El lento ascenso de las mujeres a la c¨²pula judicial
Los hombres son minor¨ªa entre los jueces, pero siguen copando los cargos de nombramiento discrecional
Como cada a?o, el Rey y la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo posaron hace unos d¨ªas para una foto de familia en el acto de apertura de curso judicial. Y como cada a?o, la imagen muestra al monarca con 13 hombres togados. Solo hombres. Ni una mujer. Mientras la fotograf¨ªa en las c¨²pulas del Poder Ejecutivo y del Legislativo ha evolucionado en los ¨²ltimos a?os hacia la paridad, la del Poder Judicial sigue mostrando una imagen m¨¢s propia de otro tiempo a pesar de que en Espa?a ya hay m¨¢s jueces mujeres que hombres (2.781 frente a 2.571).
Las mujeres representan el 52% de los miembros de la carrera, pero cuanto m¨¢s se sube en la pir¨¢mide de la estructura judicial, m¨¢s dif¨ªcil es encontrarlas. En la base, en los juzgados de Primera Instancia e Instrucci¨®n, son el 64,6%. En la cima, en el Tribunal Supremo, el 13,6%: 11 mujeres frente a 68 hombres. Y ninguna al frente de una presidencia de sala, un puesto gubernativo al que se accede por nombramiento discrecional del Consejo General del Poder Judicial. Igual que a las presidencias de los Tribunales Superiores de Justicia (donde solo hay una mujer, la presidenta del tribunal de la Comunidad Valenciana) o ¨¢ las de las Audiencias Provinciales (nueve mujeres y 41 hombres).
Hasta hace unos a?os, la explicaci¨®n a este desequilibrio sol¨ªa encontrarse en el hecho de que las mujeres se incorporaron m¨¢s tarde a la carrera judicial y no hab¨ªan tenido tiempo de llegar a los puestos de poder en los altos tribunales. Pero, aunque la presencia femenina sigue siendo inferior entre los magistrados de m¨¢s edad, ya hay casi 700 mujeres jueces mayores de 51 a?os y 99 mayores de 60, pero muy pocas en cargos gubernativos.
?Hay machismo en la elecci¨®n de la c¨²pula judicial? ¡°Mentir¨ªa si dijera que no. Se ha normalizado la presencia de la mujer, pero no se ha llegado a la plena igualdad, por lo que sigue habiendo desigualdad o discriminaci¨®n¡±, opina Rosa Mar¨ªa Virol¨¦s, magistrada de la Sala de lo Social del Supremo y que, en 2006, fue la cuarta mujer en incorporarse al alto tribunal.
La norma que regula los nombramientos discrecionales en los ¨®rganos judiciales estipula que la selecci¨®n se ajustar¨¢ a los principios de ¡°m¨¦rito y capacidad¡± y que, dentro de estos principios, se impulsar¨¢ medidas que favorezcan la promoci¨®n de la mujer. Pero Virol¨¦s, como otras jueces consultadas, cree que la clave est¨¢ en que en los nombramientos influye la vinculaci¨®n pol¨ªtica y a asociaciones profesionales y, en esos c¨ªrculos, ellas salen perdiendo. En parte porque en muchos hombres persisten las reticencias a nombrar mujeres, pero tambi¨¦n porque la mujer suele hacer ¡°menos vida social y asociativa¡±, por lo que, a la larga, tiene menos contactos influyentes, asegura Margarita Robles, magistrada de la Sala de lo Contencioso del Supremo y ex secretaria de Estado de Interior. ¡°En la carrera judicial, si no tienes padrino no llegas a nada¡±, admite Robles, que lamenta la ¡°imagen de lejan¨ªa a la sociedad¡± que ofrecen actos como el de la apertura del a?o judicial.
Es cierto que entre los cargos elegidos por nombramiento hay muchas menos mujeres que hombres, pero tambi¨¦n que ellas solicitan en menor porcentaje acceder a los puestos de poder. De los 22 cargos gubernativos que se han nombrado en lo que va de a?o, solo en siete ocasiones se presentaron mujeres. Cuatro fueron elegidas. Entre los 15 procesos de elecci¨®n en los que no hubo candidatas figura la presidencia de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Supremo, como tampoco el a?o pasado las hubo para la presidencia de la Sala de lo Penal.
¡°Hay una autolimitaci¨®n de la mujer, que no da un paso al frente para pedir cargos¡±, admite Clara Mart¨ªnez de Careaga, magistrada de lo Militar del Supremo y presidenta de la comisi¨®n de Igualdad del Consejo General del Poder Judicial. ¡°El hombre, en un alto porcentaje, da todos los pasos de su proyecci¨®n profesional sin preguntar. La mujer sigue sin hacerlo. La prioridad son los hijos y, a menudo, se contiene de pedir acceder a un cargo porque ya est¨¢ al l¨ªmite de sus fuerzas¡±, advierte Mart¨ªnez de Careaga.
Esta ¡°autolimitaci¨®n¡± influye tambi¨¦n en el acceso a los altos tribunales, que implica vivir la mayor parte de la semana en Madrid, lo que, seg¨²n coinciden las jueces consultadas, acaba limitando las opciones de muchas mujeres. Hay magistrados del Supremo que tienen su residencia fuera de la capital y viajan cada semana a Madrid para pasar los d¨ªas laborables, una circunstancia que no comparte ninguna de las 11 jueces del alto tribunal.
La Comisi¨®n de Igualdad ha impulsado en los ¨²ltimos a?os medidas para facilitar la conciliaci¨®n familiar, pero la inmensa mayor¨ªa de los jueces que las solicitan son mujeres. Igual ocurre con las excedencias para el cuidado de hijos: a 1 de enero de 2015 estaban en esta situaci¨®n 29 mujeres y un solo hombre. Y estas f¨®rmulas de conciliaci¨®n suponen, a la larga, un corte en la carrera que acaba perjudicando la trayectoria de las jueces. ¡°En los a?os en que tienen hijos peque?os, el hombre sigue enriqueciendo su curr¨ªculo. El de la mujer, en cambio, se empobrece¡±, lamenta la presidenta de la comisi¨®n de Igualdad.
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