¡°Mi madre es una desconocida para m¨ª¡±
Mujeres enga?adas y ni?os robados relatan su reencuentro Tras las pruebas de ADN comienza una frustrante carrera para recuperar el tiempo perdido
El sal¨®n de la casa de Benedicta Garc¨ªa est¨¢ cubierto de fotos de su hija. Apenas queda hueco en las paredes para un calendario en el que un gran c¨ªrculo se?ala una fecha, 28 de noviembre: ¡°Tres a?os desde que encontr¨¦ a Pili¡±, dice justo al lado. En las estanter¨ªas, colocados como si fueran trofeos, hay una decena de v¨ªdeos que su hija robada, Pilar Moncl¨²s, le ha ido enviando desde Barcelona para ense?arle a su madre los 46 a?os que se ha perdido: su primera comuni¨®n, su boda, el nacimiento de sus dos nietas, las fiestas de cumplea?os, los disfraces de Carnaval...
Varios miles de personas en Espa?a se acuestan cada noche so?ando con reencontrarse, como Benedicta y Pilar. Han llenado fiscal¨ªas y juzgados de denuncias por robo de beb¨¦s (m¨¢s de 3.000) y foros de Internet de fechas, nombres de hospitales, fotos y descripciones de marcas de nacimiento con la esperanza de encontrar al ni?o robado o a la madre enga?ada. Pero los pocos que lo han conseguido saben que tras la prueba de ADN que confirma el parentesco se abre un dif¨ªcil proceso, una agotadora y frustrante carrera para lograr lo imposible: recuperar el tiempo perdido.
Benedicta Garc¨ªa y Pilar Moncl¨²s
Vivieron de manera distinta su primer encuentro. ¡°Me tom¨¦ dos pastillas para los nervios y una tila y baj¨¦ al portal. Cuando la vi llegar me di cuenta de que era mi hija. El coraz¨®n me lat¨ªa... fue impresionante¡±, recuerda Benedicta, de 75 a?os. ¡°Ella nos esperaba en el portal y en cuanto la vi pens¨¦: ¡®Esa es mi madre¡±, coincide Pilar. ¡°Nos dimos un beso, subimos a su casa, charlamos... Fue algo fr¨ªo¡±, a?ade. ¡°A los dos d¨ªas volv¨ª yo sola y lo pas¨¦ mal. Ella quer¨ªa ejercer de madre, pero para m¨ª era una desconocida. Me sent¨ª muy mal, me agobi¨¦. Me dio un ataque de ansiedad. Con el tiempo se me ha ido pasando, pero es muy duro. Yo no puedo cambiar su vida ni ella la m¨ªa. No s¨¦ c¨®mo es, la voy conociendo poco a poco. Para m¨ª mis padres son los que me criaron. Es muy dif¨ªcil establecer una relaci¨®n madre-hija, con 50 a?os. Ahora intento no comerme la cabeza. La quiero mucho y me tiene aqu¨ª para lo que necesite. La llamo casi todos los d¨ªas y le mando fotos y v¨ªdeos para intentar ponernos al d¨ªa, pero es imposible¡±.
Junto a los v¨ªdeos, Benedicta muestra con orgullo los ¨¢lbumes que ha ido llenando, carta tras carta, con las fotos que le env¨ªan las personas que m¨¢s quiere en el mundo, pese a ser las que menos tiempo llevan en su vida. ¡°Esta es del d¨ªa que nos conocimos, cuando Pilar vino a verme a Logro?o con su familia. Antes la llevaba en la cartera, pero hubo robos en mi barrio y la saqu¨¦¡±. A Benedicta no le preocupaba que le quitasen el dinero. Le angustiaba la idea de que el ladr¨®n se llevase esa estampa que recoge el momento m¨¢s feliz de su vida.
