Un presidente varado
Rajoy se mantiene fiel a la estrategia de reducir un conflicto pol¨ªtico a una cuesti¨®n legal
No hubo milagro. Se lo pens¨® durante tres d¨ªas. Y cuando, por fin, apareci¨®, Rajoy no ten¨ªa nada que decir. Dos a?os dando vueltas a la misma cuesti¨®n y sigue sin ser capaz de presentar una propuesta a los catalanes. De modo que el ¡°No¡± sigue sin proyecto pol¨ªtico y las llamadas terceras v¨ªas sin nada a que agarrarse (Rajoy se permiti¨® incluso ridiculizar la propuesta federalista del PSOE). Pero lo m¨¢s preocupante es que Rajoy sigue neg¨¢ndose a reconocer que tiene un problema pol¨ªtico de envergadura sobre la mesa y que su obligaci¨®n no es minimizarlo sino trabajar para resolverlo. Se mantiene fiel a la estrategia, que el pasado domingo se demostr¨® perdedora, de reducir un conflicto de gran calado pol¨ªtico a una estricta cuesti¨®n legal, desplazando el peso de su impotencia sobre los tribunales ya sea el Constitucional o la justicia ordinaria, con el consiguiente deterioro de estas instituciones.
Nervioso como no le hab¨ªa visto nunca, el presidente se contradijo en su af¨¢n de darse la raz¨®n a s¨ª mismo. Asegur¨® que se hab¨ªa cumplido su promesa de que el 9-N no habr¨ªa consulta en Catalu?a, pero, a continuaci¨®n, utiliz¨® las cifras de la votaci¨®n para decir que hab¨ªa sido una gran derrota del soberanismo. Tanto insist¨ªa en ellas que acab¨® dando credibilidad a los resultados de una elecci¨®n (se le escap¨® la palabra) que para ¨¦l no hab¨ªa existido. Rajoy no abri¨® ni una sola rendija a la negociaci¨®n. La ¨²nica puerta que ofreci¨® a Mas es intransitable: que promueva una reforma constitucional que, ya le advierte de antemano, ¨¦l y su partido rechazar¨¢n.
El pasado domingo se confirmaron dos cosas: que el deterioro del r¨¦gimen pol¨ªtico espa?ol es tal que el principio de legalidad se tambalea; y que las relaciones de fuerza nos indican que ni el soberanismo tiene capacidad para romper unilateralmente con ¨¦xito con Espa?a, ni el Gobierno espa?ol es capaz de neutralizar al soberanismo catal¨¢n. De esta realidad deber¨ªa partir cualquier estrategia pol¨ªtica. Artur Mas, crecido, busca poner bajo su control al tablero catal¨¢n, con el distanciamiento de Esquerra y la exploraci¨®n de un marco m¨¢s favorable a sus intereses para las auton¨®micas. De un presidente del Gobierno cabr¨ªa esperar liderazgo pol¨ªtico y capacidad para definir unas expectativas que encaucen los problemas. Pero Rajoy se declara incapaz de hablar de futuro. Y, sin embargo, en el horizonte aparece una posible imputaci¨®n del presidente Artur Mas que har¨ªa el milagro de convertir a un pol¨ªtico sin carisma en un mito patri¨®tico. ?Quitarse de encima a un adversario por inhabilitaci¨®n judicial? ??sta es la apuesta de Rajoy? Hay algo peor que equivocarse de estrategia: no darse cuenta de que ha fracasado. Hay que estar muy ciego para no ver el aviso del 9-N: con su estrategia Rajoy siempre est¨¢ a la defensiva, nunca ha tenido la iniciativa pol¨ªtica. Las aguas suben por las grietas del r¨¦gimen y el presidente est¨¢ varado.
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