa, claro, no es tan autom¨¢tica, y como generalmente unas empresas no saben la generosidad de la otra, se producen constantes fricciones por el reparto. En ¨¦poca de vacas gordas no pasa nada: hay para todos. Que nadie crea que este sistema lo invent¨® B¨¢rcenas. Qui¨¢. Desde ?ngel Sanch¨ªs ya exist¨ªa, y sigui¨® con Rosendo Naseiro, ?lvaro Lapuerta y, por supuesto, con B¨¢rcenas.
El segundo escal¨®n es m¨¢s complejo. Se trata de las comunidades aut¨®nomas, que tienen mano para obra grande y peque?a. Solucionado: reciben de arriba y de abajo. Ocurre, sin embargo, que aqu¨ª las fricciones se dan tambi¨¦n entre los pol¨ªticos. Y hay que ser muy h¨¢bil, o muy despiadado, para imponerse sobre los dem¨¢s. Otro diputado socialista de la zona tambi¨¦n lo explica con sencillez. "Se hace una cuenta y de ah¨ª se va descontando". El partido comunica qu¨¦ actos quiere hacer. Orange Market los monta. ?Y qui¨¦n los paga? Depende. En ocasiones una parte las fundaciones del PP, Fundescam y otras, en el caso de Madrid, seg¨²n el reciente informe de la UDEF, y el resto -un buen porcentaje- los empresarios. En otras, para qu¨¦ perder tiempo, todo el coste lo abonan los empresarios.
Y llegamos al tercer escal¨®n donde ah¨ª s¨ª que brillan las navajas cabriteras, porque la pelea se dirime, sin que est¨¦n ausentes las grandes, entre empresas de construcci¨®n m¨¢s modestas, para las que una construcci¨®n de 24 adosados es el aire que necesitan para subsistir. As¨ª que si hay que untar a alguien, se le unta, si hay que participar en un concurso ama?ado, se participa, y si hay que hacer facturas falsas para las arcas del PP, se hacen. En este terreno de tiernas palabras se mov¨ªa muy bien Correa, un simple intermediario que ama?aba los concursos gracias a sus generosas aportaciones en forma de ingreso en cuenta, viajes o relojes de lujo a los alcaldes o a los organismos creados por ellos mismos. As¨ª nacieron Pammasa o las Empresas Municipales de la Vivienda de otros municipios. Aqu¨ª, como veremos, barra libre para los desmanes.
Se trata de un sistema que tanto utilizaron otros conocidos de la Justicia como Juan Antonio Roca, all¨¢ por la Costa del Sol. En Madrid, este contubernio corrupto entre constructoras, Comunidad y Ayuntamientos ya ven¨ªa de antiguo con el tamayazo, aquella descarnada desverg¨¹enza que llev¨® a la presidencia madrile?a a Esperanza Aguirre en 2003, con la inestimable ayuda de constructoras peque?as o medianas. G¨¹rtel, dicen quienes saben de constructores y alcald¨ªas, no es sino la continuaci¨®n de la misma sentina: la extorsi¨®n y/o el cohecho.
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