Uno de los grandes de la pol¨ªtica
El ¡®ex n¨²mero dos¡¯ del PSOE hizo t¨¢ndem con Gonz¨¢lez y termin¨® enfrentado a ¨¦l
La retirada de Alfonso Guerra no es solo la de uno de los personajes m¨¢s importantes en los primeros decenios de la democracia, sino la de un pol¨ªtico capaz de hacer la alquimia entre la fidelidad a ideas firmes de izquierda, una voluntad f¨¦rrea de controlar el poder a su alcance ¡ªl¨¦ase el PSOE mientras pudo¡ª y un acusado sentido de Estado. La combinaci¨®n de tantas caracter¨ªsticas no ha sido pac¨ªfica a lo largo de su vida p¨²blica, lo cual le ha granjeado tanta admiraci¨®n como adversarios.
Hombre de cultura muy superior a la de casi todos los pol¨ªticos de su ¨¦poca cenital, durante la Transici¨®n fue el coprotagonista de un t¨¢ndem con Felipe Gonz¨¢lez cuya existencia no result¨® condici¨®n suficiente para explicar el relevante papel alcanzado por el PSOE, pero s¨ª necesaria.
Guerra contribuy¨® a la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n en un momento decisivo
Adem¨¢s de su empe?o en reconstruir un partido que hab¨ªa salido destruido y abstra¨ªdo del franquismo, Guerra contribuy¨® a la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n en un momento decisivo, cuando la derecha de Manuel Fraga y el centrismo de Adolfo Su¨¢rez pretend¨ªan una orientaci¨®n conservadora con la que socialistas y comunistas no estaban dispuestos a transigir. Fernando Abril Martorell, en nombre de Su¨¢rez, y el socialista Alfonso Guerra deshicieron el nudo pr¨¢cticamente de una sentada. Su¨¢rez, firme partidario de una Constituci¨®n de consenso, apart¨® a los democristianos que lideraban el proceso constituyente y Abril y Guerra pactaron una soluci¨®n.
La Constituci¨®n marc¨® el fin del consenso y el comienzo de las luchas partidistas. Esa fase llev¨® a Guerra a maltratar a Su¨¢rez con ¨¢cidas palabras. La relaci¨®n entre ambos se reh¨ªzo cuando los dos ya estaban fuera del poder. El ex n¨²mero dos socialista ha dedicado todo un cap¨ªtulo de sus memorias a glosar la figura del expresidente y a darle toda la importancia que se merece, en una suerte de reconocimiento del exceso en que incurri¨® en su d¨ªa.
Se mantuvo como n¨²mero dos de la organizaci¨®n socialista frente a la enemistad de otros sectores
M¨¢s complicada ha sido la relaci¨®n con Felipe Gonz¨¢lez. Asociados para una tarea pol¨ªtica com¨²n, terminaron enfrentados. Guerra dimiti¨® como vicepresidente del Gobierno en 1991 ¡ªtras las acusaciones de corrupci¨®n a su hermano Juan, un asunto de menor importancia comparado con esc¨¢ndalos posteriores en la pol¨ªtica espa?ola¡ª, pero se mantuvo como n¨²mero dos de la organizaci¨®n socialista varios a?os m¨¢s, frente a la enemistad de otros sectores y dirigentes.
Por las venas de Guerra corre sangre jacobina. Perm¨ªtase esta licencia para explicar las dimensiones de su desconfianza no solo hacia los nacionalismos, sino tambi¨¦n hacia los socialistas que comprenden o comparten el nacionalismo. Advertir contra esa situaci¨®n ha sido compatible con presidir la Comisi¨®n Constitucional del Congreso y ser diputado de base. Pero la ¨²ltima batalla ideol¨®gica que ha dado ha sido contra los partidarios de Pablo Iglesias (el joven) y los socialistas que se deprimen por los ¡°populismos que est¨¢n siendo beneficiados por las propias cadenas de televisi¨®n, que est¨¢n incubando el huevo de la serpiente¡±, seg¨²n palabras recientes de Guerra. Siempre supo encender a los auditorios con su oratoria y, desde luego, no se le ha olvidado c¨®mo hacerlo a los 74 a?os.
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