De la amnist¨ªa a la retirada de ETA
Las claves que condujeron a un final no negociado del terrorismo
Uno
¡°40 urte eta gero hau¡±. Las paredes del Pa¨ªs Vasco se cubrieron de carteles con esa leyenda (que podr¨ªa traducirse como ¡°40 a?os para esto¡±) en los primeros a?os tras la muerte de Franco. ¡°Esto¡± era la situaci¨®n pol¨ªtica que sigui¨® al acontecimiento del que ahora se cumplen otros 40. El pulso entre la reforma del franquismo y la ruptura estaba a punto de decantarse del lado de la segunda opci¨®n, sin que sus partidarios estuvieran muy convencidos: porque ten¨ªan una visi¨®n idealista de lo que esa ruptura deb¨ªa suponer y porque ve¨ªan demasiada continuidad en los comportamientos del aparato del Estado heredado del franquismo.
La frase fue ideada por un exmilitante de ETA que hab¨ªa pasado diez a?os en prisi¨®n y participado luego en la fundaci¨®n de Euskadiko Ezkerra, el partido de Mario Onaind¨ªa, uno de los seis condenados a muerte (y luego indultados) en el famoso juicio de Burgos (1970). Onaind¨ªa cont¨® en uno de sus libros su encuentro en Biarritz, algo despu¨¦s de ser ¡°extra?ado¡± (indultado y expulsado) a Bruselas, con un conocido suyo de Eibar, empresario que hab¨ªa prosperado en Sudam¨¦rica, que le reprocha, a ¨¦l y a los otros reclusos excarcelados, haber arruinado la movilizaci¨®n por la amnist¨ªa al aceptar acogerse a ella. ¡°Para m¨ª -le dice- saliendo de la c¨¢rcel hab¨¦is dejado de ser vascos; es m¨¢s: si yo fuera de ETA os pegaba un tiro¡±.
Al final se lleg¨® por una v¨ªa diferente a la que durante a?os se consider¨® m¨¢s veros¨ªmil: la de una negociaci¨®n en t¨¦rminos de paz por presos
A la muerte de Franco hab¨ªa en las c¨¢rceles espa?olas unos 400 presos vascos, de los que m¨¢s de la mitad? condenados por delitos de terrorismo. Desde el primer indulto real, de 25 de noviembre de 1975, y el que sigui¨® al nombramiento de Adolfo Su¨¢rez como presidente, en julio de 1976, cientos de presos antifranquistas que seguir¨ªan saliendo de prisi¨®n, y muchos exiliados regresando del destierro, de forma que en v¨ªsperas de las primeras elecciones democr¨¢ticas, en junio de 1977, casi todos los presos que segu¨ªan en prisi¨®n eran de ETA. Bastantes de ellos detenidos despu¨¦s de la muerte de Franco, porque la banda, que hab¨ªa mantenido una tregua t¨¢cita desde el agravamiento de la salud del dictador, hab¨ªa vuelto a matar: 29 v¨ªctimas entre 1976 y 1977.
ETA mata para demostrar (tautol¨®gicamente) que no hay democracia, porque si la hubiera ETA no matar¨ªa. As¨ª, decenas de sus miembros vuelven a repoblar las c¨¢rceles. Con todo, la oposici¨®n presiona al Gobierno para que lleve al Parlamento una ley de amnist¨ªa para todos los ¡°delitos de intencionalidad pol¨ªtica¡±, lo que finalmente ocurre el 14 de octubre de 1977. De aquella jornada queda memoria sobre todo del discurso de Arzalluz, que invoca una ¡°amnist¨ªa de todos para todos, porque hay que recordar, aunque sea por ¨²ltima vez, que aqu¨ª nos hemos reunido personas que hemos militado en campos diferentes, que hasta nos hemos odiado y hemos luchado unos contra otros, gentes que han padecido largos a?os de c¨¢rcel y de exilio junto a otros que han compartido responsabilidades en gobiernos que causaron esos exilios y esas c¨¢rceles¡±. Y sin olvidar que ¡°hechos de sangre ha habido por ambas partes¡±.
El 9 de diciembre de 1977 abandona la prisi¨®n de Martutene el ¨²ltimo preso de ETA, Fran Aldanondo, que hab¨ªa sido detenido en marzo de ese a?o. Por alg¨²n tiempo no habr¨¢ ning¨²n preso de ETA. Pero la din¨¢mica atentados-presos-m¨¢s atentados no se detiene. El a?o siguiente, el de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, ETA asesina a 68 personas, y el posterior, el de la aprobaci¨®n del Estatuto de Gernika, a 76.
Dos
En los 40 a?os transcurridos desde entonces ha habido otras noticias m¨¢s trascendentes, pero ninguna tan esperada como el anuncio del fin del terrorismo de ETA, el 20 de octubre de 2011. A ese desenlace se lleg¨® por una v¨ªa diferente a la que durante muchos a?os se consider¨® m¨¢s veros¨ªmil: la de una negociaci¨®n en t¨¦rminos de paz por presos. Esa v¨ªa qued¨® sin sentido tras la evidencia, en el atentado de Barajas, a fines de 2006, de que ETA de ninguna manera estaba dispuesta a dejar de matar sin conseguir sus objetivos pol¨ªticos. Pero esa constataci¨®n provoc¨® reacciones que cambiaron el curso de los acontecimientos.
