Desconcierto por falta de costumbre
Dejemos claro que en la tradici¨®n espa?ola no hay ceremonia de coronaci¨®n
¡°Con inquietud reclina la cabeza el que lleva una corona¡±, escribi¨® Shakespeare, y tambi¨¦n que ¡°nunca exhal¨® el rey a solas un suspiro sin que gima con ¨¦l la naci¨®n entera¡±. En La vida del rey Enrique, acto IV, escena I, se pregunta tambi¨¦n qu¨¦ poseen los reyes que no posean tambi¨¦n los simples particulares, si no es el ceremonial. Y en fijar ese ceremonial est¨¢n ahora todos empleados. Se trata de dar cumplimiento al apartado primero, art¨ªculo 61 de la Constituci¨®n, que dice: ¡°El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestar¨¢ juramento de desempe?ar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constituci¨®n y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Aut¨®nomas¡±.
Julio Cer¨®n escribi¨®: ¡°Cuando muri¨® Franco el desconcierto fue grande; no hab¨ªa costumbre¡±. Esa misma falta de costumbre est¨¢ generando tambi¨¦n desconcierto en las v¨ªsperas de la proclamaci¨®n como rey de don Felipe. Reconozcamos que en este caso hubo un entrenamiento a peque?a escala porque, en cumplimiento del apartado segundo del art¨ªculo antes citado, el pr¨ªncipe heredero al alcanzar la mayor¨ªa de edad en 1986 jur¨® ante las Cortes Generales, presididas entonces por Gregorio Peces Barba. Las fotograf¨ªas de aquella jornada del 30 de enero dejan constancia del atuendo elegido ¡ªchaqu¨¦ sin m¨¢s condecoraciones que el Tois¨®n¡ª y de la ¨²nica presencia del texto de la Carta Magna, sin apoyo de evangelios, biblias, crucifijos, ni imaginer¨ªa alguna.
Ahora va a ser proclamado rey, veintiocho a?os despu¨¦s, y lo va a ser de nuevo ante las Cortes Generales, constituidas por la suma de ambas C¨¢maras ¡ªel Congreso y el Senado¡ª, que se reunir¨¢n en el hemiciclo del palacio de San Jer¨®nimo bajo la presidencia del presidente de esa asamblea del Congreso, Jes¨²s Posada. Don Felipe comparecer¨¢ enfundado en el uniforme de capit¨¢n general del Ej¨¦rcito de Tierra, dignidad que, junto a la de almirante general y capit¨¢n general del Ej¨¦rcito del Aire, le habr¨¢ conferido el Consejo de Ministros para ese momento. Entonces jurar¨¢ en los t¨¦rminos indicados.
No sabemos qui¨¦n lo proclamar¨¢. Cabe imaginar que sea el presidente de las Cortes Generales, pero dejemos claro, en todo caso, que en la tradici¨®n espa?ola no hay ceremonia de coronaci¨®n. Habr¨¢, s¨ª, primer discurso de la Corona de don Felipe, donde deber¨¢ trazar una senda de compromiso y ejemplaridad, estimular actitudes morales, suscitar esperanzas c¨ªvicas y evitar provocaciones y rechazos. Todo quedar¨¢ envuelto en el ceremonial: c¨®mo llegar¨¢ al palacio de San Jer¨®nimo, en qu¨¦ veh¨ªculo, con qu¨¦ escolta ¡ªmotorizada o del escuadr¨®n a caballo de la Guardia¡ª, qu¨¦ honores militares le ser¨¢n rendidos antes y despu¨¦s, qu¨¦ clase de recepci¨®n se ofrecer¨¢ en Palacio y a qu¨¦ representaciones. Falta saber a qu¨¦ balc¨®n saldr¨¢ a saludar y qu¨¦ p¨²blico estar¨¢ congregado. Continuar¨¢.
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