La izquierda y el nacionalismo
El soberanismo ilusiona solo a una minor¨ªa de votantes de Podemos, ICV y PSC
Hay dos aspectos particularmente llamativos en la consulta electoral del 27-S. Por un lado, el elevado n¨²mero de opciones que se aprestan a concurrir a las mismas, que contrasta fuertemente con el especial empe?o, por parte de quien la ha convocado, de dotarla de un car¨¢cter plebiscitario. Por otro, el muy desigual grado de acoplamiento y sinton¨ªa en algunos casos de lo que proponen intelectuales y dirigentes de izquierda sobre el soberanismo y lo que, a la luz de los datos disponibles, piensan o desean al respecto sus potenciales votantes.
Catalu?a es una sociedad altamente desarrollada, plural y compleja, y eso explica que, pese a todo, finalmente, sean siete las candidaturas en condiciones de conseguir representaci¨®n en el Parlament. Ello permite prever una campa?a electoral sumamente ruidosa y multidireccional en sus mensajes y debates: un escenario escasamente atractivo para el frente soberanista, que sin duda preferir¨ªa que todas las dem¨¢s opciones decidieran articularse en un paralelo y antag¨®nico frente antisecesionista. Eso resultar¨ªa doblemente beneficioso para Junts pel S¨ª: la aparici¨®n de un contrincante ¨²nico facilitar¨ªa el cierre interno de filas, la consiguiente inhibici¨®n de la expresi¨®n p¨²blica de los roces, desencuentros y recelos existentes entre sus componentes y el reforzamiento de los quebradizos hilos que, mal que bien, logran mantenerles ensamblados (Simmel, recu¨¦rdese, dej¨® escritas p¨¢ginas particularmente brillantes sobre la capacidad aglutinadora y pacificadora que la existencia de un com¨²n enemigo externo tiene sobre las tensiones existentes en el seno de cualquier agrupaci¨®n social). Adem¨¢s, el debate quedar¨ªa forzosamente reorientado en una ¨²nica y mucho m¨¢s controlable direcci¨®n: el s¨ª frente al no. Y no cabe duda de que es menos desgastante y m¨¢s ventajoso disputar con un solo contrincante y en torno a una ¨²nica gran cuesti¨®n, que tener que hacerlo con cinco y, adem¨¢s, en tesituras y ¨¢mbitos tem¨¢ticos muy dispares e imprevisibles. Por el momento, los partidos opuestos a la secesi¨®n no parecen dispuestos (por m¨¢s que haya quien lo ha sugerido) a articularse formalmente en un frente del ¡°No¡±. Hacerlo supondr¨ªa un monumental error si lo que se pretende es evitar una Catalu?a partida en dos. La diversidad y el pluralismo son la mejor garant¨ªa de una convivencia respetuosa y en paz. Y, en todo caso, son clara mayor¨ªa los catalanes que consideran que estas elecciones pr¨®ximas deben ser normales, sin ninguna connotaci¨®n especial a?adida.
Desajuste
En cuanto al posible desajuste entre los pronunciamientos de algunos l¨ªderes de la izquierda (ICV, Podemos y, ya en muy clara menor medida, PSC) y el posicionamiento real de los llamados a ser sus votantes, los tres datos siguientes pueden bastar para ilustrarlo. En primer lugar, entre la ciudadan¨ªa catalana, el actual proceso soberanista ilusiona, ciertamente, a una amplia mayor¨ªa de quienes se identifican con ERC (72%), CUP (69%) y CDC (64%), pero solo a una minor¨ªa de los potenciales votantes de Podemos (29%), de los de ICV (25%) y de los del PSC (13%). En segundo lugar, en un hipot¨¦tico refer¨¦ndum plenamente legal, votar¨ªan a favor de la independencia la pr¨¢ctica totalidad de quienes se identifican con la CUP, con ERC o con CDC; pero los votantes de Podemos (64% frente al 29%) y del PSC (85% frente al 11%) optar¨ªan en cambio, mayoritariamente, por la permanencia de Catalu?a en Espa?a; los de ICV se dividir¨ªan por mitad (41% frente a 42%). Ahora bien, si en dicha hipot¨¦tica consulta se ofreciera una f¨®rmula intermedia entre la independencia y el actual statu quo, esta pasar¨ªa a ser, masivamente, la preferida no solo por los votantes de PSC (70%) y Podemos (66%) sino ahora tambi¨¦n, significativamente, por los de ICV (62%), cuyo independentismo inicial (que pasar¨ªa del 42% al 17%) parece en buena medida reconducible. Finalmente, en la cuesti¨®n identitaria, entre los votantes de ICV, Podemos y PSC predominan de forma masiva los que expresan sentimientos incluyentes (m¨¢s del 80% dicen sentirse a la vez catalanes y espa?oles), mientras que quienes se consideran solo catalanes o solo espa?oles representan, en conjunto, una muy reducida minor¨ªa (entre el 9% y el 14%).
Con estos datos, resulta tan entendible la reorientaci¨®n emprendida por el PSC bajo el liderazgo de Iceta (tratando de ajustar los posicionamientos del partido y de sus dirigentes a los sentimientos de sus potenciales votantes, y no al rev¨¦s), y no pueden en cambio sino sorprender las vacilaciones y ambig¨¹edades respecto del secesionismo de quienes hablan en nombre de ICV, Podemos o de las formaciones en que puedan aparecer estos integrados. Quiz¨¢, en algunos ¨¢mbitos de nuestra izquierda, perdura todav¨ªa la idea de que no todos los nacionalismos son iguales, que los hay buenos (ser¨ªa el caso del catal¨¢n o del vasco, herederos ¡ªal parecer permanentes y ¨²nicos¡ª de la resistencia antifranquista y por tanto, y por definici¨®n, democr¨¢ticos, liberadores y progresistas) y malos (como el espa?ol, al que muchos siguen asociando con franquismo, es decir, con dictadura, opresi¨®n y facher¨ªo). Se entiende as¨ª la incomodidad que parece producir a no pocos l¨ªderes e intelectuales progresistas reprobar en nuestros nacionalismos perif¨¦ricos pronunciamientos y actitudes extremas que les resultar¨ªan insufribles (a ellos y, sin duda, tambi¨¦n al com¨²n de los mortales) en cualquier otro nacionalismo, incluido por supuesto el espa?ol. Como ha diagnosticado Mu?oz Molina, en nuestra sociedad ¡°primero se hizo compatible ser nacionalista y ser de izquierda. Despu¨¦s se hizo obligatorio. A continuaci¨®n, declararse no nacionalista se convirti¨® en la prueba de que uno era de derechas. Y en el gradual abaratamiento y envilecimiento de las palabras bast¨® sugerir educadamente alguna objeci¨®n al nacionalismo ya hegem¨®nico para que a uno lo llamaran facha o fascista¡± (Todo lo que era s¨®lido, 2013, p¨¢gina 78). Quiz¨¢ es hora de que algunos se replanteen esta distorsi¨®n perceptiva. M¨¢s que nada porque sus votantes parecen haberlo hecho ya.
Jos¨¦ Juan Toharia fue catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la UAM y es presidente de Metroscopia
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