La soluci¨®n y el problema
El pr¨®ximo 20 de diciembre decidimos si Podemos y Ciudadanos acabar¨¢n con el sistema de partidos engendrado por la Transici¨®n
Como todas las elecciones, las pr¨®ximas son excepcionales, pero las razones de su excepcionalidad son in¨¦ditas. El 20 de diciembre no s¨®lo decidimos el gobierno que deber¨ªa sacarnos de la crisis; tambi¨¦n decidimos si Podemos y Ciudadanos ¡ªlos dos nuevos partidos surgidos de la asfixia de la partitocracia que la crisis ha vuelto a¨²n m¨¢s visible¡ª acabar¨¢n con el sistema de partidos engendrado por la Transici¨®n: eso que suele llamarse bipartidismo imperfecto. Hace s¨®lo unos meses todo el mundo pensaba que s¨ª. Yo pensaba que no. Y sigo pens¨¢ndolo.
Es verdad que algunos nuevos partidos han cambiado mucho desde entonces y para bien, sobre todo Podemos, que ya no nos divide entre malos y buenos, ni intenta vender el camelo de la revoluci¨®n bolivariana, ni propone repetir la necedad secular de la pol¨ªtica carpetovet¨®nica, consistente en cambiar las constituciones en vez de reformarlas, y ni siquiera le echa la culpa de todo a la Transici¨®n (o sea: a pap¨¢ y mam¨¢); pero tambi¨¦n es verdad que esos cambios van a perjudicarles electoralmente: a Podemos, para no ir m¨¢s lejos, le han hecho perder a quienes votaron con las tripas sin hacerle ganar a quienes votan con la cabeza. As¨ª que dudo mucho que Podemos acumule fuerza suficiente para terminar con el bipartidismo; tampoco Ciudadanos, tan repeinado. A lo sumo ser¨¢n necesarios para formar gobierno en la pr¨®xima legislatura, pero nada m¨¢s; luego quiz¨¢ menos.
No creo que sea una buena noticia. Y no porque me parezca un problema el bipartidismo, que en s¨ª no es ni bueno ni malo, sino porque lo es la partitocracia. Mejor dicho: porque la partitocracia ¡ªla colonizaci¨®n de las instituciones del Estado y de gran parte de la sociedad por los partidos pol¨ªticos¡ª me parece el primer problema pol¨ªtico de este pa¨ªs. Es lo que intuy¨® el 15-M cuando gritaba: ¡°?Democracia real ya!¡±. Los partidos lo saben y, aunque algunos insin¨²an o proponen las reformas indispensables para acabar con el problema ¡ªcomo la reforma de la Ley Electoral o de la Ley de Partidos¡ª, ninguno parece de verdad dispuesto a acometerlas. Ni los viejos ni los nuevos. Estos ¨²ltimos hubieran podido empujar a aqu¨¦llos a que hiciesen lo que no han querido o no han sabido hacer, pero ya no creo que lo hagan, ni siquiera que puedan hacerlo. Lo que creo, o m¨¢s bien lo que temo, es que, como ocurri¨® en primavera en Gran Breta?a, la m¨ªnima recuperaci¨®n econ¨®mica o apariencia de recuperaci¨®n econ¨®mica de los ¨²ltimos meses vuelva a darle el poder a quien lo tiene. Y que en las pr¨®ximas elecciones los nuevos partidos ser¨¢n tan viejos como los viejos y se disolver¨¢n en la irrelevancia. Y que todo se quedar¨¢ como est¨¢ y, cuando salgamos de esta crisis, lo haremos tan mal pertrechados para afrontar la pr¨®xima como lo estuvimos para afrontar ¨¦sta. A menos, por supuesto, que entre todos obliguemos a los viejos y a los nuevos partidos a dejar de ser a la vez, como dice Ruiz Soroa, la soluci¨®n y el problema, para convertirse s¨®lo en la soluci¨®n. En cuanto a c¨®mo hacerlo, no tengo ni idea.
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