Ten¨ªa 26 a?os cuando lleg¨® a un peque?o pueblo de la costa brava a trabajar de interna en una casa. All¨ª se enamor¨® de un ferroviario y se qued¨® embarazada. ¡°Me dijo que no quer¨ªa saber nada. No le volv¨ª a ver¡±. Ella lo desconoc¨ªa, pero su novio estaba casado y ten¨ªa hijos. Su familia no la ayud¨® y Benedicta, a punto de convertirse en madre soltera en la Espa?a de los sesenta, decidi¨® irse a Bilbao. ¡°Fui all¨ª como pod¨ªa haber ido a otro sitio. Solo quer¨ªa ir a una ciudad grande donde nadie me conociera¡±. En la casa cuna de Bilbao las monjas le dijeron que pod¨ªa dejar all¨ª a su hija mientras estaba trabajando e ir a verla cuando quisiera. ¡°Pero empezaron a darme largas, a decirme un d¨ªa que estaba dormida, otro que estaba enferma... y yo me volv¨ªa a casa llorando sin verla. El d¨ªa que le llevaba una medallita y unos pendientes, sor Bernardina me dijo que no volviera m¨¢s, que mi hija estaba con una familia y que me olvidara de ella. Nunca pens¨¦ que las monjas pudieran hacer esas cosas¡±.
Benedicta contrat¨® a un abogado para que presentara una denuncia y buscara a un detective que localizara a su peque?a. ¡°Pero las monjas pagaron al abogado y el abogado al detective, que me dijo que mi hija estaba estupendamente con otra familia y que no la buscara m¨¢s¡±.
A?os m¨¢s tarde, Benedicta se cas¨®, pero no tuvo m¨¢s hijos. Sobrevivi¨® al accidente de tr¨¢fico en el que perdi¨® a su marido, Carlos, en 1980, y sigui¨® buscando a Pilar. No se quit¨® aquella medallita que le hab¨ªan impedido ponerle a su beb¨¦ hasta que la tuvo delante, 46 a?os despu¨¦s, y pudo al fin entreg¨¢rsela. ¡°Yo no quer¨ªa morirme sin encontrarla¡±, explica Benedicta. Contrat¨® a otro abogado y a otro detective. Les llev¨® toda la documentaci¨®n y esper¨®. ¡°Hasta que me llam¨® y me dijo: ¡®Bene, p¨¢sate por aqu¨ª, que tengo buenas noticias¡±.
Lleg¨® a casa con el tel¨¦fono de su hija anotado en un papel, pero despu¨¦s de haber estado busc¨¢ndola toda su vida, no se atrev¨ªa a llamar. ¡°Me puse nervios¨ªsima. Pens¨¦ que igual ella no querr¨ªa saber nada de m¨ª¡±. Finalmente, se arm¨® de valor y llam¨® a una casa a 480 kil¨®metros y 46 a?os de distancia. ¡°Estaba temblando¡±.
Cogi¨® su nieta. Pilar hab¨ªa salido, pero cuando volvi¨® a casa recibi¨® un mensaje que la dej¨® de piedra: ¡°Ha llamado una se?ora de Logro?o que dice que es tu madre biol¨®gica¡±. Pilar devolvi¨® la llamada y puso el tel¨¦fono en altavoz para que su marido y sus hijas, de 20 y 13 a?os, escucharan la conversaci¨®n. Dur¨® una hora. ¡°Las dos est¨¢bamos muy nerviosas, sobre todo yo. Me pregunt¨® por qu¨¦ la hab¨ªa abanonado y le expliqu¨¦ lo que hab¨ªa pasado¡±, recuerda Benedicta.
¡°Hubiese preferido ser una ni?a abandonada¡±, explica Pilar. ¡°Saber que has sido robada, que hab¨ªan destrozado la vida de una mujer, de una madre, te descuadra totalmente y sientes mucha rabia¡±. Ella supo que era adoptada con 13 a?os. ¡°Me enter¨¦ por terceras personas, se lo pregunt¨¦ a mis padres y lo corroboraron. Siempre pens¨¦ que mi madre me hab¨ªa abandonado hasta que hace unos a?os vi un programa de ni?os robados. Mir¨¦ mi documentaci¨®n, vi irregularidades y puse una denuncia en el juzgado de Barcelona que se archiv¨® por falta de pruebas¡±. Pilar, como la mayor¨ªa de ni?os robados, tuvo una infancia feliz. ¡°Tuve mucha suerte con mis padres adoptivos. S¨¦ que pagaron una cantidad de dinero, pero supongo que a ellos tambi¨¦n les enga?aron. Murieron hace a?os. No s¨¦ c¨®mo habr¨ªan reaccionado hoy¡±.
