La llave de oro de Rivera
Mariano Rajoy empieza a familiarizarse con la situaci¨®n estresante de una mudanza en La Moncloa
Mariano Rajoy empieza a familiarizarse con la situaci¨®n estresante de una mudanza en La Moncloa. No porque vaya a perder las elecciones sino porque la eventualidad de una victoria precaria ¡ªlo ser¨ªa por debajo de 130 esca?os¡ª le obliga a bonificar de urgencia la tierra quemada con que el PP se ha distanciado de la oposici¨®n abusando de la mayor¨ªa absolutista.
No tiene interlocutores Rajoy. Ni dentro del Parlamento, porque se le ha encasquillado el recurso tradicional del nacionalismo catal¨¢n, ni fuera del Parlamento tampoco porque la aversi¨®n hacia Pablo Iglesias se a?ade a la contundencia con que Albert Rivera abomina de un pacto con el PP.
Se antoja inconcebible, en efecto, que el l¨ªder de Ciudadanos acceda a apoyar la investidura de Mariano Rajoy, aunque las l¨ªneas rojas tambi¨¦n ata?en a la hip¨®tesis del enroque con Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa.
Rivera ha repetido hasta agotarse que no va a ungir la Operaci¨®n Menina. Ni puede siquiera que la autorice Rajoy. Hacerlo ser¨ªa tan inteligente como necesario en la expectativa continuista el PP, pero en tal caso asombrar¨ªa que el presidente abjurara de su cesarismo y de la concepci¨®n personalista, aznarista, con que ha sofocado todo atisbo de discrepancia o alternativa.
La coyuntura y las encuestas convierten a Rivera en titular de la llave de oro de la gobernabilidad. No piensa utilizarla para socorrer a los populares. Ni tampoco se la va a proporcionar al PSOE en cuanto su criterio discriminatorio concierne al tab¨² del viejo bipartidismo.
Es h¨¢bil la maniobra porque la aspiraci¨®n inconfesable de Rivera consiste en ser presidente sin ganar las elecciones. Y de hacerlo, incluso, con la medalla de bronce en el pecho. Ocurre en Borgen, la serie de cabecera, y danesa, de Ciudadanos. Sucede que el partido bisagra aprovecha la aversi¨®n de los progresistas a los conservadores para forzar una investidura en minor¨ªa.
Rivera rechaza un pacto con el PSOE y el PP, pero no refuta el apoyo de ninguno de los dos partidos. Ni le parece extravagante que el sustento de los socialistas m¨¢s la abstenci¨®n de Podemos proporcione la prioridad de evacuar a Rajoy en un Gobierno de reformas urgentes y comunes.
Semejante escenario requiere un resultado muy negativo de Pedro S¨¢nchez, cuyas opciones de presidente requieren, al contrario, un resultado muy positivo. Rivera no piensa apoyarlo, pero todas las diferencias que han escenificado el l¨ªder socialista y Pablo Iglesias en la campa?a podr¨ªan subordinarse a la disculpa plebiscitaria y sentimental que implicar¨ªa el regreso de las izquierdas. Ya ha sucedido Castilla La-Mancha y ha ocurrido en Extremadura, aunque Iglesias aspira a invertir la ecuaci¨®n. Que sean los socialistas los obligados a sostenerlo. Y que sea ¨¦l, gran art¨ªfice de la remontada morada, quien se ocupe de evacuar a Mariano Rajoy de La Moncloa.?
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