ETA ha revisado su estrategia
El viernes, el coordinador de la Comisi¨®n Internacional de Verificaci¨®n (CIV), Ram Manikkalingam, curtido en numerosas experiencias en conflictos internacionales, destacaba la singularidad del proceso final de ETA. Aseguraba que era el ¨²nico caso que conoc¨ªa de un final de banda armada que no estuviera precedido de una negociaci¨®n sino de una decisi¨®n unilateral de los terroristas.
Manikkalingam asegur¨®, tras hablar con ETA, que su proceso de desarme, pese a su decepcionante inicio, iba a ser unilateral, que la banda terrorista no iba a exigir contrapartidas a cambio de su compromiso de desarme total.
El anuncio del coordinador de la CIV, de desarme unilateral de ETA, se produce a los dos meses de la decisi¨®n del colectivo de presos de ETA, del 28 de diciembre, que, tambi¨¦n, de modo unilateral, y sin negociaciones ni condiciones previas, asumi¨® la legalidad penitenciaria y el rechazo a la violencia y el reconocimiento del da?o causado a las v¨ªctimas del terrorismo.
La cita a los verificadores puede abrir un conflicto entre los Gobiernos vasco y central
Es obvio que ETA ha revisado su estrategia en los dos ¨²ltimos meses. El 20 de octubre de 2011, en que declar¨® el cese definitivo del terrorismo, apost¨® por una negociaci¨®n de paz por presos, como recog¨ªa la Declaraci¨®n de Aiete, del 17 de octubre de 2011, que dio pie a ese cese definitivo. Y el 28 de diciembre, hace dos meses, sus presos asumieron de modo unilateral la legalidad penitenciaria.
El desarme, tambi¨¦n unilateral, de ETA, iniciado el viernes, entierra definitivamente la Declaraci¨®n de Aiete. ETA, por tanto, ha perdido dos a?os en la esperanza de una negociaci¨®n de paz por presos que nunca hubo. Ni el Gobierno de Rajoy la quiso ni los partidos, tampoco los vascos, presionaron para que la hubiera. El proceso de paz por presos qued¨® enterrado en las ruinas de la T-4 de Barajas el 30 de diciembre de 2006.
Ahora ETA corre el riesgo de perder otro a?o m¨¢s en el proceso de verificaci¨®n de su desarme ante las cautelas que debe adoptar para que sus dirigentes no sean detenidos y ante la parsimonia de sus pasos para evitar escisiones. Tambi¨¦n lo puede complicar la sorprendente cita de la Audiencia Nacional a la Comisi¨®n Internacional de Verificaci¨®n para que declare sobre los etarras con quienes han conectado estos meses. Algo sin precedentes internacionales ni tampoco en los procesos de di¨¢logo que los gobiernos de Gonz¨¢lez, Aznar y Zapatero mantuvieron con ETA. Ning¨²n interlocutor de ETA fue llamado entonces a declarar. Y sucede, ahora, con el final de ETA.
Pero la clave de la situaci¨®n actual es que tras la declaraci¨®n del cese definitivo de la violencia, en octubre de 2011, y comprobada la desaparici¨®n de la amenaza terrorista, la sociedad ha pasado p¨¢gina. Para mucha gente ese fue el final de ETA.
Pese a todo, la apuesta ahora es la de un final ordenado, en la que se ha implicado a fondo el Gobierno vasco y trata de hacer lo mismo con el Ejecutivo de Rajoy y los principales partidos vascos. De ello habl¨® el lehendakari Urkullu con el presidente Rajoy en su encuentro en la Moncloa hace tres semanas.
El objetivo de ese final ordenado de ETA es evitar flecos, como riesgos de escisiones en la banda, y garantizar su desarme unilateral completo que viene a suponer su disoluci¨®n. Junto a ello, el Ejecutivo vasco pretende exigir a ETA el reconocimiento del da?o causado a sus v¨ªctimas. Este final de ETA est¨¢ siendo una derrota de la banda, a c¨¢mara lenta.
Sin embargo, est¨¢ sometido a fuertes convulsiones por el desacuerdo entre los gobiernos central y vasco y las numerosas interferencias de estamentos diversos: judiciales, asociaciones de v¨ªctimas, etc¨¦tera. Hace un mes, los gobiernos vasco y central se enfrentaron por la prohibici¨®n de una marcha tradicional a la izquierda abertzale. Ahora, apunta otro por la citaci¨®n judicial de los verificadores.
Desde un comienzo, el Gobierno de Rajoy vio con hostilidad su papel mientras el de Urkullu lo respald¨®. El enfrentamiento entre ambos gobiernos en un tema tan sensible, como el final de ETA, es preocupante porque puede abrir un foso entre nacionalistas y no nacionalistas y las opiniones del Pa¨ªs Vasco y del resto de Espa?a. Urge un acuerdo entre ambos gobiernos y los principales partidos.
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