Benedicta y Pilar siguen conoci¨¦ndose. Y sorprendi¨¦ndose. ¡°Es impresionante. Pese a haber estado tanto tiempo separadas nos parecemos much¨ªsimo, ?hasta en la manera de andar!¡±, dice Pilar. Tambi¨¦n Benedicta lo repite desde su sal¨®n mientras ve los v¨ªdeos una y otra vez: ¡°Nos parecemos mucho. Cuando los miro lloro y me r¨ªo. Es mi hija y la quiero tener conmigo, pero ella tiene su vida y yo la m¨ªa. Nos vemos cuando podemos y as¨ª vamos haciendo la amistad, cogiendo confianza, pero cuesta mucho, porque el tiempo perdido es muy dif¨ªcil recuperarlo¡±. Pese a las dificultades, encontrar a su hija la ha cambiado. ¡°Todo el mundo me lo dice. Antes era retra¨ªda, apenas hablaba, estaba siempre triste. Ahora soy otra, tengo alegr¨ªa...¡±.
Mar¨ªa Luisa Torres y Pilar Alcalde
Mar¨ªa Luisa conoci¨® a su hija Pilar 29 a?os despu¨¦s del parto en la cl¨ªnica Santa Cristina (Madrid). All¨ª se la hab¨ªa quitado Mar¨ªa G¨®mez Valbuena, la primera monja imputada por robo de beb¨¦s. El proceso judicial concluy¨® poco despu¨¦s de la muerte de la religiosa, en enero de 2013, pero mientras dur¨®, decenas de mujeres que buscaban a sus beb¨¦s robados sol¨ªan arropar a Mar¨ªa Luisa y Pilar a las puertas del juzgado. Ver a madre e hija llegar juntas, cogidas de la mano, era el mejor motivo para la esperanza. Todas quer¨ªan ser como ellas.
Maria Luisa y Pilar disfrutaron durante dos a?os de s¨ª mismas. Se contaron sus vidas, se deshicieron en abrazos. ¡°Era como si nunca hubi¨¦ramos estado separadas¡±, recuerda Maria Luisa. Pilar se fue de vacaciones a Ibiza con las hermanas a las que acababa de conocer. Pas¨® la primera nochebuena de su vida con su madre en 2011. ¡°Iba a mudarse a vivir con nosotras¡±, asegura Mar¨ªa Luisa. Pero todo se torci¨®.
¡°Hace 13 meses que no hablamos. Un d¨ªa dijo que necesitaba tiempo y ya no volvimos a saber nada¡±, lamenta Mar¨ªa Luisa. ¡°Perderla de nuevo, despu¨¦s de 29 a?os esperando, ha sido el palo m¨¢s duro de mi vida. En casa ya no hablamos del tema. Es muy doloroso¡±.
Antonia Morro
¡°Mis padres nunca me ocultaron que era adoptada y cuando con 16 a?os quise encontrar a mi madre biol¨®gica, me ayudaron a buscar¡±, explica Antonia Morro. ¡°A ellos les hab¨ªan dicho que era una prostituta y que yo no era la primera hija que abandonaba. Mi madre [adoptiva]sol¨ªa decirme: ¡®Ahora ser¨¢ mayor, seguro que si la encuentras podr¨¢s ayudarla¡±.
Pero la madre de Antonia ni era prostituta ni la hab¨ªa abandonado. ¡°Muri¨® tras el parto, el 20 de agosto de 1963. Y ese mismo d¨ªa las monjas le dijeron a mi padre que yo tambi¨¦n hab¨ªa fallecido. ?l y mis t¨ªas siempre sospecharon. Fueron al cementerio y les dijeron que me hab¨ªan enterrado con mi madre. Era todo mentira, ?pero qui¨¦n le llevaba la contraria a la Iglesia en los a?os sesenta?¡±.
