El ¡®caso Rato¡¯ agrava las grietas del Gobierno
Los ministros reconocen que en el Ejecutivo hay al menos dos grupos divididos por edades y sinton¨ªas y falta una figura que encarne su ¡®milagro econ¨®mico¡®
El caso Rato y su ca¨®tica gesti¨®n ha agravado las grietas y las diferentes visiones de afrontar la pol¨ªtica que perviven en el Gobierno de Mariano Rajoy casi desde su fundaci¨®n, hace ya m¨¢s de tres a?os. Existen en el Ejecutivo que preside Rajoy dos grupos de edad y de poder, dos generaciones, totalmente diferenciadas. El ministro Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Margallo (71 a?os) tiene casi 30 a?os m¨¢s que Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa (43), por ejemplificar con los dos supuestos l¨ªderes de las dos facciones m¨¢s evidentes. Treinta a?os m¨¢s de experiencia, de callos pol¨ªticos, de pasado y hasta de relaciones personales con el propio Rajoy. Jorge Fern¨¢ndez y Miguel Arias Ca?ete tienen ya 65 a?os, frente a F¨¢tima B¨¢?ez y Alfonso Alonso, que acaban de cumplir 48. Unos estuvieron en cargos y puestos p¨²blicos en la Transici¨®n y otros acaban de llegar a la pol¨ªtica y no se sienten herederos de casi nada y de nadie.
¡°Yo creo que aqu¨ª lo que hay, adem¨¢s de las l¨®gicas preferencias, sinton¨ªas y amistades personales, como se dan en todos los grupos humanos, son dos percepciones diferentes de la vida pol¨ªtica y en general de la vida, pero m¨¢s por cuestiones de edad y por trayectoria que por divergencias internas graves¡±, resume uno de los ministros menos etiquetables.
¡°Los Gobiernos son como un tiovivo¡± y el del Ejecutivo de Rajoy chirr¨ªa. La teor¨ªa de que los gobiernos son un carrusel muy particular la expuso el ahora presidente del Congreso, Jes¨²s Posada, a dos exministros del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ¡ªahora en el entorno de Rajoy¡ª a la salida de una de esas convenciones por aclamaci¨®n del PP, en febrero de 2008, en Valladolid, en el lanzamiento de la campa?a nacional. Posada desarroll¨® su tesis y ahora la explican en los despachos del poder para justificar los desajustes y descoordinaciones que padece el Ejecutivo y que han sido palmarios con la gesti¨®n de la crisis del caso Rato.
¡°El Gobierno es un tiovivo que no para de dar vueltas con su musiquita, el caballo blanco es donde va montado el presidente, todos los dem¨¢s, los que vamos en el coche de bomberos, en la ambulancia, en la moto del polic¨ªa, en el tigre, el le¨®n o incluso en la carroza, miramos para el caballo blanco y querr¨ªamos ir a su grupa, y a veces vamos m¨¢s cerca y otras m¨¢s lejos, pero siempre encima del tiovivo, que es lo importante, porque si te caes o te bajas, ya no estas en el poder, porque los de arriba vamos mirando para el caballo blanco, dando vuelas, y con el ruido, las sirenas y la m¨²sica no escuchamos bien a los de abajo, que nos gritan y dicen como hace Aznar o Esperanza Aguirre, que lo estamos haciendo mal, que no comunicamos y no hacemos pol¨ªtica, pero t¨² no les escuchas y les saludas con la mano¡±, reinterpreta un ministro actual sobre la teor¨ªa de Posada.
