Marcial, el farmac¨¦utico del ¡®narco¡¯
El profesor detenido por fabricar drogas fue adicto al juego
La red de narcotraficantes actuaba con cuidado para proteger la identidad de Marcial S¨¢nchez, su cocinero. Una vez quitadas las matr¨ªculas, ocultaban su coche en una finca cercana a Toro (Zamora). Despu¨¦s lo trasladaban en otro veh¨ªculo a su laboratorio, una humilde vivienda al final de un pueblo con 55 habitantes censados. All¨ª se encerraba a fabricar speed. Para llegar hay que atravesar campos de vid cobriza y pasar por debajo de un puente por el que pronto viajar¨¢ el AVE a Zamora. Hasta que aparece Valdefinjas.
Los primeros rastros de S¨¢nchez, de 64 a?os, los encontramos en la facultad de Qu¨ªmicas de la Universidad de Salamanca, donde se licencia hace cerca de 40 a?os. Era buen alumno y generoso, de los que presta sus apuntes. En 1976 empieza como profesor ayudante de Qu¨ªmica Org¨¢nica en la facultad de Farmacia de la misma universidad. En 1985 asciende a profesor titular, dirige tesinas y publica en revistas cient¨ªficas. Casado y padre de dos hijas, pronto da muestras de una particularidad: trabaja siempre de noche. Es el ¨²nico que sigue en el departamento cuando el resto ya se ha marchado.
Una de sus hijas estudi¨® en la misma facultad en la que dio clases
Al qu¨ªmico le gusta hacer pruebas con reactivos. Un d¨ªa deja una sustancia en una nevera que horas m¨¢s tarde provoca una explosi¨®n que causa importantes destrozos.?Un excompa?ero de estudios recuerda que por entonces su afici¨®n por el juego se volv¨ªa obsesiva. P¨®ker. Otros juegos de cartas. Dados. No es raro que el profesor falte a clase y llegan quejas al vicerrector. Es 1993 y le abren expediente disciplinario. S¨¢nchez coge una baja por enfermedad y, tras 17 a?os, desaparece de las aulas. Entonces era enjuto, llevaba bigote, gafas de aviador y ten¨ªa el pelo cano y los carrillos hundidos.
Meses m¨¢s tarde, la polic¨ªa lo detiene a 30 kil¨®metros de Salamanca, en Espino de la Orbada, un humilde pueblo de 280 habitantes rodeado de campos de cebada. Cinco vecinos que toman algo en el bar al lado del Ayuntamiento se?alan por la ventana sin dudar cuando se les pregunta. ¡°Esa era¡±. Una vivienda con una larga chimenea de la que sol¨ªa salir humo negro por las mezclas del exprofesor durante la fabricaci¨®n de PMA, una sustancia que se vende como sustituto del ¨¦xtasis. La polic¨ªa se incauta de pipetas, balanzas, hornillos el¨¦ctricos y c¨¢psulas de gelatina. ¡°Dej¨® la casa destrozada¡±, dice Meditaci¨®n, quien la alquil¨® tras su detenci¨®n.
Su abogado sostiene que lo incautado son productos de limpieza
Ignacio Berdugo, entonces rector de la Universidad de Salamanca, recuerda que por aquellas fechas les llega una orden de embargo del sueldo de S¨¢nchez por meses de adeudo de la pensi¨®n de su ya exmujer. Poco despu¨¦s, es el juicio. A pesar de que el exprofesor alega que fabricaba perfumes, el juez le condena por delito contra la salud p¨²blica a tres a?os de c¨¢rcel. S¨¢nchez cambia su c¨¦ntrico piso salmantino por la vecina c¨¢rcel de Topas. Tras la sentencia, la universidad inicia su suspensi¨®n como profesor. En prisi¨®n el qu¨ªmico ejerce de ordenanza de los profesores de los internos. En su ficha pone: ¡°Nada que rese?ar¡±.
