L¨¢grimas nuevas por una memoria antigua
Cientos de personas piden en Madrid que se busquen los cad¨¢veres de los republicanos asesinados
Cumplidos sus 20 a?os, Eduardo N¨²?ez cogi¨® las armas para defender a la Rep¨²blica. Qui¨¦n le iba a decir a ¨¦l, que casi 80 a?os despu¨¦s, su foto recorrer¨ªa las calles de Madrid coronando un m¨¢stil de madera que sostiene su hermana Bego?a, que reivindica en manifestaci¨®n, dignidad para los desaparecidos en la Guerra Civil espa?ola. Ni siquiera se conocieron, porque Bego?a naci¨® cuando sus padres ya lloraban la p¨¦rdida de un hijo que se fue a la contienda y nunca m¨¢s se supo. Por las mejillas de esta mujer de 71 a?os, gafas abajo, resbalan unos lagrimones gruesos. "Viv¨ªamos en Villamanta, un pueblo de Madrid, le hemos buscado con insistencia, hablamos con el pastor que dec¨ªa que sab¨ªa d¨®nde los enterraron, el pastor ya muri¨®, y el alcalde se port¨® muy bien, pero no damos con ellos. Solo hay un campo grande lleno de amapolas".
Unos en las cunetas, otros en las c¨¢rceles, algunos enterrados en tierras lejanas, sus familiares siguen buscando y reclamando para ellos una tumba digna donde curar las heridas. "Fosas cerradas, heridas abiertas", han repetido los manifestantes que este domingo han marchado por las calles de Madrid hasta el Congreso de los Diputados. 70 organizaciones han convocado a personas llegadas de varios puntos de Espa?a que han desafiado los primeros fr¨ªos que anuncian el invierno para reclamar lo que llevan d¨¦cadas repitiendo: "Que no habr¨¢ democracia sin memoria, y que los cr¨ªmenes del franquismo no prescriben". Una gran pancarta con las fotos en blanco y negro de unas decenas de aquellos fusilados sin tumba conocida recorr¨ªa la calle de Alcal¨¢. Por momentos, recordaba a los desaparecidos de la dictadura argentina. Y la megafon¨ªa agradec¨ªa, precisamente, que sea una juez de aquel pa¨ªs la que mantenga abierta la v¨ªa judicial para resta?ar esas heridas.
"El pr¨®ximo Gobierno tiene que avanzar con esto, porque si no seguiremos desconfiando de esta democracia", dice Paco Pimentel, que lleva una pancarta de la asociaci¨®n por la memoria hist¨®rica de Ronda (M¨¢laga), una de las provincias que, junto con Badajoz, cuenta m¨¢s muertos tras el levantamiento militar. Tiene 71 a?os, es impresor y editor, nieto de Manuel Pimentel, El bueno, como llamaban a aquel zapatero "que nunca hizo da?o". Est¨¢ enterrado en una de las enormes fosas del pueblo, la que seg¨²n los archivos franquistas guarda huesos de 1.607 republicanos. "Mi padre dec¨ªa que habr¨ªa unos 3.000". Pero fue la abuela la que confi¨® al nieto el secreto y la que le pidi¨® insistentemente que nunca dejara de buscar al zapatero al que tanto quer¨ªan en el pueblo. "Era socialista y de la CNT; le acusaron de rebeli¨®n justo los que se hab¨ªan rebelado contra la Rep¨²blica¡", dice el nieto, que, como su abuelo, tambi¨¦n es Paco, El bueno.
Verdad, justicia y reparaci¨®n han pedido con sus pancartas y sus banderas tricolor varios centenares de republicanos, a?osos muchos, con br¨ªo todav¨ªa. Algunos se reencuentran despu¨¦s de alg¨²n tiempo. "?Salud, cantabr¨®n! ?Te mantienes estupendo!", saluda un hombre a otro que exhibe sus muchos a?os con salud de hierro. Y prosigue la marcha hasta llegar al Congreso. Los representantes de las organizaciones por la memoria van leyendo sus discursos en cada uno de los idiomas espa?oles oficiales. Al final, un minuto de silencio por aquellas v¨ªctimas antiguas que a¨²n despiertan l¨¢grimas. La calle se queda callada y de las bocas de muchos ancianos que parecen no tener fuerza sale al final un "?viva la Rep¨²blica!" cerrado que ensordece.
Pilar Torres lleva colgada de su cuello la foto de su abuelo, un ferroviario y periodista valenciano que vio la muerte en Valladolid cuando no hab¨ªa pasado un a?o desde el golpe de Estado franquista. La cara de Antonio Torres Bartual luce una de esas gafas de intelectual que no dejan duda: era del tiempo de Aza?a. Lo encarcelaron por su inequ¨ªvoco "compromiso con la Rep¨²blica y sus valores". Su nieta lleva cinco a?os concentr¨¢ndose junto a un pu?ado de compa?eros de causa en la Puerta del Sol madrile?a, cada jueves de siete a ocho de la tarde en invierno y de ocho a nueve en verano: "Llueva o truene". Se enter¨® de lo ocurrido cuando ten¨ªa 14 a?os, en la casa no se hablaba del asunto, pero una t¨ªa suya le contagi¨® el af¨¢n por la memoria del pa¨ªs, de los muertos, de las cunetas. "No veo a los pol¨ªticos con voluntad, ni con ganas, la ley se qued¨® en nada. No queremos revancha, es solo una cuesti¨®n de memoria, una causa justa", dice. Quiz¨¢ por eso, las pancartas que se han visto esta ma?ana en Madrid hablaban de "80 a?os de franquismo". En catal¨¢n, en euskera, en gallego, desde el escenario que da la espalda al Congreso, se escuchan los discursos finales de los republicanos: "Es la memoria que tenemos, sin ella no existimos".
Las l¨¢grimas de Bego?a, serenas y transparentes, dan fe de ello.
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