¡°Bochornoso espect¨¢culo judicial¡±
Esta misma semana varias personas han escuchado a Mariano Rajoy en La Moncloa descalificar lo sucedido con el caso Rato como un ¡°espect¨¢culo bochornoso¡± y dirigir todas sus sospechas y malestar de la gesti¨®n no a sus ministros m¨¢s o menos afectados sino a las autoridades judiciales. En el Gobierno, otros ministros, apuntan a¨²n m¨¢s precisamente contra la Fiscal¨ªa General del Estado y particularmente contra la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n, a los que culpan de las filtraciones. La Agencia Tributaria alert¨® hace casi un a?o y medio al ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, de que las sucesivas declaraciones de Hacienda, de regularizaci¨®n fiscal y de bienes en el extranjero de Rato a partir de 2012 no cuadraban e iban a generar una investigaci¨®n de oficio. No se avis¨® nunca al exvicepresidente. Tampoco lo supieron otros ministros y colaboradores de Rajoy en La Moncloa, lo que ahora ha destapado fricciones. S¨ª hubo charlas directas de Montoro con Rajoy que tuvieron su continuidad en el tiempo, como cuando en oto?o se descubri¨® el esc¨¢ndalo de las tarjetas black de Bankia y Rajoy no daba cr¨¦dito: ¡°?Pero en qu¨¦ est¨¢ metido otra vez ese se?or?¡±. Los destellos emitidos por Hacienda se fueron confirmando y, pese a los primeros reparos de la Fiscal¨ªa sobre la inoportunidad de llevar el caso, al final se opt¨® por seguir adelante con el trabajo de la Oficina Nacional de Investigaci¨®n del Fraude porque se crey¨® que se hab¨ªan acumulado pruebas suficientes.
En la tarde del mi¨¦rcoles 15 de abril Montoro recibi¨® una llamada de Santiago Men¨¦ndez, director de la Agencia Tributaria. Le avis¨®: ¡°La fiscal¨ªa de Madrid tiene ya todos los datos y el juez ordenar¨¢ ma?ana la actuaci¨®n¡±. Montoro crey¨® que actuar¨ªa la Fiscal¨ªa de Asuntos Econ¨®micos. Nunca se puso en contacto o telefone¨® al ministro de Justicia, Rafael Catal¨¢. Tampoco habl¨® con la vicepresidenta o el ministro del Interior.
A la ma?ana siguiente, temerosos ante un presunto alzamiento de bienes de Rato para responder a sus fianzas judiciales tras la publicaci¨®n en un confidencial de la investigaci¨®n en marcha, todos los mecanismos se pusieron en marcha. La fiscal¨ªa de Madrid propuso y el juez acept¨® el registro y detenci¨®n de Rato. La fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, tard¨® en localizar al ministro Catal¨¢ porque estaba en un Consejo Fiscal y fue a media ma?ana cuando le comunic¨® las actuaciones, seg¨²n fuentes oficiales. Catal¨¢ llam¨® entonces a Rajoy. Un poco despu¨¦s, casi al final de la ma?ana y con los rumores medi¨¢ticos desbordados, Montoro recibi¨® otra llamada de Men¨¦ndez para comunicarle la ratificaci¨®n de las decisiones de la fiscal¨ªa y del juez. Y el responsable de Hacienda marc¨® el n¨²mero del presidente que le interrog¨® desconcertado ante el ruido y la inquietud presente ya en muchos medios de comunicaci¨®n: ¡°?Pero qu¨¦ est¨¢ pasando ah¨ª?¡±.
El Gobierno explica as¨ª que todas las actuaciones fueron profesionales e independientes y que, adem¨¢s, nunca habr¨ªan podido detenerlas si se lo hubieran planteado.
¡°Tambi¨¦n hay un problema de origen en el dise?o del Gobierno. Si el objetivo prioritario, casi ¨²nico, era la salida de la crisis, la creaci¨®n de empleo y las reformas econ¨®micas estructurales, no se entiende muy bien por qu¨¦ no se cre¨® la figura de un vicepresidente que aglutinara todas las responsabilidades en esa ¨¢rea y que ahora podr¨ªa ser la cara de la recuperaci¨®n y del milagro econ¨®mico de Rajoy. Es una figura que no tenemos¡±, concluye el titular de un departamento de esa ¨¢rea.
El Ejecutivo de Rajoy echa en falta un Rodrigo Rato. Sorprende escuchar esta frase en un despacho del entorno de Rajoy en esta semana cr¨ªtica, donde el caso Rato ha descubierto de nuevo los problemas de descoordinaci¨®n del equipo que manda en La Moncloa. Un ministro justifica esa idea: ¡°El presidente intenta encarnar esa figura y personalizar los logros econ¨®micos, pero est¨¢ en muchas cosas; la vicepresidenta tambi¨¦n lo hace, y lo repite cada viernes tras el Consejo de Ministros, pero no resulta cre¨ªble en esa funci¨®n; Crist¨®bal Montoro es el malo, nadie le quiere y es rechazado por todos nuestros barones; y Luis de Guindos est¨¢ m¨¢s ocupado en marcharse y ocupar un puesto internacional cuanto antes. Est¨¢ claro que se echa en falta un Rato, pero es que no lo tenemos¡±. Un Rato, adem¨¢s, no se improvisa y seguramente no ser¨ªa del agrado del propio Rajoy, que nunca ha querido ni fomentado a su lado personalidades muy sobresalientes. Su equipo lo form¨® a brochazos, de diversos retales.
