Cambia, todo cambia
Felipe VI habr¨¢ de enfrentarse a un horizonte muy complicado
La inesperada abdicaci¨®n del rey Juan Carlos en su hijo Felipe, 30 a?os m¨¢s joven, ha tenido la caracter¨ªstica de envejecer, de repente, a lo de alrededor. Todos los que analizaban el panorama aparec¨ªan a los ojos de los dem¨¢s como m¨¢s viejos, m¨¢s de otra ¨¦poca. Algo semejante, con raz¨®n o sin ella, se hab¨ªa percibido una semana antes, cuando se conocieron los resultados de las elecciones europeas, con sus ascensos, sus descensos y las numerosas expectativas incumplidas.
En este entorno de transformaci¨®n toma cuerpo la canci¨®n m¨¢s bella de La Negra Sosa, Todo cambia, tan oportuna estos d¨ªas: ¡°Cambia lo superficial/ cambia tambi¨¦n lo profundo/ Cambia el modo de pensar/ Cambia todo en este mundo¡±. No est¨¢ asegurado que estos cambios sean a mejor. La experiencia hist¨®rica no permite ser siempre optimista. Felipe VI habr¨¢ de enfrentarse a un horizonte complicado, en el que el porcentaje de insatisfacci¨®n con la democracia se sit¨²a en Espa?a 17 puntos porcentuales por encima de la media europea; en el que nuestro pa¨ªs tiene el porcentaje menor de ciudadanos satisfechos con el rumbo emprendido, salvo Grecia; en el que la desconfianza en el Gobierno y en el Parlamento nacionales son la segunda y la tercera m¨¢s alta de la UE; en el que la consideraci¨®n de la democracia como mejor forma de gobierno ya no es un¨¢nime; y en el que el respaldo a la econom¨ªa de mercado ha dejado de ser mayoritario (Informe sobre la democracia en Espa?a, Fundaci¨®n Alternativas).
Excesivo pasto para quien reina pero no gobierna. La Monarqu¨ªa de Felipe VI se va a iniciar bajo el s¨ªmbolo de tres heridas: una crisis econ¨®mica que ha cambiado la manera de vivir y de pensar de mucha gente y que ha dejado amplios sectores de la poblaci¨®n en el camino; una deriva pol¨ªtica que pone en cuesti¨®n mucho de lo conseguido durante los ¨²ltimos a?os (por ejemplo, la universalizaci¨®n del Estado de bienestar) y en la que las fuerzas partidistas mayoritarias est¨¢n sacudidas por fen¨®menos de corrupci¨®n, que generan desapego y alarma social; y un deterioro reputacional acentuado por la percepci¨®n de que pocas de las instituciones de las que nos hab¨ªamos dotado para convivir en la joven (en t¨¦rminos hist¨®ricos) democracia espa?ola ¡ªdesde la Monarqu¨ªa hasta la configuraci¨®n territorial¡ª contin¨²an vigentes y son eficaces para seguir transitando hacia el progreso.
En buena parte por ello, la opini¨®n sobre la Rep¨²blica como forma de Estado ¡ªsusceptible de ser m¨¢s democr¨¢tica y de traer prestaciones menos decepcionantes para un grupo mayor de personas¡ª est¨¢ mejorando bastante, en especial entre los j¨®venes, los m¨¢s castigados por la falta de expectativas de normalidad. Hasta ahora, el debate se centraba en el funcionamiento ¨®ptimo de una Monarqu¨ªa moderna, pero puede girar con rapidez hacia la elecci¨®n entre Monarqu¨ªa y Rep¨²blica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.