Un tesoro enorme, de Col¨®n a Goya
La duquesa reparti¨® su patrimonio en 2011 antes de contraer matrimonio con Alfonso D¨ªez
Contar con alguien entre tus antepasados que lleg¨® a posar para Goya, puede darte derecho a ciertas licencias. Como por ejemplo, negarte a ser retratada por un tal Pablo Picasso. A Cayetana de Alba, en tiempos, no llegaban a convencerle las deformaciones que el genio malague?o imprim¨ªa a sus figuras. As¨ª que por m¨¢s que su padre, don Jacobo, insistiera en que accediera, no le dio la gana. Prefiri¨® subirse a un poni para ser inmortalizada por Zuluaga, como puede verse hoy en el palacio de Liria, sede de la Fundaci¨®n Casa de Alba en Madrid y el lugar donde se encuentran la mayor¨ªa de los tesoros art¨ªsticos de la familia.
Muchos de ellos colgados de las paredes y no en el aire, como ocurre en el Palacio de Due?as, Sevilla, el preferido de la duquesa y donde uno de sus mayores bienes reside precisamente en la materia inasible del aire que inspir¨® a Antonio Machado para escribir aquellos versos autobiogr¨¢ficos: ¡°Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero¡¡±. Hablaba del retiro de los Alba. Aunque dicho lugar tampoco queda manco en cuanto a riqueza art¨ªstica con sus 1.425 joyas recogidas en el cat¨¢logo General del Patrimonio Hist¨®rico Andaluz.
Cuenta Manuel Vicent en su magistral retrato de Jes¨²s Aguirre, segundo esposo de Cayetana, cuya afici¨®n a leer en bata a Lord Byron por los pasillos ha quedado como leyenda, que lo que m¨¢s costaba en su domicilio, seg¨²n ¨¦l mismo le confes¨®, era encontrar los interruptores.
Andan debajo de los vel¨¢zquez, los goyas, los rubens, los tizianos, los retratos de antepasados, los tapices, las librer¨ªas, la cer¨¢mica¡ El legado art¨ªstico de la familia se cifra en 249 ¨®leos y 177 acuarelas, 54 dibujos y otros tantos tapices catalogados, que fueron objeto de una exposici¨®n en 2012 en el palacio de Correos de Madrid; por no hablar de un archivo hist¨®rico, a buen recaudo, valorado en 41 millones de euros, o de una biblioteca con 18.000 vol¨²menes entre los que se encuentra la primera edici¨®n de El Quijote o las cartas de navegaci¨®n que Col¨®n utiliz¨® en su primer viaje a Am¨¦rica.
Todo ello puede admirarse en Liria, con visitas guiadas, como un museo viviente. Muestras de la acumulaci¨®n de riquezas de una estirpe que desde el siglo XV hasta el XXI, cruzando sus genes aristocr¨¢ticos entre lo m¨¢s poderoso de los grandes imperios en expansi¨®n de la era moderna ¡ªel brit¨¢nico y el espa?ol¡ª, no ha dejado de agrandar su estela.
?Qui¨¦nes fueron los Alba coleccionistas? El primero, el marqu¨¦s del Carpio, al que se deben 32 cuadros de los que posee actualmente la familia, adquiridos o encargados por ¨¦l en el siglo XVII. Un mecenas puro que lleg¨® a tener en su poder la Venus del espejo, de Vel¨¢zquez, que hoy pertenece a la colecci¨®n de la National Gallery de Londres y que perdieron al quedar en manos de Godoy. Aunque quien realmente impuls¨® todo fue Carlos Miguel, decimocuarto duque de Alba, amigo de Rossini, a principios del siglo XIX, gran amante de la m¨²sica, que compr¨® casi todo antes de que don Jacobo, padre de Cayetana, y ella misma, lo completaran hasta hoy.
En otro orden de cosas, quiz¨¢s la difunta no haya figurado en la lista Forbes, pero s¨ª apareci¨® en el Guinness de los R¨¦cords como la mujer con m¨¢s t¨ªtulos nobiliarios del mundo. Y esa es una de las cuestiones cruciales para alguno de sus hijos.
Si bien los palacios, las fincas, explotaciones, mansiones y cortijos han quedado repartidos entre los seis herederos y ¡ªah¨ª estuvo la gran sorpresa¡ª su nieto Fernando Fitz-James Stuart y Sol¨ªs, a quien le toc¨® Due?as, la cuesti¨®n de los m¨¢s de 70 t¨ªtulos se ha convertido en toda una obsesi¨®n para Alfonso Mart¨ªnez de Irujo, su segundo hijo.
Fue Alfonso quien en su d¨ªa dio un paso al frente para solicitar ante el Ministerio de Justicia siete de los t¨ªtulos importantes en juego. En su d¨ªa, quer¨ªa el condado de Guimer¨¢ y Ribadeo adem¨¢s de los marquesados de Orani y Almenara. Pero lo m¨¢s peliagudo son sus pretensiones sobre los condados de Palma del R¨ªo, Aranda y el ducado de H¨ªjar. Los tres llevan aparejada la dignidad de grandeza de Espa?a. No qued¨® la lucha cerrada entonces. Estos d¨ªas, podr¨ªa clarificarse.
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