El grupo de ministros conocido como G-5 se constituy¨® informalmente en miniclub aut¨®nomo tras un fin de semana primaveral de celebraci¨®n con buenas viandas en la localidad riojana de Haro. All¨ª estaban los ministros Margallo, Jorge Fern¨¢ndez, Ana Pastor, Jos¨¦ Manuel Soria y el extitular de Agricultura y ahora comisario europeo Miguel Arias Ca?ete. Todos con sus parejas. Todos amigos personales de Rajoy desde hace lustros y miembros de sus equipos en distintos departamentos. Todos muy autosuficientes, en pol¨ªtica y profesionalmente. Tanto, que les une un cierto desd¨¦n hacia los reci¨¦n llegados, hacia los j¨®venes y, en especial, hacia la vicepresidenta, que creen algunos que no les trata con la debida admiraci¨®n o consideraci¨®n a su categor¨ªa. No es tanto una descalificaci¨®n machista, como creen algunos en el entorno de la vicepresidenta, como un deje paternalista. Quedan esos ministros m¨¢s veteranos una vez al mes y se invitan a cenas y fiestas privadas. Consideran que por amistad o pedigr¨ª tienen un ascendente especial con Rajoy y se pueden permitir y se permiten llamadas y citas con el jefe sin filtros.
Entienden que Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, adem¨¢s, en su af¨¢n perfeccionista y casi obsesivo de su trabajo, por controlar y coordinar m¨¢s, no les deja casi espacio ni autonom¨ªa para salir p¨²blicamente, para tener m¨¢s presencia medi¨¢tica y para hacer m¨¢s pol¨ªtica. No est¨¢ claro tampoco qu¨¦ quiere decir hacer m¨¢s pol¨ªtica. Los ministros que cuestionan el perfil de la ¡°superministra Santamar¨ªa y sus tecn¨®cratas¡± no pueden dejar de admitir su capacidad para estudiar bien los asuntos al detalle y su arrojo al querer exponerlos tras todos los Consejos de Ministros. Fueron tambi¨¦n los miembros del autollamado G-5, luego etiquetados G-8 con la supuesta incorporaci¨®n de Pedro Moren¨¦s, Rafael Catal¨¢ e Isabel Garc¨ªa Tejerina, o G-8 ampliado con el presunto fichaje de Jos¨¦ Ignacio Wert, los que abogaron por diversificar m¨¢s la tarea de emitir mensajes, comunicar m¨¢s y mejor.
Rajoy, que fue el que dise?¨® este Gobierno y el que dej¨® hu¨¦rfano al PP tras ganar las elecciones, acept¨® esa carencia y se nombr¨® un segundo portavoz tanto en La Moncloa (Jos¨¦ Luis Ayll¨®n, 44 a?os y n¨²mero dos de Santamar¨ªa) como en el olvidado PP, con la figura m¨¢s televisiva de Pablo Casado (34 a?os), para esconder las ausencias y lagunas de Mar¨ªa Dolores de Cospedal y Carlos Floriano. Pero esa renovaci¨®n cosm¨¦tica no ha escondido ni tapado los desajustes estructurales en el Gobierno y el PP cuando se desata una gran crisis. Sucedi¨® en el partido en Semana Santa tras la mala digesti¨®n del ¡°casta?azo¡± en las elecciones andaluzas, como define el propio Rajoy el mal resultado popular, con el in¨¦dito enfrentamiento abierto entre los partidarios de Cospedal y los de Javier Arenas y S¨¢enz de Santamar¨ªa. Y ha pasado ahora con el caos del caso Rato, donde varios ministros admiten que no saben bien ni qu¨¦ ha ocurrido ni de qui¨¦n es la culpa.
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