Extranjeros a la caza del pueblo ganga
La venta de aldeas abandonadas despierta el inter¨¦s de inversores extranjeros, fascinados por los bajos precios.La compraventa est¨¢ sembrada de obst¨¢culos que dificultan su culminaci¨®n
Pavel clava el tr¨ªpode de su c¨¢mara entre la mara?a de matorrales y ruinas que un d¨ªa fue Esblada, un pueblo de la provincia de Tarragona, en el que hoy cuelga el cartel de ¡°se vende¡±. Pavel y un reportero de la televisi¨®n rusa han viajado hasta aqu¨ª para documentar un fen¨®meno que causa fascinaci¨®n m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras: la venta de pueblos abandonados a precio de saldo, en un pa¨ªs en crisis, con un campo crecientemente despoblado. Fuera, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses los pueblos no se abandonan. Por eso, los cerca de 3.000 que hay en Espa?a y que un d¨ªa tuvieron vida, representan para algunos extranjeros una oportunidad de inversi¨®n ¨²nica; para otros, una ex¨®tica pieza de museo al alcance de sus bolsillos; casi un sue?o.
Los reportajes emitidos en las televisiones de toda Europa, del mundo ¨¢rabe y hasta de Australia sobre los pueblos fantasmas espa?oles han provocado una avalancha de potenciales compradores. Las noticias de que por la mitad de precio de una plaza de garaje en Londres ¨Ctitular del Daily Mail de mayo- es posible comprarse un pueblo en Espa?a han permitido so?ar a un ej¨¦rcito de urbanitas desencantados e inversores a la caza del chollo. Por el camino, han descubierto la Espa?a interior, en la que no se bebe sangr¨ªa ni hay 365 d¨ªas de sol al a?o; en la que se respiran siglos de historia y una belleza que cautiva. El ruidazo medi¨¢tico ha reportado sin embargo escasas nueces por el momento y no paraece que vaya a? resultar una soluci¨®n a al despoblaci¨®n del campo espa?ol. Mientras el campo espa?ol ¨Cy los herederos empobrecidos- esperan con los brazos abiertos el man¨¢, los Mr. Marshall de este mundo no acaban de llegar. Excesiva burocracia, rehabilitaciones muy costosas e impedimentos para acceder al cr¨¦dito es parte de la tozuda realidad con la que se topan so?adores e inversores.
¡°Recibimos una media de 150 correos electr¨®nicos al d¨ªa; la mayor¨ªa se interesan por la venta de pueblos¡±, informa Elvira Fafi¨¢n, gerente de aldeasbandonadas.com, el portal de venta de pueblos que casi monopoliza este mercado. En torno al 70% de las consultas proceden de extranjeros. ¡°En 2014 hemos notado una demanda muy fuerte. No damos abasto. Esto ha sido un boom¡±. Los principales interesados que les contactan son suizos, alemanes, mexicanos, rusos, chinos y estadounidenses. Dice Fafi¨¢n que los extranjeros sienten que la crisis ha desplomado los precios y que si compran ahora poco menos que ser¨¢n millonarios dentro de diez a?os. El cerca de un centenar de pueblos que se anuncian en el portal de Fafi¨¢n oscilan entre los 60.000 euros y los dos millones.
Las 14 casas de Esblada, el pueblo donde graba Pavel, se venden por 280.000 euros. En su d¨ªa, debi¨® ser una preciosa aldea agr¨ªcola incrustada en la sierra de Ancosa, pero hoy es un conjunto de restos de muros de piedra recubiertos de jara, entre los que apenas se adivinan los senderos que fueron calles y los espacios que hace d¨¦cadas fueron plazas. Esblada lleva medio siglo deshabitada, desde que cerr¨® la f¨¢brica de insecticidas y la producci¨®n de carb¨®n vegetal se industrializ¨®.
El caso de Esblada ilustra bien una de las grandes dificultades a la hora de vender estos pueblos. Puede que tengan precios de risa, pero el coste de las reconstrucciones es varias veces superior al de la venta. Cuando los extranjeros que aterrizan en Espa?a cargados de ilusi¨®n sacan la calculadora y el pragmatismo se impone. El desfile de potenciales es continuo, certifica Ram¨®n Mart¨ªn, un vinatero afincado al otro lado de la carretera, junto a la iglesia. Un grupo de j¨®venes catalanes y un chino son los que de momento han mostrado un mayor inter¨¦s. El vendedor es un banco que se lo embarg¨® al anterior propietario que quiso montar un negocio rural y fracas¨®.
