Amargo final de un mandato prometedor
La inesperada crisis econ¨®mica tumb¨® a un presidente que empez¨® con un impulso renovador en lo social y se despidi¨® con el fin de ETA
Cuando Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero lleg¨® a la Moncloa, en abril de 2004, los grandes retos que la democracia espa?ola ten¨ªa pendientes con el franquismo estaban ya logrados. Adolfo Su¨¢rez hab¨ªa desmontado la dictadura y Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa puesto las bases de una democracia moderna con la incorporaci¨®n de Espa?a a la Uni¨®n Europea; la modernizaci¨®n de la econom¨ªa; la construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas y de un incipiente Estado del bienestar. Su antecesor, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, con la democracia ya consolidada, marc¨® otro hito con la entrada de Espa?a en el euro y, sobre todo, por unificar y ubicar pol¨ªticamente a la derecha espa?ola en la democracia.
En 2004, con la irrupci¨®n de Zapatero, hab¨ªa cuestiones del pasado que hab¨ªa que mejorar en Espa?a como el encaje de la cuesti¨®n territorial o la memoria de la Guerra Civil, aunque ya se hab¨ªan registrado avances en ambas cuestiones con Suarez y Gonz¨¢lez. En 2004 la principal secuela que Espa?a arrastraba desde el franquismo era sin duda la pervivencia del terrorismo de ETA. Y Zapatero dedic¨® muchas de sus energ¨ªas a lograr su final.
Pero en 2004, Zapatero necesitaba tambi¨¦n un nuevo horizonte para la socialdemocracia espa?ola, como Aznar lo hab¨ªa fijado con la derecha, en una coyuntura en la que la econom¨ªa, sumida en una burbuja inmobiliaria cebada en el mandato del PP, que nadie ve¨ªa o no quer¨ªa ver, aparentaba una enorme bonanza. Encontr¨® ese nuevo horizonte en el terreno de los valores, el ¡°republicanismo c¨ªvico¡±, basado en la libertad como no dominaci¨®n, que se vinculaba con el progresismo liberal norteamericano del Partido Dem¨®crata y compet¨ªa con el monopolio liberal de la libertad.
El republicanismo c¨ªvico se tradujo en la lucha contra la vulnerabilidad de determinados colectivos sociales y marc¨® la primera legislatura del Gobierno de Zapatero: Ley integral contra la violencia de g¨¦nero, con la que estren¨® su mandato; la ley de que igual¨® en derechos a las parejas homosexuales; ley de dependencia, dirigida a financiar los servicios de las personas dependientes; la ley del divorcio expr¨¦s; la ley de identidad de los transexuales y la ley de igualdad.
El impulso renovador de Zapatero continu¨® con otras decisiones en el terreno social, como el aumento en la dotaci¨®n de becas, del salario m¨ªnimo y de las pensiones m¨ªnimas, el reconocimiento a los aut¨®nomos de los mismos derechos que a los trabajadores por cuenta ajena, etc. Entre estas decisiones, cabe destacar la nueva ley del aborto, una ley de plazos homologada a las de los pa¨ªses de nuestro entorno, y la introducci¨®n en las aulas de la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, cuyo objetivo era la defensa de la pluralidad, conocimiento de la democracia y sus valores.
Este proceso renovador fue trastocado por el enorme ruido medi¨¢tico y pol¨ªtico de la derecha espa?ola contra Zapatero s¨®lo equiparable al que tuvieron que escuchar Adolfo Su¨¢rez y Felipe Gonz¨¢lez, pero en sus etapas finales. Zapatero gobern¨® acompa?ado de ese ruido desde el principio de su mandato, desde que gan¨® las elecciones inesperadamente, sobre todo para el PP, el 14 de marzo de 2004, entre otras cosas, por la manipuladora gesti¨®n que Aznar hizo del mayor atentado terrorista de la historia de Espa?a, el 11-M.
El PP o sus terminales medi¨¢ticas y a veces al alim¨®n acusaron a Zapatero de estar detr¨¢s del atentado del 11-M; de vender a Espa?a y traicionar a las v¨ªctimas del terrorismo, con motivo del proceso de final dialogado con ETA, etc. Salieron a la calle reiteradas veces, acompa?ados de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, para protestar contra la ley de matrimonio homosexual, la del aborto o el di¨¢logo con ETA. Un anciano Santiago Carrillo public¨® en 2008 un libro, La crispaci¨®n en Espa?a, de la Guerra Civil a nuestros d¨ªas, en el que manifestaba su inquietud por la actitud del PP durante la legislatura de Zapatero porque le recordaba a la de la derecha espa?ola durante la Rep¨²blica.
