¡°Homicidio policial¡± en Cala Cortina
Seis agentes de Cartagena, en prisi¨®n desde el mi¨¦rcoles acusados matar a un vecino
Diego P¨¦rez, de 43 a?os, diagnosticado como esquizofr¨¦nico, consumidor habitual de coca¨ªna, que subsist¨ªa con una peque?a paga social y a base de hacer recados de todo tipo para los vecinos, desapareci¨® la madrugada del 11 de marzo de su casa en Las Seiscientas, un barrio marginal de Cartagena. Antes hab¨ªa telefoneado dos veces al 091 avisando de que una familia le quer¨ªa matar por haberle robado dos bicicletas. Estaba nervioso y alterado. En el registro de comisar¨ªa consta que la ¨²ltima llamada la hizo a las 4:39 de la madrugada. Ah¨ª se le perdi¨® la pista. Seg¨²n el parte de salidas de aquella noche, dos agentes se dirigieron a la vivienda en el coche zeta n¨²mero 54 y tras ver que no hab¨ªa nadie en los alrededores de la casa tranquilizaron al vecino y se fueron de ronda. Una salida rutinaria m¨¢s.
La puerta del piso de Diego qued¨® abierta, las luces, encendidas y sobre la mesa, un billete de cinco euros y un bote de tabaco de liar, marca Winston. Los d¨ªas siguientes familia y amigos del desaparecido ¡ªun hombre tranquilo, sin oficio conocido pero apreciado en el barrio¡ª realizaron batidas por montes y playas cercanos. Peinaron f¨¢bricas abandonadas. Agentes de polic¨ªa se incorporaron al rastreo y el retrato del desaparecido se distribuy¨® por todos los coches patrulla. Se trataba de resolver un ajuste de cuentas.
Su cuerpo fue encontrado flotando en Cala Cortina, una playa alejada unos tres kil¨®metros del centro urbano, el 26 de marzo. Lo encontraron unos senderistas. Estaba carcomido por la fauna marina pero el primer informe forense ya alert¨® de una muerte violenta.
La Polic¨ªa Judicial de Cartagena empez¨® a hacer preguntas. La versi¨®n de la familia que amenaz¨® a Diego era s¨®lida. Admitieron el episodio de las bicis y sus ansias de venganza pero negaron haberle hecho nada. Y aportaron detalles valiosos sobre la desaparici¨®n. Los investigadores dieron con un testigo directo y el relato oficial se vino abajo. Su identidad se protege ahora bajo las siglas P83. Cont¨® que aquella madrugada vio a tres patrullas de polic¨ªa con seis agentes delante de la casa de Diego y c¨®mo dos polic¨ªas obligaron a Diego subir a uno de los coches zeta, antes de salir en caravana. Seis c¨¢maras de tr¨¢fico y de seguridad captaron a los tres veh¨ªculos policiales camino de Cala Cortina, el lugar donde fue hallado el cuerpo, con las luces del puente apagadas. Dos guardias del puerto situaron a las patrullas en ese mismo lugar y extra?ados por sus movimientos, al cruzarse con ellos por la carretera, preguntaron a los polic¨ªas qu¨¦ pasaba. ¡°Nos aburrimos y estamos jugando al escondite¡±, respondi¨® uno de los agentes, seg¨²n el relato que hizo la guardia del puerto a los investigadores. Los an¨¢lisis de sus m¨®viles los sit¨²an el 11 de marzo, en la cala entre las 5:01 y las 5:21 horas.
Micros en los coches patrulla
La investigaci¨®n conjunta de la brigada de la Polic¨ªa Judicial de Cartagena y el departamento de Asuntos Internos del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa recurri¨® a dispositivos de grabaci¨®n para captar las conversaciones que los agentes investigados manten¨ªan durante sus turnos de trabajo. Se colocaron en tres veh¨ªculos distintos y se activaban con una llamada telef¨®nica cada vez que los sospechosos iniciaban sus rondas. Recogieron decenas de conversaciones, hasta que el pasado septiembre un sindicato policial denunci¨® en el juzgado la existencia de micr¨®fonos en los coches patrulla. Eso puso en alerta a los agentes investigados, que tambi¨¦n fueron objeto de seguimientos.
