Suresnes: cuarenta a?os son muchos
La socialdemocracia gozaba de mayor prestigio cuando surgi¨® el liderazgo de Gonz¨¢lez
La operaci¨®n Suresnes (octubre de 1974) fue el inicio del proceso que llev¨® a un partido de izquierda desde la clandestinidad al Gobierno de Espa?a. Esa proeza fue liderada por Felipe Gonz¨¢lez, vencedor en cuatro elecciones generales consecutivas. La situaci¨®n pol¨ªtica del presente es tan l¨ªquida que explica los deseos de bucear en los ¨¦xitos del pasado para buscar certidumbres de futuro: Pedro S¨¢nchez, el actual l¨ªder socialista, ha tenido inter¨¦s en celebrar el 40? aniversario del congreso de Suresnes resaltando el papel de Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra, dos personas clave en aquel.
Cuatro d¨¦cadas dan para mucho y hacen dif¨ªciles las comparaciones. El PSOE de 1974 era muy peque?o: la candidatura de Isidoro a primer secretario recibi¨® 3.252 votos representados. Lo de usar seud¨®nimos o apodos se deb¨ªa a las precauciones frente a la polic¨ªa franquista, pero esta identific¨® prontamente al nuevo l¨ªder como Felipe Gonz¨¢lez y su identidad se desliz¨® a los rincones de algunos columnistas (en contados peri¨®dicos). Esto le vali¨® cierta curiosidad de los c¨ªrculos politizados, mientras el conjunto de la sociedad permanec¨ªa ajena a su persona como a todos los oponentes de Franco, reducidos al silencio.
El congreso se celebr¨® a las afueras de Par¨ªs, cuando el vencedor de la Guerra Civil todav¨ªa era due?o y se?or de Espa?a. Su valor simb¨®lico es que all¨ª se sentaron las bases para convertir a ese partido en la m¨¢quina de poder que contribuy¨® a la consolidaci¨®n de la democracia. Y adem¨¢s acab¨® con el culto a las reliquias de la Guerra Civil y del exilio: Isidoro lleg¨® tras el desgarro del peque?o partido en dos facciones, la de los j¨®venes dirigentes del interior de Espa?a y la de los veteranos del exilio. Palabra esta ¨²ltima que no significaba lo mismo que ahora, cuando el l¨ªder de Podemos, Pablo Iglesias la usa para describir a los que abandonan Espa?a en busca de oportunidades profesionales o laborales. Los exiliados de la dictadura se arriesgaban a la c¨¢rcel o al fusilamiento si pon¨ªan pie en el pa¨ªs del que hab¨ªan salido ¡ªcomo les ocurri¨® a algunos¡ª. Siempre temerosos de infiltraciones policiales, los veteranos del PSOE en el exilio pr¨¢cticamente manten¨ªan hibernado al partido.
De aquel congreso
surgi¨® un partido que
miraba a la modernidad
El congreso de Suresnes se celebr¨® en un momento estrat¨¦gico. Franco hab¨ªa ca¨ªdo enfermo pocos meses antes y, aunque se recuper¨® y recobr¨® sin miramientos el poder que hab¨ªa cedido al pr¨ªncipe Juan Carlos, la mayor parte de la oposici¨®n se agrupaba en torno al PCE en la Junta Democr¨¢tica, donde tambi¨¦n estaba el llamado Partido Socialista del Interior (PSI), dirigido por Enrique Tierno Galv¨¢n, rival del PSOE en aquel tiempo. El Partido Socialista Obrero no tom¨® la opci¨®n de integrarse ah¨ª, sino aliarse con ¡°fuerzas antifranquistas¡± hasta que se produjera la ¡°ruptura democr¨¢tica¡±.
La escenograf¨ªa de Suresnes marc¨® la reconstrucci¨®n del PSOE como una organizaci¨®n que miraba hacia la modernidad de Europa occidental, un espacio en aquella ¨¦poca claramente distinto de la Espa?a franquista. Sus documentos y oradores conservaban el tono de izquierda radical utilizado en la ilegalidad; se daba por hecho la inspiraci¨®n marxista, se reivindicaba la Rep¨²blica federal y se manten¨ªa la simbolog¨ªa tradicional del yunque, la pluma y el libro que se ve en las fotograf¨ªas de la ¨¦poca.
El PSOE de hoy solo se parece al de 1974 en el af¨¢n de un proyecto aut¨®nomo
Los nuevos dirigentes supieron hacerse un hueco en el espacio de la oposici¨®n a la dictadura y de los preparativos del cambio pol¨ªtico que se avecinaba en Espa?a. El PSOE se situ¨® as¨ª en buenas condiciones estrat¨¦gicas para participar en la transici¨®n a la democracia promovida por don Juan Carlos, una vez rey, y por el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez (a partir de 1976). Salvando las distancias, esa es una de las analog¨ªas que pueden encontrarse entre el proyecto de Suresnes, como rectificaci¨®n de una situaci¨®n interna de crisis, y lo que supone Pedro S¨¢nchez para un partido que ha vivido horas bajas.
Otras comparaciones resultan m¨¢s forzadas. Hay mucha diferencia entre la renovaci¨®n socialista en pleno sistema constitucional de libertades ¡ªpor m¨¢s que est¨¦ en crisis¡ª, y la azarosa reconstrucci¨®n de un partido desde la clandestinidad. Como la hay entre el contexto del socialismo de aquellos a?os y del presente. En 1974, el PSOE era el eslab¨®n d¨¦bil de un conjunto de partidos socialdem¨®cratas y laboristas muy fuerte en casi toda Europa occidental, gobernaban en muchos de sus pa¨ªses y contaban con dirigentes de la talla de Olof Palme, Willy Brandt o Fran?ois Mitterrand. Lo cual se tradujo no solo en el inter¨¦s de tales partidos por proteger y ayudar al crecimiento de su hom¨®logo, sino en el respaldo electoral de los ciudadanos espa?oles ¡ªcuando les dejaron expresarse¡ª hacia un socialismo/socialdemocracia que manten¨ªa un prestigio elevado como alternativa moderada de izquierda (ni que decir tiene que el muro de Berl¨ªn segu¨ªa en pie) y cuya principal aportaci¨®n fue la consolidaci¨®n de la democracia. El PSOE actual es obviamente m¨¢s fuerte que el peque?o partido de los 70, pero la socialdemocracia es mucho m¨¢s d¨¦bil en Europa y este pa¨ªs se encuentra integrado plenamente en la UE, de modo que no cabe sustraerse a las corrientes pol¨ªticas que la atraviesan.
S¨ª hay un nexo claro entre el Felipe Gonz¨¢lez de los a?os 70 y Pedro S¨¢nchez en la voluntad de mantener al PSOE como proyecto pol¨ªtico aut¨®nomo. El grupo de Suresnes lo quiso frente al Partido Comunista y la extrema izquierda de su ¨¦poca, como S¨¢nchez lo intenta frente a los adversarios del tablero pol¨ªtico actual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.