Ocho caras para cuatro candidatos
Los cuatro l¨ªderes pol¨ªticos principales suman ocho rostros que han utilizado en los actos electorales y los programas de televisi¨®n
Ahora que vuelven los vinilos a las tiendas de m¨²sica, me viene a la memoria que esos discos ten¨ªan dos caras (la A y la B); algo parecido a los pol¨ªticos actuales, que han sufrido aut¨¦nticas transformaciones en los ¨²ltimos meses para ofrecer a su p¨²blico la cara que quer¨ªan ver en cada momento.
Los cuatro l¨ªderes pol¨ªticos principales suman ocho rostros que han utilizado en los actos electorales y los programas de televisi¨®n. Los asesores de imagen les han ido moldeando para obtener los mejores resultados, aunque no siempre han acertado.
El candidato del PP, Mariano Rajoy, ha estado casi cuatro a?os con la misma cara circunspecta de un presidente del Gobierno que tiene que sacar adelante a su pa¨ªs y al que no le queda tiempo para dialogar. En campa?a, Rajoy se transform¨® en un hombre de la calle que tomaba ca?as, hac¨ªa paellas y mostraba su mejor rostro en los plat¨®s de televisi¨®n. Tanto dio la cara que un energ¨²meno casi se la parte. Y ahora tiene que acentuar esa imagen abierta y dialogante para buscar los apoyos necesarios para su investidura.
Pedro S¨¢nchez necesita dos rostros: uno para dentro y otro para afuera. En las reuniones internas, el secretario general del PSOE tiene que mostrar su lado m¨¢s duro, porque sabe que no las tiene todas consigo. El lunes mismo, antes de empezar el an¨¢lisis electoral en la ejecutiva, S¨¢nchez se apresur¨® a anunciar que se volver¨¢ a presentar a la secretar¨ªa general en el congreso de primavera. Frente a eso, el l¨ªder socialista ofrece una imagen amable y componedora en su actividad pol¨ªtica externa, que solo se rompe cuando lo exige el guion y hay que forzar en un debate.
Pablo Iglesias es el que tiene dos caras m¨¢s acentuadas. Su imagen agresiva de las elecciones europeas se transform¨® en la ¨²ltima campa?a, dando una imagen m¨¢s cercana a la madre Teresa de Calcuta que al bolivariano que lleva dentro. Con los brazos abiertos en los debates y una sonrisa ben¨¦fica que pide calma y fraternidad, quer¨ªa eliminar el miedo que produce su partido. Pero la noche del domingo reapareci¨® el l¨ªder real de Podemos que quiere asaltar los cielos.
Albert Rivera ha mantenido siempre la misma cara: un l¨ªder emergente, pero centrado, amable y cercano. Le dio resultado hasta el domingo pasado. Los ciudadanos, que le ten¨ªan catalogado como una alternativa razonable, han pensado que era una marca blanca del PP o un aliado del PSOE y han frenado su ascenso a ¨²ltima hora. Alg¨²n gesto le habr¨¢ delatado.
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