La religi¨®n por otros medios
?ltima entrega de la serie en la que el escritor y periodista analiza el fen¨®meno Podemos
No hay ideolog¨ªas, no hay programas, no hay ni siquiera, como declar¨® Pablo Iglesias en Vall d¡¯Hebron, promesas. ?Entonces qu¨¦ hay? Hay una narrativa. Hay una historia digerible, un mensaje breve ¡ªtuiteable¡ª y un llamamiento a las emociones. ?Qu¨¦ quiere Podemos? Lo ha dicho Pablo Iglesias m¨¢s de una vez: ¡°De lo que se trata es de ganar¡±. O como declar¨® en una entrevista reciente: ¡°La obligaci¨®n de un revolucionario siempre, siempre, siempre es ganar... y para ganar tienes que trabajar con los ingredientes que tienes¡±.
O, por decirlo de otra manera, con los ingredientes que se ha visto que funcionan: el llamamiento a una cruzada moral; la calculada confusi¨®n ideol¨®gica; la deliberada ambig¨¹edad en cuanto al programa econ¨®mico.
Para que Podemos siga escalando en las encuestas los militantes no deben desviarse del gui¨®n. Hasta ahora se ha mantenido la disciplina. Pr¨¢cticamente todo lo que han dicho ¡ªen las redes sociales, en las tertulias televisivas, en los discursos, en las entrevistas con los reporteros¡ª se subordina a una astuta estrategia dirigida desde arriba, nutrida por el contacto directo con la ciudadan¨ªa a trav¨¦s de Internet, cuyo objetivo es conquistar votos. Lo cual no significa que sean robots o que no sean sinceros. Lo que les motiva en el fondo, desde Miguel Ardanuy en la torre de control digital de Plaza de Espa?a hasta Maby Cabrera en Vallecas, es la ilusi¨®n de poder crear una sociedad m¨¢s honesta, m¨¢s justa, menos desigual. Y dice mucho de ellos y de Espa?a que no apelan al miedo sino a la esperanza.
Podemos es la expresi¨®n de un fen¨®meno generalizado en Europa occidental. Ha ocupado el vac¨ªo creado por el descr¨¦dito, acelerado por la crisis econ¨®mica, en el que han ca¨ªdo los partidos pol¨ªticos tradicionales. En las antiguas democracias de Francia y de Gran Breta?a, en Suecia, en Finlandia, incluso en Alemania, el vac¨ªo lo est¨¢n llenando partidos de extrema derecha, antiinmigraci¨®n, poco disimuladamente racistas. Espa?a es diferente. Ni Podemos ni ning¨²n otro partido pol¨ªtico espa?ol buscan chivos expiatorios entre los musulmanes, los africanos, los sudamericanos, los polacos o los rumanos. Los impulsos del partido que ha irrumpido como un hurac¨¢n en el terreno pol¨ªtico espa?ol no son mezquinos.
La suerte de Podemos ha sido tener como rival a alguien del calibre de Mariano Rajoy, el jefe de Gobierno m¨¢s gris de la democracia espa?ola. Lo cual no significa que el carisma sea el punto fuerte de Pablo Iglesias. Es un h¨¢bil tertuliano pero no es un gran orador. Qued¨® claro durante el discurso de Vall d¡¯Hebron que no es ning¨²n Martin Luther King, o Felipe Gonz¨¢lez. Su lenguaje corporal lo delat¨®. Durante la mayor parte de los 20 minutos que dur¨® su discurso ten¨ªa las dos manos puestas en las caderas, como un cowboy desafiante pero inseguro. El desafortunado cuento de los ratones tampoco indica que posee el o¨ªdo o el sentido del humor necesarios para poder conectar visceralmente con las grandes masas. Pero Iglesias piensa r¨¢pido, maneja datos y da la cara. Sus carencias se diluyen frente a las del evasivo Rajoy y las de la bovina clase pol¨ªtica espa?ola, en general.
Muchos, sin embargo, se debatir¨¢n entre la tentaci¨®n de emitir un voto de castigo contra el desacreditado establishment y el temor a las posibles consecuencias de votar a favor de Podemos. Iglesias despertar¨¢ dudas a la hora de colocar el papelito en las urnas. El fantasma de Hugo Ch¨¢vez ¡ªel cuestionable juicio que demostr¨® Iglesias al identificarse tan efusivamente con ¨¦l¡ª le perseguir¨¢ hasta las elecciones generales de noviembre. Habr¨¢ tambi¨¦n gente que se preguntar¨¢ c¨®mo actuar¨ªa Iglesias en respuesta a un atentado yihadista en las calles de Madrid, o en la mesa de la OTAN con Obama, Merkel y Cameron para estudiar posibles medidas contra el r¨¦gimen de Vlad¨ªmir Putin. ?Estar¨ªa a la altura? Quiz¨¢ no, pero otra vez surge la pregunta: ?lo est¨¢ Rajoy?
