El d¨ªa en que el PSOE se traicion¨®
Rompe pactos, hurta el mandato electoral, ignora un plan keynesiano. Muy mal
Nunca en una votaci¨®n europea el socialismo espa?ol hab¨ªa cometido tal dislate. La elecci¨®n de Jean-Claude Juncker era un imperativo categ¨®rico derivado del principio democr¨¢tico, pues respond¨ªa al principal mandato de los electores. Lo ignor¨®. Consagraba un avance contra el d¨¦ficit de representatividad, aupado al Tratado de Lisboa, del que fue coautor. Lo despreci¨®.
No hab¨ªa coalici¨®n alternativa para asegurar la estabilidad de la legislatura. El PSOE se refugi¨®, oportunista, en que sus cofrades de otros pa¨ªses salvar¨ªan el escollo. Traicionaba sus propios compromisos como parte del Partido de los Socialistas Europeos, pero no pon¨ªa en peligro el resultado.
El discurso program¨¢tico de Juncker fue el m¨¢s keynesiano desde que el Libro Blanco del presidente Delors propuso las grandes redes transeuropeas y financiarlas con eurobonos en 1993. El PSOE ignor¨® su propia historia. Esteriliz¨® su capacidad de maniobra e intercambio de cromos mientras otros (sus colegas italianos) exig¨ªan y negociaban compensaciones, con ¨¦xito.
Incluso para decir "no", hay que saber qu¨¦ se dice
Y reneg¨® de un plumazo de una constante vital de la democracia espa?ola: el consenso ¡ªaun con acentos y ¨¦nfasis distintos¡ª, en pol¨ªtica europea. Antes solo lo hab¨ªa violado frontalmente (aunque en asunto m¨¢s grave) Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, con la carta pro-Bush de una facci¨®n de primeros ministros y el encuentro de las Azores para la guerra de Irak, contrarios a la consulta previa que exig¨ªa el Tratado en estos casos.
Y todo por frivolidad (romper los acuerdos); referencia provinciana al debate dom¨¦stico (reclamarse coherente con la acerba cr¨ªtica que propin¨® en la campa?a a Bruselas / Barroso, como si la socialdemocracia alemana no hubiese hecho lo mismo); miedo cerval a la emergencia de alternativas populistas (confusi¨®n de izquierda con irrelevancia y marginalidad extramuros del sistema).
Por si todos esos disparates no fuesen suficientemente desgraciados, hay a¨²n m¨¢s. Lean el tuit del flamante secretario general, Pedro S¨¢nchez, anunciando el desatino: "Confirmo que los 14 eurodiputados del PSOE votar¨¢n NO a Juncker. No apoyaremos al padre de las pol¨ªticas austericidas".
Pocas veces tan pocas palabras demostraron tanta simplificaci¨®n o tan oce¨¢nico desconocimiento. El verdadero padre de las pol¨ªticas de excesiva austeridad no es Jean-Claude Juncker, ni siquiera Angela Merkel, sino el Bundesbank y buena parte de la opini¨®n alemana que de ¨¦l cuelga.
Podr¨¢ alegarse que el pol¨ªtico luxemburgu¨¦s cooper¨® con algunos de sus excesos, a trav¨¦s de la presidencia del Eurogrupo. S¨ª, pero en menor medida que su sucesor Jeroen Dijsselbloem, el infausto ministro holand¨¦s que casi logr¨® convertir el rescate de Chipre en una cat¨¢strofe. Holand¨¦s y... socialista. Y, puestos a hilar fino, ?acaso su discurso autocr¨ªtico de ayer merec¨ªa ser arrojado a la papelera sin mayor escrutinio?
Porque Juncker es, adem¨¢s, otras cosas, y un profesor de Econom¨ªa y l¨ªder, aunque sea de base, debe saberlo. Figura en el ala m¨¢s progresista de la democracia-cristiana, los socialcristianos. Fue de los m¨¢s abiertos entre los redactores de Maastricht (propuesta de "Tratado non paper" de 1991). Fue presidente de sucesivos gobiernos de coalici¨®n, con socialistas incluidos. Fue el hombre-pasarela entre la DC alemana de Helmut Kohl y la Francia del gaullista Chirac y el socialista Jospin.
Fue tambi¨¦n el anfitri¨®n de la "Estrategia europea de empleo / Proceso de Luxemburgo", en 1997. Fue el abanderado de los eurobonos en 2010 / 2011. Y el que en ocasiones logr¨® templar la rigidez alemana en la aplicaci¨®n de las recetas de austeridad.
Incluso para decir "no", hay que saber qu¨¦ se dice.
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