El republicanismo c¨ªvico se tradujo en la lucha contra la vulnerabilidad de determinados colectivos sociales y marc¨® la primera legislatura del Gobierno de Zapatero
Una de las claves de la victoria de Zapatero fue el hartazgo en la poblaci¨®n espa?ola de la prepotencia con que Aznar gestion¨® su mayor¨ªa absoluta (2000-2004) y que se revel¨® de forma abrupta con la crisis del Prestige y la entrada en la guerra de Irak contra la voluntad de una abrumadora mayor¨ªa de espa?oles. Zapatero se comprometi¨® si ganaba a retirar las tropas espa?olas de Irak. Gan¨® y cumpli¨® inmediatamente. Result¨® beneficiado en el contraste entre el estilo autoritario de Aznar, continuado por el bronco de Mariano Rajoy en la oposici¨®n, y su estilo amable. Eso y sus avances en derechos civiles y sociales, pese al ruido pol¨ªtico y medi¨¢tico de la derecha, le otorgaron una segunda victoria en 2008.
Pero Zapatero no estaba preparado para afrontar la Gran Recesi¨®n, que se ven¨ªa incubando a?os atr¨¢s y que revent¨® abruptamente en octubre de 2008 con la ca¨ªda de Lehman Brothers en Estados Unidos. Sus preocupaciones durante su carrera pol¨ªtica y en su irrupci¨®n como secretario general del PSOE eran otras. Tambi¨¦n las preocupaciones del pa¨ªs desde la salida de la crisis econ¨®mica del inicio de los noventa estaban en la pol¨ªtica y no en la econom¨ªa que, en apariencia, iba como un tiro.
Inicialmente afront¨® la crisis como si se tratara de una crisis c¨ªclica. Prueba de ello fue el Plan E de 2009, una inversi¨®n en planes municipales, inspirado en el New Deal de Roosevelt, para absorber el desempleo para uno o dos a?os, el tiempo que calculaba que la crisis iba a golpear con imayor ntensidad.
Zapatero se resisti¨® todo lo que pudo a adoptar las medidas de austeridad que le reclamaba Bruselas y tir¨® la toalla en mayo de 2010, ya con el agua al cuello, para evitar una intervenci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Con un ¡°lo har¨¦ me cueste lo que me cueste¡±, proclamado desde la tribuna del Congreso, asumi¨® con anticipaci¨®n la derrota electoral, tras anunciar la congelaci¨®n de las pensiones y la bajada de sueldos de los funcionarios, entre otras medidas impopulares. Con esta decisi¨®n perdi¨® numerosos apoyos por la izquierda que se un¨ªan a los que hab¨ªa perdido, anteriormente, por el centro.
En agosto de 2011, casi en v¨ªsperas electorales, tuvo que dar otra vuelta de tuerca en la pol¨ªtica de austeridad con la consagraci¨®n del compromiso de d¨¦ficit en la Constituci¨®n, pactada con el PP y pr¨¢cticamente sin debate, tambi¨¦n para evitar, una vez m¨¢s, el riesgo de intervenci¨®n.
Eso no fue todo. En el tramo final de la legislatura se produjo el primer estallido de la crisis en Catalu?a, con una manifestaci¨®n sin precedentes en Barcelona en protesta por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto, que recort¨® tras haber sido refrendado por los catalanes en las urnas. Fue un proceso de reforma descontrolado, tras abrir el Gobierno tripartito catal¨¢n -PSC, ERC e ICV- la caja de Pandora, con el aval de Zapatero, y que el PP utiliz¨® como arma de oposici¨®n a su Gobierno, con medios de comunicaci¨®n haciendo anticatalanismo desde Madrid. Para colmo, el Tribunal Constitucional no se salv¨® de las contiendas pol¨ªticas, con una cadena de recusaciones, y result¨® da?ado por la utilizaci¨®n pol¨ªtica que se hizo de ¨¦l.
Asimismo, proyectos como la ley de Memoria Hist¨®rica, que trataba de resolver las secuelas de la Guerra Civil, o la propia Ley de Dependencia quedaron en agua de borrajas por la falta de acuerdo entre Gobierno y oposici¨®n y, avanzada la crisis, por falta de financiaci¨®n. Tampoco Zapatero logr¨® consolidar la Fundaci¨®n Ideas, con la que trataba de actualizar el legado socialdem¨®crata y ser una referencia intelectual en la Espa?a progresista. Aquel proyecto fracas¨®.
Pero aquel amargo final de un mandato esperanzador tuvo un ¨²ltimo toque reconfortante para Zapatero y toda Espa?a: el anuncio del cese definitivo del terrorismo de ETA s¨®lo un mes antes de perder de las elecciones. Fue el premio a un trabajo tenaz, durante todo el mandato de Zapatero, en el que con la ayuda inestimable de su ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, supo combinar inteligentemente di¨¢logo y represi¨®n. Hay muchos precedentes de que el electorado no premia al Gobierno que logra acabar con el terrorismo en su mandato. Espa?a no fue una excepci¨®n y eso Zapatero y Rubalcaba lo sab¨ªan y recordaban siempre el caso de Irlanda del Norte. Quiz¨¢s porque quien termina recoge una semilla que otros gobiernos han sembrado antes. Quiz¨¢s porque hay quien desconf¨ªa que detr¨¢s de ese final puede haber alguna trampa oculta. Y quiz¨¢s porque no hay por qu¨¦ premiar por terminar con algo que nunca debi¨® de haber sucedido. Pero para la historia queda que la pesadilla de 43 a?os de terrorismo etarra ces¨® con el Gobierno de Zapatero.
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