Las cartas est¨¢n casi echadas
Desde un punto de vista emocional, sentimental, el independentismo es imbatible
?Las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas catalanas son elecciones plebiscitarias? La pregunta puede tener dos respuestas, una jur¨ªdica y otra pol¨ªtica. Desde el punto de vista del derecho son meras elecciones en las que se elegir¨¢n diputados, unas elecciones m¨¢s. Sin embargo, si nos qued¨¢ramos en eso, no dir¨ªamos toda la verdad. Porque su significado pol¨ªtico, es decir, la lectura que se efectuar¨¢ de sus resultados, es otra: cu¨¢ntos son partidarios de la independencia y cu¨¢ntos no. As¨ª pues, son elecciones jur¨ªdicamente auton¨®micas y pol¨ªticamente plebiscitarias.
Si vencen por votos ¡ªdesde luego no por esca?os¡ª las candidaturas que se declaran partidarias de la independencia en su programa electoral, los efectos de las elecciones, qui¨¦rase o no, ser¨¢n muy parecidos a los de un plebiscito o refer¨¦ndum. Desde luego, no tendr¨¢ efectos jur¨ªdicos o, dicho de otra manera: sus resultados no ser¨¢n vinculantes, pero el independentismo habr¨¢ ganado y ese resultado le otorgar¨¢ una indudable legitimidad cara al futuro.
Naturalmente, aunque la nueva C¨¢mara declare la independencia de Catalu?a, no tendr¨¢ ning¨²n reconocimiento del resto de Estados ni de la UE dado que, como hemos dicho, esas elecciones son para elegir una c¨¢mara parlamentaria, no para declarar la soberan¨ªa. El respeto al derecho interno de los Estados es uno de los principios que rigen el derecho internacional. Pero la legitimidad pol¨ªtica del independentismo se habr¨¢ reforzado en Catalu?a y la inestabilidad en la que entrar¨¢ Espa?a tendr¨¢ consecuencias muy negativas, especialmente desde el punto de vista econ¨®mico y de convivencia civil. Por el contrario, si las candidaturas independentistas pierden, en la misma medida, suceder¨¢ lo contrario: el independentismo se deslegitimar¨¢, se demuestra que los ciudadanos catalanes quieren seguir formando parte de Espa?a. Por tanto, se trata de mucho m¨¢s que unas elecciones auton¨®micas; las consecuencias ser¨¢n de una entidad mucho mayor.
Desde un punto de vista racional, los argumentos a favor de la independencia son casi inexistentes: ni a Catalu?a ni a Espa?a le conviene la fractura. No hay razones econ¨®micas, ni hist¨®ricas, ni culturales, ni c¨ªvicas. Todo lo contrario: les conviene la unidad. Sin embargo, desde un punto de vista emocional, sentimental, el independentismo es imbatible. Al nacionalista no hay argumento racional que le convenza, el coraz¨®n manda m¨¢s que el cerebro; el nacionalismo es en cierta manera un suced¨¢neo de la religi¨®n: la fe puede m¨¢s que la raz¨®n. Este ciudadano ya tiene decidido su voto.
Quiz¨¢s no se ha debatido lo suficiente; los argumentos a favor y en contra seguro que no han llegado a todos, pero las cartas est¨¢n casi echadas: a quien todav¨ªa no se ha enterado le quedan poco m¨¢s de 15 d¨ªas para hacerlo. Que los aproveche porque le va mucho en ello.
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