Las carencias de Iglesias se diluyen frente a las del evasivo Rajoy y las de la bovina clase pol¨ªtica espa?ola
Ser¨ªa un error, sin embargo, para aquellos que pretenden derrotar a Podemos apuntar las balas a la figura de su l¨ªder. La fuerza de Podemos no reside en ¨¦l, reside en el repudio al statu quo y al anhelo de cambio de la ciudadan¨ªa. Iglesias tiene raz¨®n en el fondo cuando dice que Podemos no es ¨¦l. Podemos es, como ¨¦l mismo acert¨® al decir en su discurso de Vall d¡¯Hebron, ¡°miles de personas, decenas de miles que quieren cambiar¡±. Hay diferentes opiniones sobre c¨®mo se deber¨ªa cambiar la econom¨ªa pero donde hay consenso, y por eso es aqu¨ª donde Podemos centra su mensaje, es en el deseo de cambiar la forma de hacer pol¨ªtica en Espa?a.
Se les acusa de querer enga?ar al pueblo, de tener una agenda oculta. Es innegable que la energ¨ªa de Podemos proviene de la izquierda, pero si de una cosa parecen ser conscientes es de los l¨ªmites de lo posible. Cuando dicen que representan una nueva idea de pol¨ªtica transversal quiz¨¢ lo que est¨¢n haciendo, en vez de enga?ar, es reconocer la realidad de que el mundo es como es, de que no hay recetas simples para lograr m¨¢s crecimiento y menos paro, y pretender imponer desde un Gobierno moderno la antigua utop¨ªa marxista leninista sencillamente no es factible. Ser¨¢n j¨®venes los principales impulsores del partido, pero han digerido la lecci¨®n de Jos¨¦ Mujica en cuanto a lo reducidos que son los m¨¢rgenes de maniobra en un mundo globalizado. Tienen el candor y la madurez suficientes para entender lo aplicable que es a la situaci¨®n econ¨®mica de Espa?a el viejo chiste: ¡°?C¨®mo hacer que Dios se r¨ªa? Cu¨¦ntale tus planes¡±.
El mensaje de Podemos contiene permanentes alusiones cristianas. Lo que venden, en el fondo, es el mensaje de Cristo
Hablando de Dios, el mensaje de Podemos contiene permanentes alusiones cristianas. Lo que venden, en el fondo, es el mensaje de Cristo, el de aquel Cristo indignado que cuando lleg¨® al templo denunci¨® a los mercaderes y, en las palabras del evangelio, ¡°ech¨® fuera a todos los que compraban y vend¨ªan en el templo, y volc¨® las mesas de los cambistas¡ Y les dijo: ¡®Escrito est¨¢: mi casa ser¨¢ llamada casa de oraci¨®n pero vosotros la est¨¢is haciendo cueva de ladrones¡±.
Incluso el m¨¦todo de Podemos es de inspiraci¨®n cristiana. El taquillero concepto ¡°ni izquierdas ni derechas¡± representa la evoluci¨®n contempor¨¢nea de la f¨®rmula ganadora, ¡°Me hice todo para todos¡±, patentada hace dos mil a?os por el primer gran propagandista cristiano, San Pablo, en una de sus cartas a los corintios.
En la era posideol¨®gica y posreligiosa en la que vivimos, los ecos de aquellos textos a¨²n resuenan en las mentes de los habitantes de un pa¨ªs de larga tradici¨®n cat¨®lica como Espa?a. En los evangelios, a los malvados los llamaban fariseos, en la narrativa de Podemos los llaman casta. Es un mensaje que apela m¨¢s a los sentimientos que al raciocinio, a nociones at¨¢vicas de la lucha del bien contra el mal. Abundar¨¢n motivos para el escepticismo respecto a la posibilidad de que Podemos sea capaz de mejorar las condiciones de vida de los espa?oles. Habr¨¢, incluso, miedo al caos que podr¨ªan llegar a ser capaces de sembrar. Pero los dirigentes lo saben y por eso seguir¨¢n invirtiendo su energ¨ªa ret¨®rica en el proyecto de higiene moral que tantos desean. Seguir¨¢n a la caza de idealistas y so?adores, de hombres y mujeres de fe que se arriesguen a incorporarse a su cruzada popular contra la malvada casta; apelar¨¢n menos a las mentes que a los corazones, donde los mensajes pol¨ªticos calan m¨¢s hondo y, si los profesores logran que el combate pol¨ªtico se dispute no en el terreno intelectual, sino en el emocional, sus adversarios lo tendr¨¢n dif¨ªcil para ganarles la contienda.
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