Un carn¨¦ contra el miedo en Fuenlabrada
Colectivos de inmigrantes aplauden la propuesta del PSOE de reconocer a los sin papeles en documentos oficiales. La tarjeta de Fuenlabrada los ampara e integra en el vecindario
En la sala de espera, Joy Sunday, nigeriana de 33 a?os, juguetea con sus peque?os Destiny y Praise ¡ªde 7 y 30 meses, ambos nacidos en Espa?a¡ª adonde lleg¨® en 2005 ¡°a bordo de un barco, ayudada por unos amigos pescadores¡±. El centro social de Los Galenos en Fuenlabrada (Madrid) registra media entrada en la ma?ana del jueves. Para el resto de instituciones, Sunday es una inmigrante ilegal, sin papeles, seg¨²n la terminolog¨ªa que se aplica a quienes entran en Espa?a por alg¨²n atajo irregular. Pero en el Ayuntamiento de Fuenlabrada -que se ha puesto de moda esta semana porque el candidato socialista en Madrid, Antonio Miguel Carmona, promete copiar la idea- es una vecina m¨¢s. Cuenta con su tarjeta naranja municipal que le permite recibir ayudas y servicios, igual que a otras 10.252 familias (el listado se actualiza cada viernes, crece a diario y el Ayuntamiento no hace distinci¨®n entre espa?oles e inmigrantes con o sin papeles).
A Joy ¡ªque habla espa?ol, ingl¨¦s y su propia lengua de Agbor, en el sur de Nigeria, y tiene estudios secundarios¡ª le corresponden 146 euros mensuales de ayuda familiar, 50 m¨¢s para alimentos, los recibos de luz y agua y vales para leche infantil y papillas. Pero ella lo que quiere es valerse por s¨ª misma y trabajar. ¡°Me siento integrada, voy al parque y a la Iglesia los domingos, y acabo de solicitar guarder¨ªa y cole para mis hijos. Mi prioridad es su educaci¨®n y encontrar un trabajo. Los papeles los solicit¨¦ el 7 de abril y mi futuro est¨¢ aqu¨ª¡±, asegura.
En Fuenlabrada, un tercio de las tarjetas sociales ¡ªque tienen asignado un centro social y una especie de tutor que eval¨²a las necesidades de cada familia¡ª est¨¢n en manos de inmigrantes. El carn¨¦ no es espec¨ªfico para sin papeles pero al equipararlos al resto de la poblaci¨®n, los hace visibles y los legitima ante el vecindario. Da derecho a mucho m¨¢s que ayudas econ¨®micas: les proporciona talleres educativos, abogados, psic¨®logos, trabajadores sociales¡ Todo lo que pueda urgir a una persona que llega, muchas veces sin nociones b¨¢sicas de castellano, antes de que se conviertan en presas f¨¢ciles para las mafias.
Colectivos que trabajan con inmigrantes irregulares agradecen ¡°el primer paso¡± que es darles visibilidad a trav¨¦s de documentos oficiales. ¡°Si la m¨¢xima autoridad municipal te da una tarjeta para acceder a servicios sociales y subvenciones, eso ayuda a la integraci¨®n y la convivencia. Y las autoridades municipales son las primeras que tienen que conocer a sus vecinos¡±, asegura Vladimir Paspuel, presidente de la Asociaci¨®n Rumi?ahui, que ayuda a la comunidad ecuatoriana (230.000 residentes en Espa?a).
Sunday se despide de las trabajadoras sociales que abrazan a su peque?a. Tiene dos a?os, una mirada inquieta de ojos grandes que siempre sonr¨ªen y muchas palabras en castellano.
Johnny, ecuatoriano, de Santiago de Guayaquil, es el siguiente en el turno. Oficial de chapa y pintura, trabaj¨® en un taller de 2000 a 2009. La burocracia le hizo perder el permiso de residencia. La crisis acab¨® con su empleo. Ahora exhibe su papelito naranja como un salvoconducto para quedarse: ¡°La tarjeta es una representaci¨®n del Ayuntamiento, si me paran por la calle puedo decir que estoy respaldado por el alcalde¡±.