Hasta 2003 no volvemos a saber de Marcial El Qu¨ªmico, como se le conoce en Salamanca. Ese a?o, con los 52 ya cumplidos, le detienen en un chalet del salmantino barrio de Fregeneda. Le cogen con las manos en la masa, elaborando ¨¦xtasis entre recipientes, ventiladores y extractores de gas. Los agentes se incautan de 20.000 pastillas y de material suficiente para otras 36.000. Alega que est¨¢ fabricando productos adelgazantes pero le condenan a 12 a?os y 100.000 euros de multa.
Apuntes de su pu?o y letra
Quienes conozcan la serie Breaking bad ¡ªque cuenta la historia de un profesor de Qu¨ªmica de un instituto de Albuquerque (EE UU) que, tras serle diagnosticado un c¨¢ncer, decide fabricar metanfetamina¡ª se sorprendieron la semana pasada al descubrir que existe al menos una versi¨®n espa?ola de Walter White y desde bastante antes, pues la primera vez que detuvieron al salmantino Marcial S¨¢nchez fue en 1995. Si en la serie estadounidense se ocultan para fabricar por carreteras des¨¦rticas, S¨¢nchez ten¨ªa sus laboratorios entre campos de vid y cebada. La segunda vez que lo detuvieron, en 2003, la polic¨ªa se incaut¨® de una libreta en la que el qu¨ªmico explicaba, con dibujos, los pasos a seguir para elaborar drogas.
Hace 14 d¨ªas el nombre de Marcial volv¨ªa a aparecer durante el desmantelamiento de una red en Toro, a 100 kil¨®metros de Salamanca. Su tercera ca¨ªda. La operaci¨®n se salda con 14 detenidos. ?l es apresado tres d¨ªas despu¨¦s de que la Guardia Civil, tras meses de escuchas, detenga a nueve vecinos de la localidad, de 9.000 habitantes. Entre ellos, las hijas de un tendero, un conocido camello y un joven guarda rural. El abogado de oficio del exprofesor (que pide anonimato) est¨¢ contrariado: lo han trasladado de la c¨¢rcel de Topas a la de Palencia. No pudieron reunirse hasta el pasado mi¨¦rcoles. Alega que no hay pruebas para imputarle puesto que no han encontrado ¡°precursores¡±. ¡°Eran productos de limpieza¡±, afirma. La guardia civil sostiene que los fabricaba ¨¦l mismo y que hay pruebas suficientes para inculparle.
Los vecinos de Valdefinjas no recuerdan al exprofesor, pero s¨ª a Luis Ignacio Hern¨¢ndez, alias Willy, tambi¨¦n detenido y due?o de la casa convertida en laboratorio. Cobra una pensi¨®n porque tiene las manos destrozadas por una alergia al cemento que le surgi¨® tras a?os de alba?il. Sus horarios eran extra?os. Lo mismo se lo cruzaban de madrugada que no lo ve¨ªan en d¨ªas. Todos lo recuerdan bebiendo m¨¢s de la cuenta en el bar del pueblo.
Para llegar al laboratorio hay que bajar una cuesta de cemento sin aceras. La casa, peque?a, solo tiene una ventana con rejas. Enfrente hay un cubo de la basura del que asoman los restos del registro: botellas de alcohol, aguarr¨¢s, mascarillas y bolsas de las que salen insectos rojizos. El silencio es casi completo. Lo rompe el cacareo de una decena de gallinas que saludan a toda alma que pase por su puerta.
Sus antiguos compa?eros de la facultad de Farmacia no quieren hablar de ¨¦l. ¡°He olvidado todo de Marcial¡±, dice antes de desaparecer el director de su viejo departamento de Qu¨ªmica Farmace¨²tica. Una hija de S¨¢nchez curs¨® Farmacia en la misma facultad. ¡°Pero de eso hace tiempo¡±, concede antes de cortar la comunicaci¨®n telef¨®nica? otro compa?ero. Un tercero cuelga directamente.
Seg¨²n la Guardia Civil, Marcial S¨¢nchez no consum¨ªa nada de lo que produc¨ªa.
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