Entre 2008 y 2010 hubo 305 detenidos relacionados con ETA. Esa era la condici¨®n necesaria. La suficiente era que el brazo pol¨ªtico del entramado presionara a los de las pistolas para que las abandonaran
Hacia el a?o 2009 Arnaldo Otegi, principal dirigente de la izquierda abertzale, hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que la v¨ªa armada provocaba m¨¢s perjuicios que beneficios a su causa, por lo que plante¨® a un grupo de notables de la antigua Batasuna la conveniencia de abandonar la estrategia pol¨ªtico-militar. Abandono que para ser cre¨ªble deber¨ªa ser unilateral, no condicionado a acuerdos previos. Paralelamente, expertos antiterroristas del Gobierno tambi¨¦n se hab¨ªan convencido de que el fin del terrorismo deber¨ªa ser una decisi¨®n voluntaria de la propia ETA, pues la alternativa, captura o exterminio de todos sus miembros y de su relevo generacional, era ut¨®pica. La conclusi¨®n era que la estrategia antiterrorista deb¨ªa orientarse a conseguir que los jefes de la banda asumieran que la violencia hab¨ªa dejado de ser rentable en t¨¦rminos de coste-beneficio: m¨¢s detenidos que atentados, m¨¢s presos que nuevos activistas.
Para ello la clave era la eficacia policial en la detenci¨®n de miembros de la banda y el desmantelamiento de sus arsenales, como ocurri¨® en los a?os y meses previos al alto el fuego de enero del 2011 que precedi¨® al anuncio del cese definitivo, en octubre. Entre 2008 y 2010 hubo 305 detenidos relacionados con ETA. Esa era la condici¨®n necesaria. La suficiente era que el brazo pol¨ªtico del entramado, Batasuna y sus marcas, presionara a los de las pistolas para que las abandonaran. Esto implicaba evidenciar que mientras ETA estuviera en activo la izquierda abertzale no recobrar¨ªa la legalidad perdida en 2003. Y para ello resultaba decisivo que sus jefes asumieran que no volver¨ªa a haber una negociaci¨®n pol¨ªtica.
Entre el a?o 1968 y la muerte de Franco ETA hab¨ªa asesinado a 43 personas. En los cinco primeros del posfranquismo, a 275, en su gran mayor¨ªa polic¨ªas, guardias civiles y militares. Los pol¨ªticos y cargos p¨²blicos asesinados supon¨ªan en torno al 2% de las v¨ªctimas. Esto cambi¨® a partir de mediados de los a?os 90. De las 85 personas asesinadas entre 1995 y 2005, el 30% eran adversarios pol¨ªticos de ETA. Sobre todo, concejales o militantes de los partidos constitucionalistas. En tan solo un a?o, el 2000, fueron asesinados 11 concejales. Esta situaci¨®n fue un factor crucial en la decisi¨®n de ilegalizar a Batasuna en 2003. No era l¨®gico ni admisible que pudiera participar en las elecciones, y a trav¨¦s de ellas en instituciones representativas, un partido que formaba parte de una estructura dirigida por una banda armada que acosaba y eventualmente asesinaba candidatos, cargos p¨²blicos o militantes de las dem¨¢s formaciones que concurr¨ªan a los comicios. As¨ª lo corrobor¨® el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo en 2009.
Esa ilegalizaci¨®n acabar¨ªa siendo el factor esencial de la din¨¢mica que llev¨® a la retirada de ETA. Entre diciembre de ese a?o y febrero del siguiente tuvo lugar en las estructuras de la izquierda abertzale un debate sobre estrategia cuya conclusi¨®n esencial fue que sus objetivos eran alcanzables sin violencia, contra lo que hab¨ªa sostenido ETA desde su fundaci¨®n. Conclusi¨®n planteada con las ambig¨¹edades habituales tendentes a presentar como compatibles la renuncia a la violencia con su consideraci¨®n como necesaria en el pasado para poder defender hoy lo mismo sin pistolas; pero con suficiente carga de ruptura con ese pasado como para ser tomada en serio. Los de Otegi tuvieron la habilidad de presentar el resultado del debate como un mandato de las bases que ETA estaba obligada a atender.
La ilegalizaci¨®n de Batasuna creo las condiciones para que surgiera un conflicto entre los intereses del brazo pol¨ªtico y los del militar
As¨ª pues, la ilegalizaci¨®n de Batasuna cre¨® las condiciones para que surgiera un conflicto entre los intereses del brazo pol¨ªtico y los del militar. La eficacia policial debilit¨® la capacidad de este ¨²ltimo para intervenir en el debate interno a bombazos, como hab¨ªa ocurrido otras veces. Y la ruptura en Barajas de la tregua de 2006 evidenci¨® no solo que la responsabilidad de la ruptura de las negociaciones era de la banda sino que era falsa la idea de que la violencia de ETA era ¡°una propuesta extrema de negociaci¨®n¡±, como defendieron algunos te¨®ricos. Todo ello confluy¨® para que la izquierda abertzale presentase un partido que claramente trataba de dar continuidad a Batasuna, pero en cuyos estatutos se inclu¨ªa una renuncia expresa a la estrategia de la violencia. Los buenos resultados de la coalici¨®n Bildu, que inclu¨ªa partidos legales junto a otros del entorno de ETA, en las elecciones locales y provinciales de 2011, reforzaron la posici¨®n interna de los promotores de la ponencia de Otegi y compa?¨ªa para empujar a la jefatura de ETA a dar el paso del anuncio del cese definitivo, aquel 20 de octubre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.