La duquesa de Alba, mi madre
Su hijo la recuerda como una mujer solidaria y que supo romper estereotipos
Ha muerto mi madre, la duquesa de Alba, y quiero decir unas palabras que abarquen su figura y su trayectoria. Aunque el titular dice mi madre, es solo una manera de acercarme a la persona que ha fallecido ayer y que ha tenido una trayectoria brillante y original hasta sus 88 a?os de vida.
La duquesa Cayetana, como casi todos la conocen, era hija de Jacobo Fitz-James Stuart, duque de Alba, y de Rosario Silva, heredera de la casa de H¨ªjar. Mi abuelo fue un intelectual destacado, un pol¨ªtico brillante y un diplom¨¢tico fundamental en la historia reciente. Adem¨¢s, impuls¨® valores patri¨®ticos sofisticados y mantuvo un esfuerzo constante para que las personas de su alrededor hiciesen las cosas bien.
En esos valores intent¨® educar a su hija ¨²nica, la empuj¨® a tratar a las gentes m¨¢s diversas, m¨¢s internacionales y m¨¢s brillantes de la ¨¦poca. Esa impronta qued¨® en mi madre de modo destacado y la convirti¨® en una mujer abierta a las corrientes de pensamiento m¨¢s diversas sin dejar su profundo sentido del deber y del servicio a Espa?a y a la Corona.
Adem¨¢s, Cayetana tuvo una educaci¨®n excepcional por el sitio en donde hab¨ªa nacido y por las oportunidades que tuvo ocasi¨®n de recibir en sus viajes y en las estancias en los m¨¢s variados lugares y en contacto con las personas m¨¢s importantes de la ¨¦poca. De su madre recibi¨® tambi¨¦n el sentido de una gran casa y su continuo inter¨¦s por ayudar a los m¨¢s necesitados.
Despu¨¦s del incendio que durante la Guerra Civil sufri¨® el palacio de Liria mi abuelo decidi¨® su reconstrucci¨®n. Al morir el duque de Alba, mis padres, la duquesa de Alba y Luis Mart¨ªnez de Irujo, otra persona adelantada a la ¨¦poca y que ayudo extraordinariamente a la consolidaci¨®n de la Casa, continuaron en ese empe?o donde pusieron un extraordinario esfuerzo en tiempos muy dif¨ªciles hasta lograr su total reconstrucci¨®n.
En el terreno del arte tuvo especial sensibilidad, y ejerci¨® un mecenazgo extraordinario, aumentando mucho, asimismo, las obras de arte y colecciones de la casa de Alba. Trat¨® a los artistas m¨¢s destacados de la ¨¦poca, pintores, m¨²sicos, intelectuales, escritores de todas partes del mundo. E impuls¨® su actividad, permitiendo que muchos que pasaban por el Palacio de Liria comprendiesen y se identificasen mejor con la cultura y la sociedad espa?olas en tiempos de aislamiento.
Fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungr¨ªa de Sevilla y perteneci¨® a muy variadas asociaciones.
Supo valorar qui¨¦n era, a qu¨¦ tradici¨®n se deb¨ªa y qu¨¦ valores eran irrenunciables y deb¨ªa mantener
Quisiera ahora hacer referencia a otra faceta de su vida que merece destacarse. Me refiero a su enorme labor de ayuda a los dem¨¢s presidiendo y actuando en las m¨¢s diversas asociaciones ben¨¦ficas, lo que la llev¨® a obtener la Gran Cruz de la Beneficencia, una m¨¢s de las muchas condecoraciones que recibi¨® a lo largo de su vida. Esta cualidad junto con una personalidad diversa que la llev¨® a ejercer diferentes deportes, bailar flamenco y romper, en muchos momentos, estereotipos la han hecho enormemente popular, seguramente llegando a una sociedad que entend¨ªa su ejercicio de la libertad e intu¨ªa el extraordinario esfuerzo que estaba haciendo para abarcar tantos campos.
Desaparece una figura relevante de la aristocracia espa?ola, que en cada caso supo valorar qui¨¦n era, a qu¨¦ tradici¨®n se deb¨ªa y qu¨¦ valores eran irrenunciables y deb¨ªa mantener. Muy humana y muy cercana a la gente y pongo como ejemplo el enorme cari?o que ella sent¨ªa por Sevilla, ciudad a la que se encontraba muy unida y de la que era Hija Adoptiva, y como los sevillanos le correspond¨ªan en ese cari?o a ella.
Sean estas breves pinceladas en estos tristes momentos un homenaje emocionado a una vida brillante, diversa y reconocida.
Alfonso Mart¨ªnez de Irujo es duque de H¨ªjar, decano de la Diputaci¨®n de Granada.
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