Mireille, Abdoulaye y el futuro de la inmigraci¨®n
Tres ideas para mitigar el problema de las emigraci¨®n irregular de ?frica a Europa
En medio de un mar de noticias tristes y de confrontaci¨®n social y pol¨ªtica sobre la inmigraci¨®n, a ra¨ªz de los ¨²ltimos acontecimientos en las fronteras de Ceuta y Melilla, emerge un peque?o pero significativo islote de dos noticias positivas y enormemente alegres, especialmente para los que hemos sido actores o testigos directos de estos dos hechos que paso a comentar.
Me refiero a los visados humanitarios concedidos por el gobierno espa?ol, al emigrante maliense, Abdoulaye que qued¨® parapl¨¦jico en el monte Gorougou y a Mireille la menor camerunesa que ha logrado saltar la valla de Melilla el mismo d¨ªa que se ultimaba los preparativos para su entrada legal en Espa?a.
Ha sido una gran red de personas, instituciones y colectivos que se han movilizado para conseguir estas autorizaciones. Las dimensiones de este art¨ªculo no me permite especificar m¨¢s. Nuestro agradecimiento a todos.
Necesitamos conocer y sentir como sociedad los peque?os o grandes triunfos de la solidaridad y no solo sus fracasos. Con frecuencia parecemos una sociedad instalada en una cultura de la queja f¨¢cil y del derrotismo de las grandes causas adem¨¢s de aferrada a un nada cient¨ªfico manique¨ªsmo social de buenos y malos que nos lleva a una permanente descalificaci¨®n por sistema del que no piensa como yo o mi tribu (pol¨ªtica, religiosa o social) y a una mezquina resistencia a alabar las virtudes del legitimo adversario pol¨ªtico o social. Necesitamos saborear peque?os o grandes triunfos de la solidaridad sin banderas partidarias o tribales por fidelidad a la realidad y a nosotros mismos en nuestra m¨¢s profunda humanidad. El sectarismo o el protagonismo nos esclaviza y disminuye, nos ¡°miopiza¡±.
No califiquemos tan r¨¢pida y despectivamente de ¡°buenismo¡± o ingenuidad lo que es la sabia y profunda confianza en el ¡°inmenso poder del abrazo humano¡± del que nos hablaba Eduardo Galeano. Ser¨¢ apostando por nuestras enormes potencialidades, energ¨ªas y sinergias positivas como seres humanos, como nos aproximaremos a la sociedad del futuro m¨¢s que limit¨¢ndonos a la exaltaci¨®n permanente de las diferencias o aferr¨¢ndonos a nuestros propios dioses grupales ideol¨®gicos, religiosos o de cualquier signo. Especialmente en el sagrado terreno de la acci¨®n humanitaria. Eso no quita que debamos renunciar a la leg¨ªtima diversidad o a la necesaria denuncia o cr¨ªtica social y hasta a la indignaci¨®n p¨²blica si fuera necesario¡pero sin que nos roben la ternura, como dec¨ªa el mismo Che Guevara (nada sospechoso de espiritualismo social) ni a un permanente trabajo de propuesta que complemente a la protesta.
Es precisamente aqu¨ª donde paso a la segunda parte de mi reflexi¨®n: algunas pocas propuestas que me atrevo a hacer para el futuro de la inmigraci¨®n en las fronteras de Ceuta y Melilla a la luz de los ¨²ltimos acontecimientos y de lo ocurrido en el caso de las visas humanitarias de Mirelle y de Abdoulay. Son m¨¢s bien un marco para avanzar en la b¨²squeda de iniciativas m¨¢s que propuestas propiamente dichas. Y se limitan al campo de la acci¨®n humanitaria y de los derechos humanos en las fronteras:
1) Es el momento del di¨¢logo entre todos los actores, no el de los discursos paralelos y la confrontaci¨®n. Me refiero sobre todo al di¨¢logo entre las autoridades locales en sus diferentes niveles (gubernamental, policial etc¨¦tera) y las organizaciones sociales que trabajamos con la inmigraci¨®n en fronteras problem¨¢ticas. Son dos perspectivas diferentes que necesitan escucharse. Que yo sepa no existe un ¨¢mbito de encuentro establecido con periodicidad. Por el contrario, son dos perspectivas que viven una a espaldas de la otra, salvo cuando se confrontan en la prensa o se citan en los juzgados. Esto no puede ser. Por el bien de los inmigrantes, a quienes unos y otros decimos servir, necesitamos escucharnos. No somos ogros ni ¨¢ngeles ni unos ni otros. Y tenemos muchos datos reales que aportarnos mutuamente. Propongo un espacio de encuentro permanente entre poderes p¨²blicos y organizaciones sociales tanto en un lado como en otro de la frontera. Un pacto de Estado no es solo pacto de partidos pol¨ªticos aunque hayan sido elegidos democr¨¢ticamente. La sociedad civil es tambi¨¦n estado.
2) Previamente a cambiar, crear o suprimir leyes (de extranjer¨ªa u otras) es indispensable crear y consensuar un c¨®digo ¨¦tico humanitario para las situaciones concretas que afrontamos cada d¨ªa en un lado y otro de la frontera. Un c¨®digo que determine con claridad el marco ¨¦tico en que deben situarse las actuaciones de los diferentes actores que nos movemos cada d¨ªa en el escenario de las fronteras (polic¨ªa, Ej¨¦rcito, organizaciones humanitarias, hospitales, centros de internamiento y de salud etc¨¦tera). Las leyes y protocolos est¨¢n al servicio de la ¨¦tica y no a la inversa. Si las comisiones de bio¨¦tica existen en lugares e instancias, como los hospitales, donde la vida humana est¨¢ sometida a situaciones de especial riesgo, tengamos en cuenta que las fronteras como las del sur de Europa/Norte de ?frica, y otras tantas, son tambi¨¦n uno de esos lugares.
3) La preocupaci¨®n por la seguridad y leg¨ªtima defensa de las fronteras no debe ser menor que la preocupaci¨®n por el respeto a los derechos humanos en las mismas. Y, por tanto, los instrumentos y medios econ¨®micos que se emplean en uno y otro terreno deben ser igualmente tomados con seriedad. En este sentido hago una propuesta concreta que no es solo m¨ªa: creaci¨®n y financiaci¨®n de algunos observadores permanente de derechos humanos en ambos lados de la frontera. Bastar¨ªa algunos pocos observadores, pero con plena autorizaci¨®n para estar en cualquier lugar en cualquier momento que ser¨ªan previamente informados de la actuaciones u operativos policiales o militares de especial relevancia. Esta presencia de observadores permanentes de derechos humanos permitir¨ªa contar con informes de campo con mayores garant¨ªas de imparcialidad. Muchas discusiones eternas sobra la veracidad o no veracidad de versiones contrapuestas sobre lo que ha sucedido o no se evitar¨ªan, a mi juicio, con informes in situ de estos observadores. Su presencia contribuir¨ªa grandemente a un mayor respeto a los derechos humanos. Creo que la UE yo la ONU deber¨ªan propiciar y cofinanciar la existencia de estos observadores y de los mecanismos de di¨¢logo a los que me he referido en este art¨ªculo.
Si en el caso de Mireille y Abbdoulaye todos tuvimos mirada alta, podemos seguir teni¨¦ndola en otras muchas y diversas situaciones. Podemos. Es posible y necesario.
Esteban Vel¨¢zquez Guerra es responsable del Equipo la Delegaci¨®n de Migraciones del Arzobispado de T¨¢nger en Nador.
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