Hay pocas cifras disponibles en un mercado en el que reina la opacidad, pero parece claro que, mientras la compraventa de todo tipo de viviendas por extranjeros ha registrado un m¨¢ximo hist¨®rico este segudno trimestre, seg¨²n los datos m¨¢s recientes del colegio de registradores, en el caso de los pueblos, la fiebre inversora no acaba de prender. En aldeasabandonadas.com cifran en ¡°uno o dos pueblos¡± las ventas anuales, pero se niegan a ofrecer m¨¢s detalles para preservar la privacidad de sus clientes. Para Mark Adkinson, un ingl¨¦s afincado en Galicia desde hace 40 a?os, que tiene cinco aldeas a la venta, el principal obst¨¢culo es la falta de acceso al cr¨¦dito para este tipo de propiedades. Cuenta que en varias ocasiones ¨¦l cerr¨® tratos, que al final quedaron en papel mojado porque los bancos s¨®lo dan cr¨¦ditos si hay escritura y muchos de estos pueblos no tienen las escrituras en regla. Confirma que hay un creciente inter¨¦s por las aldeas fantasma, pero tambi¨¦n que de momento no ha vendido ni un solo pueblo. Estos d¨ªas espera la respuesta de un posible cliente checo y de otro ingl¨¦s. A¨²n as¨ª, Adkinson es de los que tiene la sensaci¨®n de estar sentado encima de una mina de oro. Piensa que el futuro de este mercado es muy prometedor y que ¡°Esto solo puede ir a m¨¢s. Hay mucha gente con dinero en el mundo. En cuanto se les pase el miedo de la crisis financiera, vendr¨¢n. La gente esta harta de la ansiedad de las grandes ciudades. Quiere ser due?a de su tiempo y elegir a sus vecinos. Eso en Espa?a es posible¡±.
Javier V¨¢zquez Renedo, un joven arquitecto, reci¨¦n aterrizado en el mundillo de la venta de pueblos abandonados conf¨ªa como Adkinson en el futuro del negocio. Lleva meses buscando una poblaci¨®n abandonada, con la idea de poner en pie una aldea geri¨¢trica para jubilados extranjeros despu¨¦s de recibir asesor¨ªa de varios inversores de otros pa¨ªses. ¡°Esto es solo el inicio. Es ahora cuando el mercado empieza ahora a moverse. Por un lado han bajado los precios, por otro, la gente vende m¨¢s ahora porque tienen necesidades econ¨®micas¡±. Como otros de los personajes que pululan por el mundillo de los pueblos fantasmas, est¨¢ convencido que hay infinidad de pueblos abandonados en los que sus vendedores a¨²n no han asomado la cabeza. Esos pueblos por descubrir son los que V¨¢zquez, Adkinson y el resto buscan a golpe de kil¨®metros con el coche por toda Espa?a.
¡°Hace a?os a este pueblo daba gusto verlo. Si viera lo felices que fuimos aqu¨ª de ni?os¡ Ahora esto es una selva"
A unos mil kil¨®metros al oeste de Esblada, en la Ribeira Sacra gallega, Jos¨¦ Ram¨®n Castro (62) y su madre Alicia L¨®pez (88) no comparten el optimismo de los vendedores. Son los ¨²nicos pobladores de una preciosa aldea que lleva a?os deshabitada y que ahora se vende. La vida es tan dura en medio de este monte, que uno de los ¨²ltimos vecinos vendi¨® su casa a cambio de un traje y se fue. Madre e hijo resisten a duras penas y a la fuerza. ¡°No hemos tenido suerte en la vida, por eso estamos aqu¨ª¡±, informa la octogenaria. Viven de lo que da la huerta, de los frutales y de la pensi¨®n. Viven resignados a no tener vecinos que les ayuden a matar un cerdo y luego celebrarlo, sin nadie con qui¨¦n echar el rato al pie del r¨ªo o con quien reducir al jabal¨ª que se hizo fuerte en el pueblo durante un mes sin que nadie viniera a socorrerles.
¡°Hace a?os a este pueblo daba gusto verlo. Si viera lo felices que fuimos aqu¨ª de ni?os¡ Ahora esto es una selva. Como no lo compren, esto se viene abajo¡±, vaticina Castro, con un jersey ro¨ªdo, barba crecida y unos pantalones empercudidos que se le caen. La pareja trata de no entusiasmarse cada vez que un extranjero se deja caer por la escondida aldea en la que viven solo ellos desde hace a?os. Muchos son lo que han pasado por aqu¨ª y han quedado obnubilados ante la belleza de este para¨ªso frondoso, cuajado de melocotones, de casta?as y de cerezas. Les enamora, pero al final, no pican. Los forasteros se van para no volver.
Cerco al cementerio
Faustino Calder¨®n dedica buena parte de su vida a patear pueblos abandonados y a intentar averiguar por qu¨¦ se extingui¨® la vida en cada uno de ellos. Plasma sus andanzas en su blog "Pueblos deshabitados", que recibe cientos de miles de visitantes. Calder¨®n desconf¨ªa del supuesto boom de la venta de pueblos y no la considera una soluci¨®n deseable para mitigar la despoblaci¨®n del campo espa?ol. "Se rompe la memoria, se pierde la identidad de los pueblos".
A Calder¨®n le preocupa adem¨¢s que los pueblos acaben en manos de una sola persona. Habla de lugares que hace a?os se vendieron y ahora son recintos vallados a los que no se puede acceder. Un caso notorio es el de Villaescusa de Palositos, en la Alcarria, donde los vecinos pelean desde hace a?os para poder acceder al cementerio en procesi¨®n en el d¨ªa de todos los santos.
S¨ª le despierta sin embargo cierto optimismo el creciente fen¨®meno de los llamados ¡°pueblos de verano¡±, esos en los que en invierno hay cuatro personas y en verano pandillas de ni?os gritones llenan las calles. Son pueblos en los que los hijos han ido acondicionando las casas que heredaron de sus padres y pasan all¨ª los veranos o incluso los fines de semana. ¡°Es una manera de revitalizar esos lugares, de frenar la despoblaci¨®n, aunque la gente no viva all¨ª de forma permanente¡±.
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