Gobernar se ha puesto caro
En lugares relevantes, el miedo al desgaste y el mercadeo del poder se han impuesto a la responsabilidad compartida
Con la dispersi¨®n de voto (o ruptura del bipartidismo, si se prefiere) gobernar se ha puesto caro. Susana D¨ªaz y Cristina Cifuentes lo han comprobado despu¨¦s de que Ciudadanos les apretaran las clavijas por un simple voto de investidura. En ninguno de los dos casos se ha negociado un programa de objetivos del mandato, porque no se trataba de gobernar juntos. Ciudadanos, por lo menos hasta las generales, ser¨¢ un partido muy celoso de su virginidad en la gesti¨®n. Simplemente, ha sido un mercadeo para que una parte se haga con el poder y la otra refuerce su imagen ante la ciudadan¨ªa.
Ciudadanos, por lo menos hasta las generales, ser¨¢ un partido muy celoso de su virginidad en la gesti¨®n
El PSOE necesitaba acabar con el impasse andaluz que, por mucho que Susana D¨ªaz amenazara con repetir las elecciones, corr¨ªa el riesgo de convertirse en un fracaso. Y la presidenta, a la que este retraso descabalg¨® definitivamente de las primarias socialistas, ha aprovechado la circunstancia para marcar distancias con Pedro S¨¢nchez: yo con Ciudadanos, t¨² con Podemos; el PSOE partido de orden y el PSOE que flirtea con la izquierda alternativa. El PP, abrumado por las p¨¦rdidas, necesitaba la Comunidad de Madrid al precio que fuera. Y Ciudadanos busca demostrar su polivalencia y desmentir a quienes les ven como organizaci¨®n subalterna del PP, destinada a garantizar que la derecha siga gobernando.
Una vez instaladas en el trono las presidentas de Andaluc¨ªa y de Madrid, Ciudadanos se lava las manos. Ning¨²n compromiso para la legislatura. Y, sin embargo, ellas han aceptado un mont¨®n de exigencias sobre corrupci¨®n, limitaci¨®n de mandatos (Andaluc¨ªa), primarias, listas abiertas o dedicaci¨®n exclusiva de los diputados (Madrid), que en algunos casos incluso contradicen las posiciones de sus propios partidos.
El PSOE necesitaba acabar con el impasse andaluz que corr¨ªa el riesgo de convertirse en un fracaso
Se entiende que Ciudadanos imponga condiciones en materia de corrupci¨®n, pero, ?qu¨¦ sentido tiene que un partido pretenda decidir el m¨¦todo de elecci¨®n de candidatos de otro partido? Cada cual es libre para darse sus propias normas. Facilitar la gobernabilidad, y evitar espect¨¢culos penosos como la larga interinidad andaluza, es positivo. Pero convertirlo en un mercadeo de investiduras demuestra que la vieja y la nueva pol¨ªtica no son tan distintas.
Que la pol¨ªtica es lucha por el poder es una obviedad, y seguir¨¢ si¨¦ndolo, y no vamos a escandalizarnos por ello, pero tambi¨¦n es cierto que se ha abierto una oportunidad de compartir y, por tanto, de pactar puntos de encuentro entre posiciones distintas que deber¨ªa ser aprovechada. El final de las mayor¨ªas absolutas permite crear coaliciones con criterios de afinidad que sean incluyentes y trabajen para afrontar el problema principal: la deshumanizaci¨®n de una sociedad fracturada por la crisis y por la austeridad expansiva.
Es la hora de las pol¨ªticas de dignidad (por lo menos, para la izquierda) Y, sin embargo, en lugares relevantes, el miedo al desgaste y el mercadeo del poder se han impuesto a la responsabilidad compartida que pregonaba Tony Judt.
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