Todo lo contrario que M. V., mexicana de 60 a?os, residente en Parla. Se esconde tras dos iniciales y una caja de insulina ¡ªla misma que la sanidad p¨²blica le neg¨® durante cinco semanas pese a estar diagnosticada en 2010 cuando a¨²n era un derecho universal¡ª porque tiene miedo. Miedo a ser expulsada por no tener m¨¢s papeles que el pasaporte con el que lleg¨® desde el D. F. para ver nacer a su nieta Mariam. A que el sacerdote de la parroquia de Parla (Madrid), donde acude dos tardes por semana para ayudar en la catequesis, le repita que no puede ayudarla a buscar empleo si no est¨¢ regularizada. A los murmullos en la cola del ambulatorio respaldando a la funcionaria cuando dice que ya no hay sitio para ella en el m¨¦dico. A atravesar la puerta de cualquier administraci¨®n. A que la pare la polic¨ªa por la calle.
Aunque tendr¨ªa derecho, al llevar m¨¢s de seis meses empadronada, M. V. ni se atreve a solicitar ayudas al Ayuntamiento, gobernado estos a?os como Fuenlabrada por alcaldes socialistas. Vive con su marido Pablo, tambi¨¦n mexicano y sin papeles, en un bloque de la calle principal de Parla, del sueldo de su hija Mar¨ªa, trabajadora de banca ¨¦tica, ella s¨ª, con permiso de residencia. Entre esas cuatro paredes, las de la iglesia y alguna bajada al parque, transcurre su vida. ¡°Sufres humillaciones. Una funcionaria de un centro de salud me rompi¨® en la cara una cita m¨¦dica y me dio de baja en el sistema, pese a que ten¨ªa derecho. Oyes a gente aplaudir que no te atiendan porque quitas el sitio a los espa?oles. Vives con miedo a que se te acabe la insulina o a que te paren por la calle¡±, asegura desde el sal¨®n de su casa, sin quitar ojo a su nieta que corretea sobre un coche de juguete.
El ¨²nico amparo que ha encontrado M. V. desde 2012, cuando cruz¨® por ¨²ltima vez el Atl¨¢ntico para poder vivir con su hija, fue la plataforma Yo S¨ª Sanidad Universal, que le ayud¨® a recuperar el tratamiento para la hepatitis que lleg¨® a abandonar un mes por no tener 72 euros para pincharse. ¡°Ven¨ªa convencida de que no ten¨ªa derecho alguno y asustada porque necesitaba insulina y los m¨¦dicos le hab¨ªan negado la cita. Las plataformas no deber¨ªamos existir para defender que se cumplan los derechos que ya est¨¢n ah¨ª¡±, asegura M¨®nica, de la ONG, la primera que vio ¡°el p¨¢nico¡± en la cara de M. V.
A ojos de la mayor¨ªa de instituciones, la gente como ella no existe, por mucho que la ley establezca que cualquier persona empadronada, con o sin papeles, tiene derecho a la asistencia social en los Ayuntamientos. Las asociaciones de inmigrantes sostienen que a veces ni siquiera se empadrona a los sin papeles y que cuando lo hacen, son legi¨®n los alcaldes que les niegan las ayudas.
Entretanto, el Gobierno de Fuenlabrada, que ha saltado estos d¨ªas a la prensa por su tarjeta naranja para todos que lleva en marcha dos a?os, se ha visto arrastrado a publicitar una ¡°campa?a antirumores¡± para desmontar bulos en el vecindario. El primero y m¨¢s grave, que los inmigrantes tienen prioridad en las ayudas. Un cuento digital se lo explica incluso a los m¨¢s peque?os, ni?os con los seis a?os cumplidos.
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