La juez de Instrucci¨®n n¨²mero 4 de Cartagena, Mar¨ªa Antonia Mart¨ªnez, autoriz¨® tambi¨¦n la intervenci¨®n de sus comunicaciones telef¨®nicas. El Instituto de Hidr¨¢ulica Ambiental aport¨® un informe sobre la interacci¨®n del mar y el cad¨¢ver y concluy¨® que el cuerpo fue arrojado en Cala Cortina.
El departamento de Asuntos Internos irrumpi¨® en el caso y la juez n¨²mero 4 de Cartagena, Mar¨ªa Antonia Mart¨ªnez, autoriz¨® dispositivos de grabaci¨®n en los coches patrulla de los sospechosos. Efectivos de paisano empezaron a hacer seguimientos. El pasado agosto, un sindicato policial denunci¨® la existencia de micr¨®fonos en los coches policiales y los sospechosos se pusieron en guardia. La investigaci¨®n llevaba meses en marcha. Se trazaron cronogramas del supuesto recorrido de las patrullas. Se analizaron las mareas para investigar desde d¨®nde se lanz¨® el cuerpo. Los cient¨ªficos de la Universidad de Cantabria se?alaron la playa de cala Cortina.
El pasado lunes, en medio de un estruendoso despliegue, los seis polic¨ªas fueron detenidos en Cartagena por compa?eros suyos llegados de Madrid. A todos se les acusa de homicidio y detenci¨®n ilegal. Durante 48 horas permanecieron incomunicados en comisar¨ªas de Murcia. En los interrogatorios, todos ofrecieron versiones similares.
Admitieron que ¡ªvulnerando todos los procedimientos policiales¡ª aquella noche decidieron llevar al vecino de Las Seiscientas a una playa alejada para que ¡°le pasase la paranoia¡±. Pero que fue Diego el que se subi¨® atemorizado al coche patrulla. Y uno detr¨¢s otro, contaron a la polic¨ªa y al juez, que al llegar a la playa, su custodiado abri¨® la puerta y sali¨® corriendo. Que ah¨ª lo perdieron de vista. Los seis negaron haberle pegado. Si acaso, alg¨²n forcejeo. Sus relatos chocan con el del testigo protegido, quien asegur¨® a Asuntos Internos, que el primer golpe lo recibi¨® Diego de uno de los agentes ¡ªel m¨¢s fuerte y musculado¡ª antes incluso de subir al coche. Y que fueron los polic¨ªas los que le obligaron a montarse sobre las 4.45 de la madrugada.
Entre l¨¢grimas, ante la juez, los detenidos aseguraron que ocultaron hasta el final el viaje a Cala Cortina porque tem¨ªan ser expedientados pero negaron haber matado a nadie. La juez les envi¨® a todos a prisi¨®n acusados de homicidio y detenci¨®n ilegal, delitos penados con hasta 20 a?os de c¨¢rcel. Los investigadores est¨¢n convencidos de que no todos tuvieron la misma participaci¨®n y conf¨ªan en que alguno se desmorone. De momento, han ofrecido un relato ¨²nico, salvo peque?as contradicciones, asegura alguien presente en los interrogatorios.
Desde el lunes la comisar¨ªa de Cartagena est¨¢ en shock. Compa?eros y mandos. Nadie esperaba que la desaparici¨®n del hombre de Las Seiscientas acabara con seis agentes en la c¨¢rcel. Todos j¨®venes, de la escala b¨¢sica que se curt¨ªan en el turno de noche. Alguno muy t¨ªmido. La sensaci¨®n general es de incredulidad. Hay quien admite que tal vez ¡°se les fue la mano¡±.
La autopsia del cuerpo es propia de una pel¨ªcula de terror: p¨¦rdida del ojo derecho, ¡°signos de violencia en regi¨®n f¨¢cial y craneal, fractura-luxaci¨®n de m¨²ltiples v¨¦rtebras cervicales, lesiones en los discos invertebrales del C2 al C7, destrucci¨®n de centros neurales superiores¡±. En castellano raso ¡°signos evidentes de violencia f¨ªsica con m¨²ltiples lesiones traum¨¢ticas. La muerte se produjo antes de su inmersi¨®n en el mar¡±. Y concluye: ¡°Homicidio¡±.
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