Hechos y dichos
El riesgo de acabar ahora con la dispersi¨®n de presos es m¨ªnimo y se arrebatar¨ªa una bandera a los ¡®abertzales¡¯
¡°Cuando los hechos cambian, cambio de opini¨®n¡±. Esa fue la respuesta de Keynes a alguien que le reprochaba haber modificado su criterio sobre un asunto. La frase ha inspirado el t¨ªtulo de Cuando los hechos cambian, recopilaci¨®n de art¨ªculos de Tony Judt que ha publicado su viuda, Jennifer Homans. La elecci¨®n del t¨ªtulo es significativa para la obra de un autor que siempre se caracteriz¨® por su apertura a reconsiderar sus convicciones cuando los hechos las cuestionaban. Aunque ello significase ir contracorriente en su medio.
Nicol¨¢s Redondo Terreros fue secretario general de los socialistas vascos entre 1997 y 2001, cuando fue empujado a dimitir a cuenta de su defensa de un acercamiento al PP frente a la deriva soberanista de un nacionalismo vasco que hab¨ªa pactado con ETA. Acaba de publicar un valeroso art¨ªculo a contracorriente sobre el papel del constitucionalismo vasco tras el cese de ETA. Sostiene que una cierta inercia lleva a muchos vascos que sufrieron y combatieron contra ETA a optar por un posicionamiento m¨¢s sentimental que racional a la hora de reconocer que las cosas han cambiado radicalmente con ese cese; y que, aunque quedan pendientes problemas relacionados con la banda, no deber¨ªan ser abordados de la misma manera que cuando mataba.
Plantea que la convivencia requiere resguardar la memoria de las v¨ªctimas pero tambi¨¦n ¡°capacidad de olvido¡±, y defiende que la presencia de los herederos de ETA en las instituciones no significa que hayan ganado: que acepten defender sus ideas sin el recurso a las armas es una victoria de los dem¨®cratas. Que a ese desenlace se haya llegado de manera diferente de como se hab¨ªa previsto no deber¨ªa impedir reconocer la importancia del cambio producido.
Uno de sus efectos es que ahora es posible plantear iniciativas antes inconvenientes, y abandonar otras que antes pudieron ser necesarias. En relaci¨®n con la pol¨ªtica penitenciaria, por ejemplo. Exigir la delaci¨®n como condici¨®n para acceder a beneficios penitenciarios no tiene mucho sentido tras el fin de la violencia. Los riesgos que en el pasado habr¨ªa tenido poner fin a la dispersi¨®n ser¨ªan ahora m¨ªnimos y en cambio podr¨ªa servir para arrebatar esa bandera al mundo abertzale y favorecer una pol¨ªtica compartida con el PNV de Urkullu para forzar a ese mundo a exigir a ETA su renuncia a la negociaci¨®n como condici¨®n para la entrega de las armas.
Las declaraciones de Pablo Iglesias invocando la ¡°tragedia¡± de que haya m¨¢s de 500 presos de ETA y sobre las penalidades que su alejamiento supone para sus familiares no solo constituyen una desconsideraci¨®n para con las familias de las v¨ªctimas; lo m¨¢s grave es que las haga quien ha sostenido que ETA tiene el m¨¦rito de haber sido quien antes denunci¨® que el r¨¦gimen nacido de la Transici¨®n supuso la continuidad del franquismo: la falacia de ETA para justificar la persistencia del terrorismo en democracia; y para condicionar su desarme y disoluci¨®n a una negociaci¨®n con el Estado de contrapartidas pol¨ªticas.
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