Todo esto se lo cont¨® su hermana cuando logr¨® localizarla en agosto de 2011 gracias a la ayuda de dos empleadas del Consell de Mallorca. ¡°Investigando, se enteraron de que mi madre hab¨ªa tenido cinco a?os antes una hija de una relaci¨®n anterior y la encontraron. Fue ella la que me dijo que mi madre hab¨ªa muerto despu¨¦s del parto, que mis padres no estaban casados cuando nac¨ª yo, que mi padre le hab¨ªa pedido que me buscara...¡± Quedaron los tres para hacerse un test de ADN. ¡°Fue muy emocionante porque cuando mi padre se baj¨® del taxi dijo: ¡®No hay que hacer ninguna prueba, esa es mi hija¡¯. La verdad es que ten¨ªamos la misma cara¡±.
Al principio todo fue bien. ¡°Mi padre estaba content¨ªsimo. Conoci¨® a sus nietas. Me cont¨® c¨®mo hab¨ªa conocido a mi madre...¡± Pero la relaci¨®n tambi¨¦n se torci¨®. ¡°Personas de su familia metieron ciza?a, pensando en herencias, y mi padre se dej¨® llevar. Hace muchos meses que no hablamos. Pero no estoy dolida. Yo iba buscando a mi madre y ya no estaba, pero encontr¨¦ una hermana con la que tengo una relaci¨®n maravillosa. Tu padre es el que te cuid¨® cuando estabas enferma, el que te llevaba al colegio, el que te castigaba... el m¨ªo est¨¢ en el cielo y no lo va a sustituir nadie¡±.
Su madre adoptiva tambi¨¦n falleci¨® hace siete a?os. En el sal¨®n de Antonia hay una foto de los dos. Y junto a ellos, desde 2011, ha colocado una de su madre biol¨®gica. ¡°Cada d¨ªa de difuntos visito la tumba de los tres¡±.
Ensayo del primer saludo
"Para un hijo adoptivo, encontrar a la madre biol¨®gica suele ser el final de un proceso: el de conocer su identidad. Y para la madre, en cambio, es el principio, a veces cree que va a recuperar al hijo", explica Jaime Ledesma, mediador familiar especializado en reencuentros. Los hijos adoptivos que buscan a sus madres biol¨®gicas quieren satisfacer una curiosidad, no encontrar otra familia, porque sienten que la suya es la que les ha criado. Para evitar que ambas partes se hagan da?o, "hay que ajustar las expectativas antes, ir lo m¨¢s preparado posible al reencuentro", a?ade el mediador.
La primera norma es ¡°paciencia¡±. ¡°Esto no debe hacerse de un d¨ªa para otro. El proceso puede prolongarse meses antes del reencuentro. Tienen que escribirse cartas cont¨¢ndose su historia, mandarse fotos, preguntar todas las dudas que tengan¡±. La preparaci¨®n psicol¨®gica incluye hasta ensayos del primer saludo, el momento cr¨ªtico, porque ambas partes han fantaseado mucho sobre ese instante y es f¨¢cil que a la hora de la verdad, no sea como imaginaban.
Ledesma explica que ¡°es muy dif¨ªcil llegar a tener una relaci¨®n madre-hija o madre-hijo. Puede llegar a haber mucha complicidad, pero despu¨¦s de tanto tiempo cuesta crear una relaci¨®n de ese tipo. Lo que surge es un v¨ªnculo especial para el que habr¨ªa que inventar una palabra nueva: algo entre la amistad y la relaci¨®n familiar. En el caso de ni?os robados, el hijo siente rabia y la madre tiene que reelaborar el duelo¡±. Es decir, ella tiene que darse cuenta de que encontrarlo no es igual que recuperarlo. Y el hijo ha de asimilar una informaci¨®n que puede complicar la relaci¨®n con sus padres adoptivos.
Desde 2007 los hijos adoptados tienen derecho, por ley, a conocer su origen y saciar su curiosidad. Pero al rev¨¦s no: la madre biol¨®gica no puede pedir los datos de la familia a la que ha ido a parar su hijo. Ledesma cree que que en los casos donde haya indicios de robo o apropiaci¨®n de ese beb¨¦, la madre biol¨®gica deber¨ªa tener m¨¢s garant¨ªas. Y advierte sobre el cambio legal que recoge el anteproyecto de ley de protecci¨®n del menor, en el que la madre biol¨®gica pasar de tener seis meses para arrepentirse y reclamar a su hijo a solo seis semanas. ¡°Es poco tiempo¡±.
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